Contexto
Los estados totalitarios europeos del siglo XX surgieron en la Alemania nazi bajo Hitler (1933-1945) y en la Unión Soviética dirigida por Stalin (1924-1953). En su libro Arendt busca explicar los factores que explican el totalitarismo moderno y por qué las poblaciones europeas sucumbieron a ellos.
En cuanto a los antecedentes personales de Arandt (1906-1975), nació en el seno de una familia judía alemana en Hannover, Alemania. En 1925 mantuvo una relación amorosa de un año con su profesor antisemita, Heidegger. En 1933 huyó de Alemania temiendo por su vida. Los orígenes del totalitarismo es el intento de la autora por comprender mejor los acontecimientos de su época.
En su libro, Arendt señala que tanto el antisemitismo como el imperialismo fueron las principales influencias en el surgimiento del estado totalitario. En el siglo XIX, argumenta, el racismo y el antisemitismo se utilizaron para justificar el nacionalismo y el imperialismo y eso sentó las bases para el totalitarismo en el siglo XX. El imperialismo promovió la expansión y anexión ilimitadas; el nacionalismo aseguró que aquellos que no encajaban en el estado nación fueran oprimidos. Estos fueron los instrumentos que los estados totalitarios posteriores usaron para perseguir sus objetivos.
Arendt, sin embargo, establece una distinción entre nacionalismo y totalitarismo. Afirma que la dictadura no es necesariamente totalitaria. Una característica del gobierno totalitario es el reemplazo de todas las tradiciones e instituciones políticas anteriores por sus propios objetivos específicos. Otras características son el empeño por gobernar globalmente y la organización de las masas. (Ella afirma que es menos probable que surja el totalitarismo en poblaciones pequeñas).
La autora cita el terror indiscriminado como otra característica de los regímenes totalitarios modernos y está dirigido por igual a enemigos y seguidores obedientes. El terror aleatorio no es una herramienta, sino un fin en sí mismo. Se justifica por supuestas leyes naturales de la historia que, por ejemplo, establecen que la guerra es inevitable entre razas superiores e inferiores.
En términos económicos, Arendt también cita el ascenso de la burguesía al poder como una restricción de la libertad y el consenso, lo que hizo que las poblaciones fueran más susceptibles al totalitarismo. Estos regímenes ofrecen una idea clara de seguridad y protección contra el peligro. Después de la Primera Guerra Mundial y el crack financiero de 1929, las sociedades respondieron mejor a estas promesas. Esta ideología es una ficción y la propaganda es la herramienta utilizada para transformar la realidad en fantasía.
Resumen
Los orígenes del totalitarismo se publicó por primera vez en inglés como The Burden of Time en 1951. En 1955 se publicó una edición en alemán con título Elemente und Ursprünge totaler Herrschaft ("Elementos y orígenes del gobierno totalitario").
La primera edición tiene tres secciones: Antisemitismo, Imperialismo y Totalitarismo. Analiza las crisis epistemológicas que subyacen a los desastres políticos de su época. (Fue revisado 7 años más tarde, después del levantamiento húngaro de 1956. En 1967 la autora agregó más prefacios a cada sección).
1a. Parte: Antisemitismo
Arendt establece que el antisemitismo no surgió del totalitarismo en Europa sino que lo precedió. Escribe sobre la historia judía en Europa y las restricciones vinculadas a su diferente estatus social, citando en particular el caso Dreyfus. Cuando los judíos perdieron el poder político mientras mantenían su riqueza, otros tenian celos del su éxito financiero. Se les buscaba por el crédito, pero fueron excluidos por su herencia.
La autora establece que el antisemitismo es un arma ideológica utilizada por los movimientos totalitarios. La aristocracia europea se asoció con el conservadurismo religioso para movilizar a las masas contra los judíos. Esta retórica antisemita fue adoptada por estados totalitarios para promover su agenda.
