El nacimiento de la tragedia por Nietzsche


Contexto 

Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) escribió El nacimiento de la tragedia (1872) después del período romántico. Sin embargo, afirma brevemente que el arte romántico apuntaba a una unidad armoniosa con la naturaleza. Argumenta que este impulso unificador está asociado con el dios sol Apolo, uno del panteón olímpico. Nietzsche sostuvo que los griegos habían inventado sus dioses y diosas míticos como respuesta a su miedo primitivo al caos. Le dieron una apariencia de orden y significado al mundo natural, que de otro modo sería caótico.

Durante la década de 1870, Nietzsche fue amigo cercano de Wagner, el compositor alemán asociado con la música romántica. El autor argumentó que la música wagneriana marcó el renacimiento de la tradición dionisiaca en Europa, frente al racionalismo decadente de la cultura apolínea. Pensó que la música era el medio por el cual se podría lograr la unidad primordial.

Nietzsche afirmó que fue Sócrates quien trazó el camino filosófico seguido en el Europa del siglo XIX. El filósofo griego le dio un valor más alto a la vida intelectual que cualquier otro. Esto significaba que se admiraba al erudito y se despreciaba al artista. Nietzsche afirma que el pensamiento socrático mató el espíritu del teatro griego a través de su teoría crítica. Él veía esto en las obras de Eurípides que apelan a la mente lógica, ignorando el mito que interpreta la realidad a través de la narración imaginativa.

El autor sostenía que la 'verdad objetiva' se basaba en el concepto socrático optimista de que la lógica podía revelar el funcionamiento del universo. Nietzsche sostiene que esta es un concepto reconfortante, pero falso, ideado por el pensamiento lógico. Afirma que la verdad es relativa y que ninguna cantidad de racionalización puede descubrir la realidad mundial. 

Nietzsche fundamenta su filosofía en la existencia, más que en la erudición libresca, aunque él mismo era un erudito. Mantiene como fundamentos de su pensamiento los rasgos del artista dionisiaco, la originalidad y la imaginación. Esto le lleva a culpar a los valores cristianos tradicionales como instigadores de la debilidad cultural contemporánea. En su libro final, el autor sugiere intercambiar a Jesús, que representa el otro mundo, con Dionisio, que es la vitalidad presente. 

Afirma que no hay una referencia moral universal. Todo es relativo, ya que:

"No hay hechos, solo interpretaciones ". 

El argumento existencialista del autor era que no existe un estándar ético único, por lo que los individuos deben establecer el suyo propio.

Nietzsche fue influenciado por Schopenhauer, a quien leyó cuando era estudiante. En El mundo como voluntad y representación este filósofo explica su teoría estética analizando las fuerzas que influyen en el arte, en particular una energía ciega a la que llama Voluntad, que es básicamente irracional. Esto corresponde en Nietzsche a las fuerzas dionisiacas que actúan en la tragedia griega, donde la Voluntad apuntaba a la autocontemplación en el arte.

Nietzsche afirma que escribió El nacimiento de la tragedia "a pesar de la época en que fue escrito". Esta es una referencia a que la compuso durante una enfermedad que le envió a casa desde el frente dónde luchaba en la guerra entre Prusia y Francia. Nietzsche se presenta a sí mismo como aislado de los acontecimientos contemporáneos, pero, irónicamente, se esforzaba en construir una teoría que explicara la cultura contemporánea. Su actitud, entonces, era como un filósofo de sillón.

La salud de Nietzsche se deterioró, hasta que en 1889 fue internado en un hospital psiquiátrico por los restantes 11 años de su vida. Sin embargo, ha tenido una influencia en muchos pensadores posteriores, particularmente los existencialistas. El partido nazi alemán se inspiró en sus ideas sobre el superhombre, la raza aria y la superioridad del espíritu alemán. Otros señalan que su hermana pudo haber alterado sus escritos después de que fue hospitalizado, para conformarlos con la propaganda nazi.

Resumen 

El nacimiento de la tragedia del espíritu de la música (1872 ) es un libro sobre teoría dramática. Se volvió a publicar en 1886 como El nacimiento de la tragedia, o el helenismo y el pesimismo. Está estructurado en una Introducción y 25 capítulos.

El tema principal de la obra es que la antigua tragedia griega comenzó a través de la mezcla binaria de perspectivas apolíneas y dionisiacas. Los capítulos 1-15 distinguen sus dos visiones del mundo y luego las comparan para comprender cómo su combinación formó un nuevo sentido del drama. Los capítulos 16-25 evalúan el contexto contemporáneo a la luz del análisis anterior. El autor deplora el pensamiento lógico socrático y aboga por un retorno a la filosofía dionisiaca.

Introducción: Esta se dirige a Richard Wagner, un amigo cercano, con la esperanza de que encuentre el libro de su interés. Nietzsche menciona el 'problema alemán' contemporáneo de confusión moral que el libro espera resolver a través de la estética, y agrega que el arte es la vocación más alta de la vida. 

