El contrato social par Jean-Jacques Rousseau

 


Contexto

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) no tuvo una educación formal, aunque leyó mucho en filosofía, ciencias políticas, literatura moderna y antigua. Esto le llevó a mediar en sus escritos entre teorías políticas opuestas, como las de Hobbes, Montesquieu y Locke, en una síntesis aparentemente contradictoria. En algunas obras, el autor adopta los puntos de vista conservadores de Grotius y Hobbes, quienes defendían la subordinación a los monarcas absolutos como la única forma de evitar caer en la brutalidad de la naturaleza. Sin embargo, al igual que Montesquieu y Locke, también sostiene que es necesario apoyar los derechos individuales para proteger a los ciudadanos de los abusos de poder.

A pesar de registrar estos enfoques contemporáneos en conflicto, Rousseau era un clasicista de corazón. Admira la Política de Aristóteles y, al tiempo que aplaude la democracia directa en Esparta, concluye que sería imposible en su época. Su proyecto consistía en describir cómo los humanos podían pasar de su estado natural a una sociedad civil, respetando el bien común.

A su llegada a París en 1742 conoció a Diderot y así fue introducido en el pensamiento de los Lumières que iban a escribir la Encyclopédie. Estos filósofos tenían ideas diferentes, pero una creencia común: la razón humana era la clave del progreso. Esto les hizo hostiles a la revelación religiosa, al dogma, al conocimiento recibido y a la fe ciega. En un principio Rousseau mantuvo una amistad con los enciclopedistas, pero luego se separaron cuando el autor defendió la fe religiosa y puso en duda la razón como medio del progreso humano.

La reacción de Rousseau a la formalidad de la razón que seguía la Ilustración, tuvo su fundamento en un nuevo romanticismo revolucionario. Este fue su intento de encontrar un sustituto secular a la religión para escapar de la visión utilitaria y empírica de sus contemporáneos. El igualitarismo, el culto al hombre común y su cuestionamiento de la jerarquía social forman parte de su visión romántica. Su referencia abstracta a un supuesto 'estado de naturaleza' también tiene un matiz romántico, ya que evoca un estado pasado del Edén. En este estado la naturaleza humana era buena, pero ahora se ha echado a perder por influencias sociales, según el autor. Este concepto sentó las bases para la idea romántica posterior de la libre expresión en el arte, ignorando las reglas humanas formales y volviendo a la naturaleza.

Resumen

En El Contrato Social o los principios de los derechos políticos (1762), Rousseau trata de articular cómo los individuos pueden integrarse en la comunidad. Las libertades individuales deben estar garantizadas por un contrato social ideal que define cómo el bien común es el criterio razonable para este objetivo de síntesis entre lo particular y lo general. Su ideal republicano se expresa en cuatro partes: renuncia a los derechos naturales en favor del Estado que protegerá y realizará la igualdad y la libertad; el pueblo salvaguardará el bien común frente a grupos de intereses a través de la legislatura; la democracia se mantendrá pura a través de asambleas legislativas; la creación de un Estado o religión civil.

Rousseau presenta sus ideas en un libro de cuatro volúmenes.

El Contrato Social comienza con las palabras:

“Los hombres nacen libres, pero en todas partes están encadenados.”

Luego describe las muchas formas en que la sociedad civil encadena el derecho innato de libertad de la humanidad. Se queja de que la comunidad no garantiza la igualdad y la libertad. El autor afirma que la única autoridad legítima es aquella a la que las personas consienten. Los ciudadanos celebran un contrato social con el gobierno para garantizar la protección mutua.

La forma ideal de este contrato social está compuesta por todos los que integran una sociedad civil, a la que Rousseau llama "soberano" y que expresa la voluntad de la comunidad. Define la voluntad general como la necesidad de administrar para el bien común.

Las leyes del Estado están informadas por la voluntad general y, aunque codificadas por un legislador, deben expresar el consenso general. Todas las leyes deben mantener la igualdad y las libertades individuales, aunque las circunstancias locales pueden afectar a personas particulares en condiciones específicas. Las leyes dependen de la voluntad general del pueblo, pero se necesita un órgano ejecutivo para supervisar la aplicación de la ley y el funcionamiento diario del Estado.

El gobierno puede tener diferentes formatos: monarquía, aristocracia y democracia. Todas estas formas tienen ventajas y desventajas. Monarquía es el arreglo más fuerte y es adecuado para climas cálidos. Sin embargo, según Rousseau, la aristocracia, el gobierno de unos pocos, es la forma administrativa más estable y preferida.

El autor sostiene que para evitar conflictos serios entre el gobierno y la voluntad del pueblo, el soberano debe convocar asambleas periódicas donde el pueblo vote sobre la voluntad general. Rousseau cree que en una asamblea estatal saludable los votos serían casi unánimes, ya que la gente conocerá y votará por sus intereses generales. Este sistema de referéndum debe incluir los votos de todos los ciudadanos, no de los representantes, ya que eso significaría una pérdida de soberanía. El filósofo también propone la existencia de tribunales como mediadores, en caso de conflictos entre el soberano y el gobierno o entre particulares.

