La rebelión de las masas por Ortega y Gasset

 


Contexto

Durante la vida de Ortega y Gasset (1883-1955), Europa fue un lugar de violentos conflictos y cambios abruptos. Lo último del imperio español finalmente se derrumbó cuando las colonias de Puerto Rico, Guam, Filippinas y Cuba fueron apropiadas por los EE.UU. en 1889. La primera guerra mundial estalló en 1914 y duró 4 años. Cuando Ortega publicó su libro La rebelión de las masas, en 1930, Mussolini ya había llegado al poder en Italia y Hitler estaba a punto de hacerse con el control de Alemania. España estableció la Segunda República (1931-39), un momento caótico que terminó con una Guerra Civil (1936-39) y una dictadura fascista. También fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). En Rusia, la revolución bolchevique de 1918 instaló una economía marxista-leninista, ofreciendo una aparente alternativa al capitalismo, particularmente después de la caída de la bolsa estadounidense en 1929. Sin embargo, el régimen estalinista acabó con las esperanzas de un escenario político más estable. Había una división binaria entre fascismo y comunismo. Los valores democráticos estaban bajo asedio:

La verdad es que los hombres están cansados ​​de la libertad”. Benito Mussolini.

Ortega fue un destacado político republicano durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1936). También tuvo un papel en el derrocamiento del rey Alfonso XIII en 1931. Se convirtió en gobernador civil de Madrid y se exilió en 1936 al comienzo de la Guerra Civil.

Resumen

En 1929 Ortega publicó unos artículos en su diario El Sol. Más tarde se imprimieron como el libro La rebelión de las masas en 1930. Los textos fueron su intento de repensar la modernidad en términos de la España contemporánea.

CAPÍTULO I: LA VENIDA DE LAS MASAS

Hay una crisis a nivel europeo: la revuelta de las masas. Estas masas siempre han existido, pero ahora se han reunido en un solo lugar. La multitud, caracterizada por un sentimiento común de identidad, se ha apoderado de todo. El problema es que ha sustituido a las minorías.

La horda solía pensar que los políticos entendían los problemas públicos mejor que ellos mismos. Sin embargo, ahora la masa cree que puede imponer sus temas de conversación en los cafés. Hoy la masa es de todos y los que no forman parte de ella son considerados indecentes.

“Ya no hay protagonistas, sólo queda el coro”.

CAPÍTULO II: EL ASCENSO DEL NIVEL HISTÓRICO

El imperio romano es también la historia de una subversión, de un dominio de las masas que absorbió y anuló a sus líderes minoritarios y se puso en su lugar. 

Hoy vivimos en el dominio de las masas donde ejercen poderes antes en manos de las minorías. Se han vuelto intratables. Este ejército humano está compuesto únicamente por capitanes. Ahora cualquiera puede moverse e imponer su voluntad.

CAPÍTULO III LA CULTURA DE LOS TIEMPOS

Cada época se ha sentido superior o inferior a las épocas pasadas. Grecia y Roma son llamadas la edad de oro, lo que significa que los tiempos posteriores se han considerado menos. La Roma imperial sintió su creciente decadencia, pero hoy vivimos en una época opuesta a esta. Se llama el 'culmen de los tiempos' y se compara con la decadencia y el oscurantismo del pasado.

El 19 se autodenominó "cultura moderna" porque se sintió como el tiempo definitivo. Nuestro siglo no se siente definitivo, sino que huye de sí mismo constantemente, de manera impredecible, incapaz de encontrar la altura de los tiempos. Pero una época que se prefiere a sí misma a todas las demás no puede llamarse decadente. Este es el sentimiento de nuestro tiempo. Nuestra época se cree superior a todos los tiempos pasados, pero se siente como un niño que empieza. Está orgulloso de su fuerza, pero le teme.

CAPÍTULO IV: EL AUMENTO DE LA VIDA

La humanidad ya no está atrapada en sí misma. Su área y esta proximidad con la distancia ha acabado con las limitaciones de la vida. Al mismo tiempo el mundo se ha extendido en el tiempo para que a través de las pantallas y el papel podamos conocer fósiles y testimonios de vidas milenarias. Las limitaciones del espacio-tiempo han sido invalidadas y los tiempos pasados ​​han cobrado vida para que podamos estar en más lugares que antes y consumir más tiempo cósmico en menos tiempo de vida.