2a Parte: Imperialismo
Arendt establece la conexión entre el totalitarismo y el imperialismo a través del ascenso de la burguesía, que buscaba la riqueza del capital fuera del estado nación. El imperialismo permitió a la burguesía imponer su burocracia a otras naciones y colonizarlas a través del terror para su propio beneficio financiero. El totalitarismo usó el antisemitismo y el racismo para controlar a otros y como paradigma para usar más allá de sus fronteras nacionales.
La autora sugiere que la colonización enseñó a las élites nazis cómo gobernar a través de la burocracia y la ideología. Estos funcionaron fuera del gobierno limitado y fueron impulsados por el movimiento y el crecimiento. El imperialismo continental condujo al pannacionalismo, que ofreció un camino para los estados totalitarios de Hitler y Stalin.
Por otro lado, los movimientos pannacionalistas se diferenciaban del imperialismo porque no buscaban el crecimiento financiero y no tenían un objetivo general. Se basaban más en sentimientos que en programas. El racismo y el antisemitismo fueron efectivos para convencer a las masas de unirse a los movimientos.
3a. Parte: Totalitarismo
Esta sección explica cómo, una vez en el gobierno, los regímenes totalitarios mantienen su poder. Como dependen de las masas, los líderes totalitarios utilizan la propaganda y el terror para gobernar. Ofrecen una ficción consistente para permitir que las masas escapen de su realidad y acepten la narrativa totalitaria. Se evita la estabilidad ya que debilita la estructura del régimen que se basa en la aleatoriedad.
En el capítulo final, Arendt explica que la soledad hace que las masas sean susceptibles a la influencia totalitaria y, dado que la división es precisamente lo que promueve el régimen, se crea un círculo vicioso.
Temas
Totalitarismo: antisemitismo y racismo
Arendt ve el racismo y el antisemitismo como ideologías, narrativas sobre las cuales basar los sistemas políticos y económicos. Ella distingue entre "pensamiento racial" y racismo porque el primero es una opinión, mientras que el segundo tiene una cualidad infecciosa que los sistemas totalitarios utilizan como arma. Del mismo modo, la discriminación social, a través del odio a los judíos, difiere del antisemitismo que tiene como objetivo erradicar al pueblo judío con fines políticos. También se utiliza para movilizar adeptos en regímenes totalitarios.
Los imperialistas blancos emplearon el racismo para justificar la colonización, calificando a los colonizadores como superiores a los colonizados. La autora indica que el poder y la debilidad fueron la base de muchas ideologías, incluido el darwinismo social . (Adolf Hitler comenzó a leer sobre el darwinismo social en 1924. Creía que la raza superior alemana se había debilitado debido a los no-arios en Alemania. Se hizo necesario purificar el acervo genético. Las razas inferiores estaban destinadas a la extinción: judíos, romaníes (gitanos), polacos, soviéticos, discapacitados y homosexuales).
La burguesía
Arendt describe a la clase burguesa manteniendo una doble moralidad, amplificada por la división entre la vida pública y privada. El nazismo apela a su deseo de ganancia personal y adquisiciones y querían un hombre fuerte en el poder que les permitiera concentrarse en sus finanzas.
Los burgueses tenían un único objetivo: buscar ganancias de capital, y veían la vida pública en la política como una actividad secundaria. Sin embargo, cuando los asuntos nacionales obstaculizaron su libertad económica, se interesaron por la política. Arendt traza una marcada distinción política entre el ciudadano y el burgués, un conflicto del siglo anterior:
"... la lucha decimonónica entre el burgués y el ciudadano, entre el hombre que juzgaba y utilizaba todas las instituciones públicas con el criterio de sus intereses privados y el ciudadano responsable que se preocupaba por los asuntos públicos como los asuntos de todos".
La doble moral burguesa del liberalismo consistía en la ética privada de la adquisición, en contraste con las virtudes públicamente profesadas de empatía, individualismo y tolerancia.
La burguesía dio la bienvenida a los valores competitivos despiadados del nazismo, ya que significaba que su propia doble moral se sintetizaba y se bendecía en la esfera pública. Su moralidad privada fue anunciada como un bien público. También necesitaban un líder público fuerte para poder concentrarse en sus finanzas privadas. Sin embargo, juzgaron mal a los nazis como simples dictadores, sin entender que el movimiento totalitario:
"... no puede tolerar el individualismo burgués más que cualquier otro tipo de individualismo".