Según Nietzsche, el arte dramático griego anterior a la influencia de Dionisio era superficial, solo interesado en las apariencias externas. Esto significaba que el espectador no tenía conexión con la obra de arte, sino que simplemente la contemplaba. El arte apoliniano protegía al observador de la verdad de la existencia: el sufrimiento. Cuando la tradición dionisiaca entró en escena, el espectador pudo sumergirse en el arte a través de la 'unidad primordial' que permite escapar del sufrimiento a través del arte. Para el autor se trata de una alternativa a la salvación religiosa que implica rechazar el aquí y ahora y mirar hacia el cielo. La salvación dionisiaca se logra concentrándose en el presente.

Encontrar la salvación a través de Dionisio depende de revelar el espíritu que yace bajo las apariencias apolíneas. Los actores y el coro de las tragedias griegas son los canales apolíneos del espíritu dionisíaco. Sin embargo, protegen a la audiencia contra el caos de este espíritu e impiden el éxtasis y la catarsis del espectador. No son las palabras, sino la música, lo que constituye el núcleo del arte trágico. Permite a la audiencia trascender la conciencia y conectarse con la 'unidad primordial' porque la música representa la 'Voluntad del mundo'.

Nietzsche culpa al dramaturgo griego Eurípides de matar el arte de la tragedia desde que introdujo elementos socráticos en su teatro. Estos incluían una obsesión por el conocimiento y un exceso de confianza en la lógica humana. Su énfasis en un individuo abandonó el aspecto musical que caracterizaba la tradición dionisiaca. Esto significó destruir el equilibrio entre Apolo y Dionisio, tan intrínseco al arte. 

Según Nietzsche, Eurípides involucró a la audiencia en la obra, cerrando la brecha entre ellos y el drama. Esto arruinó el elemento de suspenso en el espectador, especialmente con la introducción del prólogo que actuó como spoiler de la historia.

El autor argumenta que la cultura de la Edad contemporánea aún era socrática en el pensamiento, pero esta tradición estaba en peligro. Kant y Schopenhauer habían introducido la idea de la incapacidad de la ciencia para explicar el universo y sus misterios. Nietzsche predice el renacimiento de la tragedia que acabará con el pensamiento socrático. Presenta la música de Wagner como ejemplo de este cambio.

Contrariamente a la percepción de que la cultura griega antigua era ilustrada, Nietzsche creía que los griegos estaban combatiendo el pesimismo. Su optimismo de que el Cosmos podía ser comprendido era una ilusión. Sin embargo, para lograr una visión equilibrada, el autor alemán aconseja que se tengan en cuenta tanto el punto de vista apolíneo como el dionisiaco. Con anterioridad a Eurípides ambas perspectivas habían estado vinculadas en la tragedia griega. Nietzsche termina con una nota optimista afirmando que el carácter alemán ha conservado cierta unidad primordial, a pesar de la cultura alemana. 

Temas

Los espíritus dionisíaco y apolíneo

Según el filósofo existen dos percepciones básicas de la realidad: la apolínea y la dionisiaca.

Apolo es el dios de la profecía, la luz y la música que habló a través del oráculo de Delfos. Nietzsche asoció a Apolo con la razón y el mundo de los sueños. Esta es una esfera de ilusiones dentro de una experiencia estructurada. Permite la diferenciación entre sujeto y objeto, el yo y el otro. La poesía es la forma de plasmar el espíritu apolíneo en el lenguaje; la escultura y la pintura lo comunican a través de imágenes. 

Dionisio era el dios de la fertilidad, la locura y la tragedia. Nietzsche le presentó como el instigador de la unidad extática. La embriaguez dionisiaca es también ilusoria, pero basada en el instinto. Es emocional e irracional y en esta realidad caótica el sujeto se vuelve uno con su entorno, es decir, alcanza la unidad primordial.

Tanto Apolo como Dionisio son dioses de la música, pero de forma diferente:

“La música de Apolo era arquitectura dórica en tonos, pero en tonos meramente sugeridos, como los de la cítara [guitarra]. El mismo elemento que forma la esencia de la música dionisíaca (y por lo tanto de la música en general) se excluye cuidadosamente como no apolíneo; es decir, el poder emocionante del tono, la corriente uniforme de los melos y el mundo completamente incomparable de la armonía”.

El arte apolíneo es ligero y razonable. Separa al sujeto de la comunidad y enfatiza al individuo. El arte apolíneo más alto, según Nietzsche, es la escultura, ya que está muy estructurada. 

El arte dionisíaco es él de la emoción, la locura y la unidad con los demás y con la Naturaleza. Es la experiencia de la unión primordial. Se experimenta mejor a través de la música.