La vida es ante todo conciencia de lo que es posible. Una posibilidad es una necesidad; 'mundo' es la medida de nuestras posibilidades. Las posibilidades han crecido más que nunca. El pasado ha sido empequeñecido.

El problema de nuestra época no es nuestra capacidad para lograr, pero nuestra incapacidad para saber qué lograr. Somos dueños de las cosas, pero no de nosotros mismos, perdidos en nuestra abundancia. De aquí ha venido la doble característica de nuestra época: la arrogancia y la inseguridad.

CAPÍTULO V: UN HECHO ESTADÍSTICO

Diagnosticar nuestro tiempo como de posibilidades lo hace superior a otras épocas. Es por eso que nuestra cultura mira hacia adelante, no hacia atrás. La vida es decidir qué elegir frente a las opciones. Las circunstancias son el dilema y es nuestro carácter él que decide. En nuestra época de masas-hombre, vidas colectivas, es el carácter de la sociedad él que decide.

En países donde han triunfado las masas, la mayor parte de la política se vive al día. El poder público está en manos de un representante de las masas. Son tan poderosos que han abolido toda oposición. El gobierno vive al día, sin proyectos y sigue en el poder evitando conflictos, hora a hora. Eso es lo que caracteriza al poder público manejado por las masas: es omnipotente y efímero. El hombre-masa no tiene proyectos, anda a la deriva, por lo que no establece nada, aunque sus poderes sean enormes.

Las conclusiones son: que la democracia liberal, basada en la tecnología, es el estilo superior de vida pública conocido hasta ahora; no es del mejor tipo imaginable; sería suicida volver a los estilos inferiores del siglo XIX.

El 19 estuvo formado por masas rebeldes que pusieron en peligro los mismos principios que les daban vida. Si ese tipo de humanos fueran líderes en Europa en solo 30 años el continente volvería a la barbarie y sus posibilidades se verían cercenadas.

CAPÍTULO VI: COMIENZA LA DISECCIÓN DEL HOMBRE MASA

Históricamente, el hombre de masas era predecible. Su vida se basa en la absoluta comodidad material y el orden público. Desde mediados del siglo XIX, la persona promedio no ha encontrado barreras sociales en la moralidad y la vida civil. Nadie les obliga a contener sus vidas. Los tres principios que lo han hecho posible son: la democracia liberal, la investigación científica y la industrialización. Los dos últimos se resumen en tecnología.

El mundo de la nueva humanidad, además de no tener limitaciones, sugiere que el mañana será más rico y más perfecto, como si su crecimiento fuera espontáneo e interminable. Los humanos creen que todos los inventos provienen de la naturaleza en lugar de la tecnología y el trabajo. Esto nos lleva a señalar dos características primarias del hombre-masa: la libre expansión de los deseos básicos y la ingratitud por lo que ha facilitado la existencia. La criatura que vive en estas circunstancias no tiene idea de sus límites. Evitando toda presión, todo conflicto con los demás, llega a creer que existe solo y no confía en nadie superior a sí mismo.

La obra del siglo XIX ha creado ingratitud e ignorancia en los humanos modernos. Se enfocan solo en su propio bienestar y no sienten solidaridad con las causas de este bienestar.

CAPÍTULO VII: VIDA NOBLE Y VIDA COMÚN, O ESFUERZO E INERCIA

La concepción del mundo moderno se forma de una manera diferente a la anterior. Las almas contemporáneas ven la vida sin limitaciones. Nada es imposible, nadie es superior a nadie. Están satisfechos de sí mismos. Pero, la excelencia significa hacer un esfuerzo para lograr algo. Originalmente 'noble' implicaba una obligación de ser y actuar. Nobleza significaba superación personal. Era lo opuesto a vulgaridad o inmovilidad. Esta es ahora la definición de masa-hombre: un estancamiento.

El siglo 19 engendró un nuevo ser humano que tiene enormes apetitos y poderosos medios para satisfacerlos. Luego abandonó a la humanidad a sí misma y así el humano promedio se encerró en sí mismo. Así se ha creado una masa dócil. En el futuro, el hombre-masa será incapaz de autodirigirse, aunque la buena voluntad puede aparecer temporalmente en tiempos difíciles. Su alma es hermética e intratable porque es incapaz de atender a nada más que a sí misma. Desea seguir a alguien, pero no puede. Desea oír, pero descubrirá su propia sordera. Puede ser incapaz de mantener la civilización, ya que esta humanidad, que ha aprendido a usar muchos artilugios, ignora los principios de la civilización.