Temas

Libertad

Para Rousseau la libertad total es el estado natural de la humanidad. Define esta libertad como física, no siendo dominado por otros ni por un Estado represivo, y teniendo libertad de espíritu, ya que no esclavizado por necesidades sociales artificiales. Según Rousseau, las pasiones conducen a necesidades y deseos. En el estado de naturaleza, las necesidades se limitan a los requisitos de supervivencia y reproducción. Las sociedades modernas multiplican las necesidades para incluir elementos no esenciales, como el entretenimiento y los lujos, que se convierten en necesidades y nos esclavizan. Estos son la base de la desigualdad moral, ya que unos tienen que trabajar para satisfacer las necesidades de otros, lo que lleva a la dominación. El autor creía que sus contemporáneos estaban alienados de su libertad natural y esto provoca los males sociales de explotación, dominación y depresión.

Su solución a estas enfermedades sociales fue el Contrato Social que aseguraría las libertades individuales, junto con algunas restricciones. Sin embargo, Rousseau admitió que la propiedad y las leyes nunca permitirían que las personas fueran completamente libres. 

El estado de naturaleza

Rousseau describe el estado de naturaleza, término acuñado por Hobbes, como el lugar y el tiempo imaginarios en los que la humanidad vivía en una condición no corrompida por la sociedad. Las personas tenían total libertad física, podían hacer lo que quisieran y no estaban coaccionadas por el Estado o la sociedad, a diferencia de la época contemporánea en que las personas aceptan la ley, la propiedad y la desigualdad como algo natural. Sin embargo, la desventaja era que en el estado de naturaleza aún no se había descubierto ni la racionalidad ni la moralidad.

Las concepciones de Rousseau y Hobbes difieren. El filósofo inglés concibió el estado de naturaleza como él de la guerra y el salvajismo. Hobbes también vio la naturaleza humana como brutal ("El hombre es un lobo para el hombre."), mientras que Rousseau creía que la naturaleza humana era esencialmente buena. Admitió, sin embargo, que nunca podríamos volver al estado anterior de naturaleza y, por lo tanto, era necesario realizar nuestra bondad natural completa. 

Igualdad

Rousseau diferencia entre dos tipos de desigualdad: natural y moral. La desigualdad natural proviene de la edad, la salud u otras diferencias físicas y no se puede cuestionar. La desigualdad moral se deriva de las convenciones humanas. El autor exploró el origen de esta convención en un experimento mental que llamó el estado de naturaleza.

La desigualdad humana no existe en el estado de naturaleza, salvo las diferencias físicas. Lo que crea las desigualdades sociales, según el autor, es la distinción de clases, y el dominio y explotación de unos sobre otros, resultante de la posesión de bienes. Una consecuencia de la propiedad es el trabajo y la opresión que de él resulta. Su argumento principal es que la propiedad creó desigualdad entre los humanos. Históricamente, cuando nuestros antepasados ​​comenzaron a cooperar en la agricultura y la industria, surgió la propiedad privada y comenzaron las desigualdades.

Rousseau insiste que la propiedad institucionalizada está en la raíz de la desigualdad moral, porque si las personas poseen cosas entonces su patrimonio no tiene relación con sus diferencias físicas. Afirma que todos los seres humanos son más o menos iguales en su estado natural e identifica maneras en que un gobierno justo imponga la igualdad. Esto condujo a la necesidad de un gobierno estable, guiado por un contrato que uniría muchas voluntades en una sola. Sin embargo, el autor no denuncia la propiedad en sí (como el anarquista Bakunin en el siglo siguiente), sino las desigualdades provocadas por la propiedad.

La Voluntad General y el Bien Común

La voluntad del soberano, el pueblo en su conjunto, es la Voluntad General cuyo fin es el bien común, es decir, lo mejor para todo el Estado. En un Estado sano los ciudadanos saben lo que es bueno para la colectividad, por encima de sus propios intereses. Esto tomará la forma de ley que asegurará las libertades individuales.

Rousseau reconoció que el concepto de voluntad general era abstracto, no específico. Estableció reglas y sistemas de gobierno, pero no determinó qué individuos eran responsables de las regulaciones. Cada persona que cedía sus derechos individuales a la voluntad general estaba cediendo voluntariamente su libertad personal, porque así lo decidían las leyes.

Cuando, a través de la cooperación mutua, los hombres comenzaron a dedicarse a la agricultura, a la industria y a poseer propiedad privada, surgieron las desigualdades y con ellas la necesidad de establecer un gobierno estable mediante un contrato que uniera muchas voluntades en una sola.

Soberanía

La tradición francesa de la soberanía fue resumida por la frase de Luis XIV: "L'État c'est Moi." En la época de Rousseau el monarca seguía siendo el gobernante absoluto. Sin embargo, el autor dio otro significado a la palabra al decir que la soberanía residía en el pueblo, y que su voluntad general no debía ser invalidada por nadie fuera de su colectividad. El gobierno se convierte así en un ejecutor del respeto de la voluntad del pueblo, no de la suya propia.

Sin embargo, hay cierto absolutismo en el soberano de Rousseau. Es tan absoluta como la de Hobbes, salvo que el inglés concentra el poder en una sola persona, el Rey, mientras que el francés lo focaliza en la Voluntad General. La comparación entre las dos concepciones se ha expresado como: “El soberano de Rousseau es el Leviatán de Hobbes decapitado.”



No hay comentarios:

Publicar un comentario