Marx ya había señalado que los derechos liberales promueven el concepto de individuos atomizados, separados de la comunidad y interesados únicamente en su propia ganancia financiera. Escribió que este proceso alejaba a las personas de su inclinación natural como animales sociales. Fue esta alienación liberal, instalada por la codicia burguesa, la que allanó el camino para que la burguesía considerara aceptable el nazismo.
Las masas
Los cambios liberales promovidos por la burguesía aceleraron los procesos del capitalismo. Marx ya había señalado las formas en que la industrialización enajenó a las masas: separados de la propiedad del producto; del proceso de producción que se volvió repetitivo; alejados unos de otros debido a la división del trabajo. Las masas tampoco tenían representación política, lo que las alejaba de los gobernantes y de la comunidad pública. Arendt escribió:
“La principal característica del hombre masa no es la brutalidad y el atraso, sino su aislamiento y falta de relaciones sociales normales”.
La vida de las masas descendió al nihilismo, según Arendt, y las hizo desinteresadas en el sentido de que no valoraban sus propias vidas y se consideraban prescindibles. Los nazis se aprovecharon de esta actitud sacrificial de las masas. Arendt afirma que Himmler describió a los seguidores nazis como:
“no interesado en los problemas cotidianos sino solo en cuestiones ideológicas de importancia durante décadas y siglos, para que el hombre… sepa que está trabajando para una gran tarea que ocurre solo una vez cada 2000 años”.
Sólo una promesa tan enorme podría satisfacer una mentalidad de masas tan trastornada.
La elité
La intelectualidad del país se alineó con el nazismo. La razón principal, según Arendt, fue observar la revelación de la moralidad hipócrita de la burguesía.
"... parecía revolucionario admitir la crueldad, el desprecio por los valores humanos... aquellos que tradicionalmente odiaban a la burguesía y habían abandonado voluntariamente la sociedad respetable solo veían la falta de hipocresía y respetabilidad, no el contenido en sí".
Propaganda y terror
Sólo hay una política en un régimen totalitario: la autoperpetuación. Nadie está a salvo ya que el poder no tiene otra política que la de mantenerse en el poder a cualquier precio. El miedo es la norma, ya que el régimen es impredecible. Stalin purgó repetidamente a sus propios ministros debido a su miedo a sus aliados en el poder. Fue un gobierno de terror.
En el totalitarismo el conocimiento objectivo se considera imposible y la verdad solo se sabe a través de la propaganda. Arendt afirma la:
“...posibilidad de que mentiras gigantescas y falsedades monstruosas puedan eventualmente establecerse como hechos incuestionables, que el hombre sea libre de cambiar su propio pasado a voluntad, y que la diferencia entre la verdad y la falsedad deje de ser objetiva y se convierta en un mero asunto de poder y astucia, de presión y repetición infinita.”
La propaganda se adapta, no a las verdades, sino a la audiencia que, por lo tanto, es adoctrinada y sometida al liderazgo. El éxito de la propaganda se debe a la disposición de la audiencia a creer lo peor, aunque sea absurdo, y a aceptar el engaño, ya que cada declaración era una mentira en cualquier caso.
Soledad
Arendt afirma que la soledad es la base del régimen de terror totalitario. El terror, junto con la ideología, son los instrumentos para establecer el poder totalitario. El primero convierte las relaciones entre las personas en desconfianza, cercenando así la confianza en los demás y una realidad compartida, que es sustituida por una ideología oficial. Las personas pierden entonces la capacidad de experimentar y pensar a medida que se les dictan.
“El sujeto ideal del régimen totalitario no es el nazi o comunista convencido, sino las personas para quienes la distinción entre realidad y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, las normas de pensamiento) ya no existe."
La soledad es la fuente y el resultado de lo que perpetúa los regímenes tiránicos: la manipulación por aislamiento.
"El aislamiento puede ser el comienzo del terror; ciertamente es su terreno más fértil; siempre es su resultado".
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