CAPÍTULO VIII: LAS MASAS INTERVIENEN EN TODO, Y POR QUÉ SU INTERVENCIÓN ES ÚNICAMENTE A TRAVÉS DE LA VIOLENCIA

El mecanismo de erradicación es el hermetismo intelectual. Una persona tiene una serie de ideas y decide contentarse con estas como intelectualmente completas. Los humanos modernos están llenos de sí mismos y no sienten la necesidad de cambiar. Aunque son intelectualmente capaces, están encerrados en sí mismos y no sienten la necesidad de usar la reflexión. Intervienen en todas las cuestiones públicas, imponiendo sus opiniones.

Las ideas del individuo moderno no son realmente ideas, ni su posesión cultura. La idea es un control de la verdad. Si quieres dar ideas, primero debes querer la verdad y aceptar lo que impone. Esta es una norma cultural. La barbarie es la ausencia de normas, sin apelación contra ellas. No es de extrañar que donde hay una revuelta de las masas haya barbarie.

Últimamente en Europa ha habido movimientos políticos como el unionismo y el fascismo. Bajo estas banderas ha aparecido un estilo de individuo que no atiende a la razón, sino que impone opiniones personales. Esta es la razón de lo irrazonable, la marca del hombre-masa que ha decidido dirigir la sociedad sin capacidad para hacerlo. Sus ideas no son más que apetitos expresados ​​en palabras.

Este nuevo individuo se perdería en una discusión porque no puede razonar con inteligencia. No hay debate, solo barbarie. Usan la acción directa, lo que significa considerar la violencia como la única razón.

En los intercambios sociales no hay cortesía. La literatura de acción directa está constituida por insultos. Las relaciones sexuales reducen sus formalidades. El liberalismo y el sistema democrático exigen una convivencia, un diálogo y un debate de los que el hombre de masas es incapaz.

CAPÍTULO IX: LO PRIMITIVO Y LO TÉCNICO

La revuelta de las masas puede ser una transición a una nueva organización humana, pero también a una catástrofe para el destino humano. Debemos evitar el pecado mortal que cometieron los líderes del siglo XIX: una escasa conciencia que los hace menos alertas y vigilantes.

Los humanos modernos no tienen interés en la civilización, solo por sus productos. Eso significa que la humanidad, hoy dominante, es primitiva, un Naturmensch emergente en un mundo civilizado. El mundo es civilizado, pero sus habitantes no lo son. Lo usan como si fuera natural. El individuo moderno quiere un coche y lo disfruta, pero piensa que es el fruto espontáneo de un árbol. Spengler cree que la tecnología puede subsistir cuando se ha extinguido el interés por los principios de la cultura. Sin embargo, para crear ciencia y, por lo tanto, tecnología, se requiere la existencia de almas nobles.

Lo más alarmante es que técnicos como médicos e ingenieros ejercen su profesión con el mismo espíritu que quienes consumen sus productos. Ninguno conserva la solidaridad con el destino fundamental de la ciencia y la civilización.

CAPÍTULO X: PRIMITIVISMO E HISTORIA

La civilización es una fabricación y, a diferencia de la Naturaleza, no puede sostenerse a sí misma. Necesita gente. La naturaleza es una jungla, una barbarie, y por tanto, contraria a la civilización. El hombre-masa piensa que la civilización en la que nació es natural y por eso la humanidad se convierte en primitivismo.

El individuo medio no tiene concepción de los valores fundamentales de la cultura. Esto es así, principalmente, porque a medida que avanza la civilización se vuelve más compleja y difícil. Cada generación necesita resolver estos nuevos problemas complejos y para ello requiere del conocimiento del pasado para evitar errores futuros.

CAPÍTULO XI: LA EDAD AUTOSATISFACTORIA

El individuo medio antes era conducido, pero ahora ha decidido gobernar el mundo. Su psicología tiene tres características:

- Una impresión radical de que la vida es fácil, sin límites trágicos. Por lo tanto, significa que cada individuo promedio se siente dominante y triunfante.

- Esto les anima a afirmar su identidad y aprobar su propia moralidad e intelectualismo. Esto les lleva entonces a una seguridad en sí mismos que rechaza a los demás y ejerce el dominio. 

- Intervienen en todo imponiendo sus opiniones medias en un régimen de acción directa.