En la filosofía de Nietzsche la realidad es caótica. Los seres humanos se enfrentan a los caprichos del destino en un estado de impotencia. Para sustentar esta existencia los griegos inventaron los dioses. Tenían rasgos humanos y podían ser morales e inmorales. Apolo era un dios racional que apuntó a la belleza para hacer la vida vivible. Envueltos en el sueño apolíneo, los humanos estaban protegidos del sufrimiento y el caos de la realidad.

Luego, desde Oriente, llegó el culto a Dionisio. Con él vino la locura que permitió vislumbrar la realidad caótica y la promesa de una unidad mística entre la humanidad y la Naturaleza. De la unión de Apolo y Dionisio surgió una nueva forma de arte: la tragedia griega.

Este teatro evolucionó a partir de un himno ritual y una danza (ditirambo) en honor a Dionisio. La tragedia nació cuando un personaje salió del ritual y habló en verso, interactuando con el coro que representaba al espectador. Nietzsche vio esta intervención en el ditirambo dionisiaco como un movimiento hacia la individuación y una intrusión de la tradición apolínea. Afirmó que la tragedia griega original era la síntesis dialéctica de las tradiciones apolínea y dionisiaca.

Nietzsche sostuvo que el papel apolíneo del personaje principal en la tragedia fue buscar una explicación racional para la angustia existencial y así dar sentido a la realidad. El elemento dionisíaco residía en el coro y los caóticos acontecimientos que experimentaba el protagonista con su inevitable destino. El coro, como representante de los temores y esperanzas de la audiencia, se mantuvo estable. Nietzsche pensó que esta estabilidad era una forma de protegerlos de la caótica realidad del sufrimiento dionisíaco. El arte de la tragedia permitía al espectador experimentar, indirectamente, la confusa realidad, haciéndola más llevadera.

Sócrates

Para Nietzsche, las tragedias de Esquilo y Sófocles encerraban la síntesis de los aspectos apolíneos y dionisíacos del drama. Sin embargo, argumentó que la Nueva comedia ática de Eurípides reducía el papel del coro y los protagonistas ideales, alentando así al público a identificarse con el personaje principal ordinario, en lugar del coro colectivo. Esto significó que el público se enfrentó directamente con los temores de la existencia, sin la ayuda del coro.

El análisis de Nietzsche encuentra que Eurípides siguió ideales morales socráticos que no podían coexistir con la irracionalidad dionisiaca. Él culpa al dramaturgo por alterar el equilibrio dramático apolíneo-dionisíaco:

“Dionisio ya se había asustado desde el escenario trágico, y de hecho por un poder demoníaco que hablaba a través de Eurípides. Incluso Eurípides era, en cierto sentido, solo una máscara: la deidad que hablaba a través de él no era ni Dionisio ni Apolo, sino un demonio completamente nuevo, llamado Sócrates”.

Según el filósofo alemán Sócrates permitió que su mente racional dominara sus instintos. Agregó que era absurdo buscar una estructura causal en el arte y argumentó que arruinó la tragedia griega. Sostenía que la muerte de la tragedia se produjo cuando la lógica teórica destruyó el encanto dramático. Esta trajo la creencia optimista de que había una explicación racional para las historias míticas en el drama, mientras que, en realidad, el mito y el arte son anteriores al pensamiento racional. En opinión de Nietzsche, Sócrates fue el culpable de la eliminación del espíritu dionisíaco en la tragedia griega.

Música

La universalidad de la música la convierte en una idea central para Nietzsche, ya que puede conectarse con el espíritu dionisíaco accediendo directamente a la Voluntad. Permite a la audiencia experimentar el placer de ir más allá de los intereses individuales:

"Sin música, la vida sería un error. El alemán imagina hasta a Dios cantando canciones".

La música es la clave del alma de un pueblo y el filósofo predice que la música alemana contemporánea puede lograr el renacimiento de la tragedia, porque el carácter alemán conserva un vínculo con la unidad primitiva. La música de Wagner, en particular, es una reencarnación del arte dionisíaco.

(Un ejemplo es el wagneriano Paseo de las hermanas Valkiria que transportan a los héroes caídos a Valhalla).

Sufrimiento

En opinión de Nietzsche, los griegos eran sensibles al sufrimiento del mundo. Intentaron disipar este sentimiento compasivo creando los dioses del Olimpo. Sin embargo, fueron solo espectáculos externos y no apaciguaron los sentimientos. Dentro de la tradición apolínea, la humanidad permaneció consciente de su destino, controlada por fuerzas oscuras.

Dionisio ofreció una solución duradera al problema, no a través de las apariencias, sino involucrando al individuo en el inconsciente colectivo. Era en el centro de la unidad primaria que una persona podía encontrar la salvación del destino personal. El sufrimiento existencial es el resultado de pensar que se sufre solo. Dionisio revela el gran caos en el corazón de todo. El dios alienta a los humanos a perderse en este caos y evolucionar más allá del sufrimiento.


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