Este es el niño mimado de la historia cuya herencia es la comodidad y la seguridad, las ventajas de la civilización. Están condenados a representar a los demás y sus vidas se vuelven ficticias. El estilo de vida humana más contradictorio es la vida autosatisfecha, ya que es degenerativa. El individuo satisfecho de sí mismo "sabe" que ciertas cosas no pueden ser, pero pretende lo contrario.

CAPÍTULO XII: LA BARBARIE DE LA “ESPECIALIZACIÓN”

El hombre-masa proviene de la democracia liberal y la tecnología. Esta última se divide en capitalismo y ciencia experimental. El crecimiento de la población en Europa se debe a la ciencia experimental. Pero el especialista científico es el prototipo de la masa humana.

Cuando los científicos necesitan resolver una cuestión se encierran en su laboratorio para excluir al mundo y llegar a la solución por autosuficiencia. Se vuelven especialistas, aunque informados por ser "científicos", pero no sabios, porque ignoran todo lo que está fuera de su especialidad. Estas son personas satisfechas de sí mismas que viven en un mundo cerrado: la definición de masa-hombre. Con técnicos, pero sin verdaderos científicos, el progreso es imposible.

CAPÍTULO XIII. EL MAYOR PELIGRO: EL ESTADO

El autor, como Platón, afirma que la humanidad sólo puede salvarse si es gobernada por filósofos, ya que las masas necesitan gobernantes. Sin embargo, se rebelan contra sí mismos al actuar en solitario usando la violencia. Esto se puede prevenir con la llegada de las masas al poder. Cuando se igualan el poder Social y el Público no hay necesidad de revolución.

El Estado está trabajando eficientemente ahora porque el hombre-masa sabe que está aquí para ayudar. La sociedad vive para el Estado, pero el Estado está degenerando las condiciones de vida de las masas. Esa es la paradoja: la sociedad crea un estado para vivir mejor, pero el estado hace que la sociedad viva para ello.

CAPÍTULO XIV: ¿QUIÉN GOBIERNA EL MUNDO?

La revuelta de las masas es lo mismo que el crecimiento exponencial que ha experimentado la vida humana en nuestros tiempos. Es lo mismo que la desmoralización radical de la humanidad.

1. Dirigir es el ejercicio normal de la autoridad y tiene su base en la opinión pública. El autor señala que es Europa la que manda en el mundo desde hace tres siglos. Bajo su mandato el mundo vivió bajo un estilo unificado.

Sin embargo, una sociedad dividida en grupos en desacuerdo no puede mandar. Como la naturaleza no puede soportar un vacío, se llena con violencia.

En la Edad Media nadie estaba al mando del mundo temporal y esto fue relativamente caótico. En estos años de posguerra se dice que Europa ya no está al mando y que hay un cambio de poder.

2. Europa había creado un sistema de normas eficientes. Para mejorarlos se necesitan otros. Sin embargo, hombre-masa ha decidido que las reglas están desactualizadas, pero es incapaz de crear otras nuevas y no sabe qué hacer.

3. Se rumorea que las normas europeas ya no están vigentes y que las masas aprovechan la situación para vivir sin imperativos. Así el mundo termina desmoralizado. Esta es la situación de la juventud. Al sentirse libres, sin obstáculos, se sienten vacíos.

La solución del autor es los Estados Unidos de Europa.

4. Mandar consiste en presionar a los demás. Pero esto solo sería violencia. La autoridad tiene dos efectos: dirigir a alguien y ordenar algo. Lo que se ordena es una participación en un gran destino histórico. Obedecer no es perseverar, sino, por el contrario, valorar a los líderes, seguirlos con celo.

Ortega y Gasset señala que la decadencia europea se produce por una paradoja: la aceptación de ser más pequeño nace de una capacidad creciente y de tropezar con una organización antiquísima en la que no encaja. Para resolver este conflicto, Europa debe superar sus fronteras.

6. El autor cuenta la historia del origen de los pueblos modernos y cómo la gente se alejó del campo, incorporando incluso el medio rural a la ciudad. Dice que el Estado se forjó con el tiempo e insiste en la necesidad ahora de transitar hacia una unión política de Estados.

7. El nuevo problema de la sociedad es su pérdida de perspectiva. El Estado no es una convivencia espontánea sino un proyecto común. No es una cosa material inmóvil. Es puro dinamismo, ganas de hacer algo juntos.

El Estado es político y sus adherentes tienen raza, grupo sanguíneo y clase social, pero sólo secundariamente. Su vida no está en el pasado sino en el futuro unión. Debemos unirnos para resolver los problemas del mundo.

8. La formación de las naciones siempre ha seguido este ritmo en Europa:

- en Europa, los Estados se construyeron primero mediante la fusión de varios pueblos, vecinos geográficos, étnicos y lingüísticos, en una coexistencia moral y política.

- luego vino un período de consolidación donde los pueblos fuera del nuevo Estado eran considerados extraños o enemigos. Este es el momento de la exclusión y el encierro en el propio Estado: el nacionalismo.

- El Estado está totalmente consolidado. Ahora comienza la nueva tarea: unirse con los demás Estados, antes considerados enemigos. Hay una convicción creciente de que tienen similitudes con nuestra moral e intereses y formamos un círculo nacional frente a grupos más distantes. Esta es la nueva idea de nación, cada nación apoyando el bien de todos, no sus propios intereses.

9. El autor subraya la necesidad de una Unión Europea y repasa algunas de sus tesis: la desmoralización y la rebelión de las masas que implica; la importancia del momento histórico y el posible proyecto europeo que defiende; no hay conflicto entre dos moralidades, la decadente y la nueva porque el hombre-masa no tiene moralidad, no tiene conciencia de obligación; esto no es amoralidad, sino inmoralidad; Europa ha adoptado ciegamente una magnífica cultura sin raíces porque hoy no hay una nueva civilización, sino una negación; la forma actual de la humanidad se originó en los defectos de la cultura europea que dentro de poco serán clamados en voz alta. 

"La moralidad no puede eliminarse sin más. Lo que, por una palabra carente incluso de gramática, se llama amoralidad, es una cosa que no existe. Si no estás dispuesto a someterte a ninguna norma, tienes, nolens volens, que someterte a la norma de negar toda moralidad, y esto no es amoral, sino inmoral. Es una moral negativa que conserva la forma vacía del otro”.

CAPÍTULO XV: LA VERDADERA CUESTIÓN

Europa se ha quedado sin referente moral. El hombre-masa vive con una moralidad que otros crearon y acumularon, pero que él niega.

Temas

Hombre-masa

“Un mundo sobreabundante en posibilidades produce automáticamente deformidades, tipos viciosos de la vida humana, que pueden ser incluidos en la clase general, el 'heredero', del cual el 'aristócrata' es sólo un caso particular, el niño mimado otro, y el hombre de masas de nuestro tiempo, más plenamente, más radicalmente, un tercio”. 

Ortega compara al hombre-masa con los aristócratas terratenientes del pasado. Disfruta de las modernidades y la política liberal, pero el hombre de masas es un consumidor perezoso, no un productor, cuyo valor predeterminado es el entretenimiento.

Se definen por su similitud con todos los demás. Ser diferente y tener ideas no convencionales induce ansiedad en el hombre-masa que siempre evitará eso. Siguen la cultura pop y los líderes populistas.

Las mentes de las masas no son capaces de trascender porque no reconocen ninguna autoridad superior a ellas mismas. Se adhieren a algunas ideas simples e inmutables, no más profundas que los memes. 

“El individuo [de masas] se encuentra ya con un stock de ideas. Decide contentarse con ellos y considerarse intelectualmente completo. Como siente la falta de nada fuera de sí mismo, se instala definitivamente en medio de su mobiliario mental. Tal es el mecanismo de la autodestrucción”. 

Las masas tienen opiniones basadas en intuiciones y ningún contraargumento las convencerá. Sus ideas son tan inmutables como sus vidas. Eligen el hedonismo en lugar del esfuerzo con un propósito. Son autosuficientes en un mundo complejo e interrelacionado.

Las mentes masivas rechazan la discusión abierta, ya que amenaza sus ideas. Su argumento es el respeto por sus creencias, no la discusión de ellas. La acción, el poder y la violencia reemplazan la discusión en la cultura fascista del hombre-masa.

Las opiniones son libres, pero ¿cómo podemos juzgar su valor? El autor argumenta que la opinión debe basarse en una autoridad externa, debatida, refinada, matizada y, posiblemente, desechada. Las opiniones no tienen valor fuera de la subjetividad si no se contrastan en el debate en una sociedad abierta.

El hombre-masa no es una clase social, sino una mentalidad. Los especialistas están incluidos en este tipología. Las especializaciones científicas y filosóficas producen expertos técnicos que conocen su campo limitado, pero son ignorantes en la mayoría de las otras áreas. Para Ortega el especialista es:

“...un ignorante docto, lo cual es cosa muy grave, pues implica que es un ignorante, no a la manera del ignorante, sino con toda la petulancia del que es docto en su particular línea."

La especialización puede reforzar la mentalidad de hombre-masa.

La idea orteguiana del gobernante tiene varios nombres: el hombre noble, el hombre selecto, el hombre excelente. Son sabios generalistas que tienen un amplio conocimiento del mundo.

La mente de masas es inmóvil, la noble es de esfuerzo decidido, busca en algo mejor que ellos mismos. Su objetivo es la superación personal, no la autosatisfacción. La humildad y la sabiduría caracterizan a estos líderes.

“La nobleza se define por las demandas que nos hace, por obligaciones, no por derechos”. 

Aquellos que son capaces de ver la naturaleza problemática de la existencia, incluidas sus limitaciones y tragedias, son aptos para liderar, porque no se distraen con fantasías e ilusiones.

El hombre-masa como líder mundial:

Estoy hablando conmigo mismo, número uno, porque tengo muy buen cerebro y he dicho muchas cosas... Sé lo que hago y escucho a mucha gente, hablo con un mucha gente y en el momento apropiado te diré quiénes son las personas. Pero hablo con mucha gente. Mi consultor principal soy yo mismo, y tengo, ya sabes, tengo un buen instinto para estas cosas".

Donald Trump en una entrevista en Morning Joe de MSNBC, marzo de 2016

Perspectivismo 

“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo, no me salvaré a mí mismo. Benefac loco illi quo natus est, leemos en la Biblia. Y en la escuela platónica se nos da como compañía de toda cultura, esto: “salvar las apariencias”, los fenómenos. Es decir, buscar el sentido de lo que nos rodea”.

Esta cita es una inmersión cultural, ya que incluye referencias, tanto a la tradición judeocristiana como a la griega, que son la base de la cultura occidental. Estas son las amplias "circunstancias" que Ortega le señala al lector e incluye su situación personal momentánea. Además, argumenta su idea con una anécdota de Heráclito. Este filósofo griego estaba en la cocina cuando algunos discípulos llegaron a visitarlo. Se sobresaltaron al verlo en esas circunstancias, pero Heráclito les invitó a pasar a la cocina diciendo: "Pasen, que los dioses también están aquí".

Ortega incluye tanto la cultura occidental tradicional y su vida cotidiana como objeto de reflexión filosófica. Esto significa que no hay ningún elemento de la realidad que no esté incluido en la consideración filosófica. En esto Ortega coincide con otras corrientes del siglo XX, como el vitalismo, el existencialismo y la fenomenología. Adoptó este último como su método, partiendo de los fenómenos de su entorno y pasando a la cultura general en un enfoque inductivo que denominó perspectivismo:

"El ser definitivo del mundo no es la materia ni el alma, no es una cosa determinada, sino una perspectiva", "...donde está mi pupila, no hay otra...somos insustituibles".

En un giro neokantiano, el punto de vista de Ortega incluye la percepción activa del sujeto que da sentido a sus circunstancias. Esto llevará al autor a reflexionar sobre temas aparentemente ajenos a la filosofía como la esencia de la caza, la meditación sobre un cuadro o el paisaje de Guadarrama.

Desde la visión íntima del perspectivismo surge la pregunta de cómo decidimos qué es verdad. Ortega se opone a las pretensiones racionalistas de que existe una verdad absoluta, desvinculada de lo circunstancial. Afirma que la verdad está siempre asociada a la situación del sujeto. La verdad consiste en tomar conciencia de esta realidad a partir de las circunstancias existentes que rodean al sujeto. La sierra de Guadarrama es diferente vista desde Madrid o Segovia. Ninguna perspectiva es más verdadera; son complementarios. Esta complementariedad es lo que distingue la visión de Ortega del relativismo y el escepticismo.

Racionalismo, para Ortega, intenta alcanzar una verdad eterna evitando la consideración de circunstancias históricas, sociales y personales. Se basa en la abstracción teórica desprovista de referencia. El escepticismo, según el autor, se basa en obviar lo inmediato y concreto, para luego declarar que es imposible conocer la verdad, ya que la experiencia humana demuestra que existen dos visiones opuestas.

El perspectivismo requiere que los lectores reflexionen sobre sus propias vidas antes de comprometerse con la sociedad. “Yo soy yo y mis circunstancias”, corresponde al adagio socrático, “conócete a ti mismo”.

Ratiovitalismo

Para Ortega la tradición occidental, desde la Grecia antigua hasta el quiebre de la Modernidad, ha basado su pensamiento en el racionalismo. Este es el concepto abstracto de que la racionalidad es perfecta y la espontaneidad es sustituida y descalificada.

“En el orden intelectual, los individuos deben reprimir sus convicciones espontáneas, que no son más que opinión (doxa) y adoptar en su lugar los pensamientos de la razón pura, que son verdaderos «conocimientos» (episteme).”

El objetivo era reconstruir el mundo a partir de la razón pura que, a través de la lógica, proporcionaría verdades eternas. La razón se trató como un hecho, pero se ignoró su constitución humana, quitándole vitalidad e historia a la construcción.

Sin embargo, suprimir no significa eliminar y los individuos. Conservarán la espontaneidad bajo la racionalidad. Ortega explica el cambio en los individuos como un paso por 3 momentos espirituales: tradición, racionalismo y misticismo, similar a la tesis-antítesis-síntesis de Hegel. 

En la tradición, la espontaneidad se somete gradualmente al pasado: la cultura en forma de ciencia, ética, religión o derecho, se convierte en autoridad y, finalmente, su creador, la vida, se somete a ellos. La cultura continúa porque sus creadores la sustentan, no como creación, sino como tradición. (Esto es similar al concepto de Feuerbach de que Dios fue creado por la humanidad, pero los humanos ahora creen que Dios los creó). La vida se pone al servicio de las ideas en una inversión radical entre vivir y pensar.

La consecuencia de este cambio es que las personas intentarán encajar el mundo en categorías racionales y fracasarán hasta que cuestionen acomodar la vida en un marco puramente racional. La vida no debe estar sujeta a la razón, sino todo lo contrario: la razón debe estar al servicio de la vida. La modernidad racional busca protección. Su

“…prioridad es servir: a otro hombre, a un emperador, a un mago, a un ídolo. Cualquier cosa, antes que sentir el terror de enfrentar solo, con el propio pecho, el embate de la existencia.”

Ante la imposibilidad de alcanzar la verdad a través de la razón pura, la modernidad ha adoptado como solución el relativismo.

Para Ortega la verdadera solución es buscar el equilibrio entre la vida y la razón. Esto significa ordenar el mundo, no desde la pura razón sino desde la perspectiva de la vida. Esta síntesis es un razonamiento vital, una racionalidad narrativa que el razonamiento matemático ha ignorado. Es la inclusión de la vida y la historia, razonamiento vital porque es biográfico, no biológico. Es también el razonamiento histórico él que supera, pero no excluye, el razonamiento matemático. La verdad reside en las perspectivas distribuidas de cada individuo que ve la verdad parcial. Estos no son contradictorios, sino complementarios.

Ortega también es crítico con el dicho de Descartes "Pienso, luego existo". Afirma que los individuos no son res cogitans sino res dramatica, ya que no existen porque piensan, sino por el contrario, piensan porque existen. El concepto orteguiana del sujeto es que es un objeto que se crea a sí mismo en la realidad y la representación y se relaciona con otros colectivamente, cada uno en sus circunstancias.

Materialismo filosófico

El objetivo de Ortega era ir más allá del idealismo y el positivismo (lo que él llama realismo ingenuo). Tradicionalmente son filosofías opuestas en la historia de la filosofía. 

El positivismo se basa en la existencia de lo dado. Asume que lo que ves es lo que hay y que el universo simplemente está ahí. Supone que existe un mundo objetivo y que las cosas aparecen como realmente son o que bastaría con descorrer el velo de la apariencia.

"El realismo antiguo que parte de la existencia indudable de las cosas cósmicas es ingenuidad filosófica. Es inocencia paradisíaca".

Para el realismo filosófico sólo existe lo inmediato, lo útil y lo medible. La realidad objetiva se convirtió en la meta de la filosofía y el punto de vista subjetivo fue descartado como si no interviniera en el proceso de conocer, en la relación sujeto-objeto.

El idealismo es la teoría predominante de la modernidad y es responsable de distanciar a la humanidad de la realidad. El cartesiano "pienso, luego existo", transforma el mundo en un objeto de pensamiento. Restablecer el contacto con las cosas no es tarea fácil.

Ortega piensa que el idealismo nos expulsa del mundo exterior con el sujeto dejando de aceptar ingenuamente la existencia de una realidad exterior donde las cosas son como parecen. El sujeto debe ser liberado de esta prisión del ego donde desconfía de la realidad como una posible ilusión:

“El idealismo propone que suspenda mi creencia en la realidad fuera de mi mente que parece tener este teatro. En verdad, me dice, este teatro es sólo un pensamiento, una visión o una imagen de este teatro .”

Ni la realidad sola, ni el individuo por sí solo pueden ser la base de la filosofía. Ambos aparecen mutilados en nuestra experiencia cotidiana porque el individuo aporta ideas, sentimientos, categorías... y la realidad también impone sus condiciones. Ortega busca una síntesis de realismo e idealismo y propone la vida como referencia básica de la filosofía.

La referencia radical, sin embargo, no es mi existencia. No soy yo, sino mi convivencia con el mundo. En la vida hay una convergencia de sujeto y objeto, realidad y conciencia. Ortega se sitúa a medio camino entre el mundo y la conciencia subjetiva, evitando cualquier abstracción:

“La vida es lo que somos y lo que hacemos, es por tanto, de todas las cosas, la más cercana a cada uno de nosotros.”

La vida humana también es básicamente problemática. La gente vive consciente de los dilemas del cómo y el por qué de la vida. Esto explica la inevitabilidad de la filosofía.

"Lo vital es lo concreto, lo incomparable, lo único. La vida es lo individual".

Sin embargo, hablar de humanidad sin humanos es una abstracción. La vida es también convivencia.

Ortega se vincula con el existencialismo, particularmente con Heidegger, al definir al ser humano como en proceso de creación, siempre reinventándose, creando su propia vida. Contamos con nosotros mismos y también con el mundo que nos rodea. Este es el significado de "yo soy yo y mis circunstancias". El sujeto y la realidad, las dos partes del binario idealismo/realismo, interactúan entre sí. Esta es la síntesis de Ortega.

Proceso de pensamiento

Ortega describió su propio pensamiento de esta manera:

"He ido cercando poco a poco, como lo hicieron los hebreos, para tomar Jericó."

Este enfoque en espiral del pensamiento filosófico proviene de su afán por ver los conceptos desde tantas perspectivas como sea posible en su búsqueda de un punto de vista apropiado, que puede ser la combinación de todos ellos.

Otro proceso de pensamiento que usa Ortega es cavar hasta las "raíces" para encontrar los fundamentos pasados ​​por alto, y luego ventilarlos.

Un tercer elemento en su proceso de pensar es partir de los fenómenos de su entorno para pasar a la cultura general. Este enfoque inductivo lo denominó perspectivismo. 

Sus tres estrategias mentales, lejos de ser dialécticas, son perspectivistas. Se enfrentan a pensamientos binarios, como el realismo versus el idealismo, en una búsqueda de síntesis. Las perspectivas se multiplican en espiral, inductivamente, para profundizar en su arraigo.

Ortega presenta la historia de la filosofía como una unidad cerrada y sus reflexiones sobre ella se dirigen a comprender la naturaleza de la filosofía misma. Concluye que la filosofía es una forma histórica de pensar.

Para el autor es también una forma de pensar "radical", en el sentido de que filosofía y radicalismo son lo mismo. Explica que su pensamiento en espiral no es para alcanzar cimas, sino cavar hasta los abismos de principios y premisas: llegar a las raíces. Pero el filósofo vive en su propio tiempo y por eso su radicalismo está enmarcado por su época. No puede profundizar más de lo que permiten otros filósofos. En este sentido la filosofía es histórica.

Sin embargo Ortega rechaza las ideas recibidas del pasado y afirma que los conceptos históricos deben ser examinados y sus medias verdades y suposiciones expuestas.

Algunas de sus premisas básicas son:

- La filosofía es un sistema de interpretaciones que el ser humano elige ante situaciones vitales.

- Ser no es algo dado, sino una invención humana, forjada por los humanos, para tratar con el mundo. 

- La vida no es reducible a una u otra explicación. Es polifacético.

- La filosofía está cambiando y puede convertirse en un proceso de pensamiento muy diferente

Este último punto es central al considerar a Ortega. Su forma de pensar la filosofía no se ajusta a ninguna escuela ni metodología. Es una forma de vida que consiste en pensamiento radical. Esta es la paradoja esencial que el autor encuentra en su propio pensamiento: el filósofo aventura su vida en la filosofía, pero no puede comprometerse con ninguna filosofía. Como tal, para Ortega, existe una oposición básica entre las filosofías y la filosofía y ninguna filosofía sería auténtica si fuera una de las filosofías posibles. Un punto de vista ciertamente 'radical'.


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