El concepto de angustia por Kierkegaard



Contexto

Søren Kierkegaard (1813–1855) vivió durante la primera mitad del siglo XIX, una era en la que la Revolución Industrial afectaba a todas las vidas en Europa. En particular el filósofo planteó dos cuestiones: la relación entre los humanos y sus máquinas y la acumulación de vastas riquezas en manos de una minoría.

El concepto aristotélico del hombre como 'animal racional' adquirió ahora un nuevo contexto. Las máquinas funcionan lógicamente y pueden producir lo que los humanos solían crear a mano. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el humano y la máquina? ¿Cuál es la nueva definición de ser humano?

La otra cuestión era la de la alienación. El aumento de la riqueza de unos pocos significó que las divisiones de clase se hicieran más pronunciadas, como lo documentaron Marx y Dickens. La vida de los trabajadores también había cambiado repentinamente: un horario agrario lleno de fiestas patronales y un promedio de seis horas de trabajo diario se habían transformado en siete jornadas de 12 horas. Definir al ser humano en este contexto era un problema con nuevas respuestas.

La respuesta de Kierkegaard se basó en su formación teológica. Se centró en la experiencia humana, las emociones y la autenticidad personal. 

El pensamiento cristiano subraya la importancia del individuo en la persona de Cristo. Kierkegaard afirma que "la existencia precede a la esencia” porque el valor intrínseco de un ser humano es más de lo que puede producir. El ser humano es el sujeto incomparable y único, no un objeto:

"El hombre es diferente de otras criaturas simplemente por su conciencia, no solo de lo que es, sino también de lo que puede llegar a ser".

Kierkegaard insiste en que la existencia es mucho más que lógica e ideas y, como en el concepto de superhombre de Nietzsche, pensó en los humanos como trascendentes. Los pensadores ateos como Nietzsche, Camus y Sartre ven la transcendencia humana en su conversión en maestros de sus propios valores. Los teístas, como Kierkegaard, pensaban que la existencia trasciende hacia Dios. Nietzsche criticó a sus contemporáneos por no tomar en serio la muerte de Dios; Kierkegaard lamentó que su generación no tomara a Dios en serio. 

Kierkegaard también fue un crítico radical de Hegel. Era un teólogo, no un filósofo, y rechazó el intento hegeliano de sistematizar la vida en verdades filosóficas coordinadas, como tesis-antítesis-síntesis. El autor danés criticó la sistematización porque generaba un mundo cercado en verdades unificadas. Para Kierkegaard la existencia es todo lo contrario del sistema cerrado. Es discontinuidad y disrupción.

Otra crítica del autor a la teoría hegeliana era su abstracción. Argumentó que el pensamiento abstracto aislaba conceptos en jerarquías, unos determinando, otros promoviendo procesos. En cambio, propuso el pensamiento concreto y la experiencia personal como medios de análisis. En una crítica metafórica, Kierkegaard declaró que los pensadores abstractos son imaginarios que viven en grandes palacios de ideas profundas, mientras que en realidad habitan cabañas sin vida ni profundidad.

La abstracción también contenía un error histórico, según Kierkegaard. La dialéctica según Hegel se resolvería finalmente en Dios. Para el teólogo esta proposición era inaceptable. La filosofía de Hegel entiende el cristianismo a través de conceptos, pero Kierkegaard concibe su fe como una experiencia infinita de sufrimiento. El hegelianismo busca el pensamiento objetivo; Kierkegaard cree en la existencia personal como primera referencia.

El factor divisorio entre los dos es cuál está más cerca de la verdad. Hegel consideraba la religión como la última forma de conciencia, pero que debía ser superada porque se confundía con los sentimientos. Kierkegaard pensó que la fe implicaba la pasión de aferrarse a algo que superaba la comprensión. Su conflicto era entre los dos paradigmas: la verdad razonada y la veracidad personal.

Otra faceta de su conflicto tuvo su origen en la fuerte influencia tradicional del racionalismo hegeliano, predominante en la era anterior. El romanticismo floreció contra la ideología revolucionaria a principios del siglo XIX. Las teorías racionales comenzaron a aparecer como alienadas, abstractas e irreales para los románticos. Estos abrazaron la irracionalidad y las emociones, situando en el centro de su filosofía al individuo, lo concreto y lo inmediato.

Kierkegaard, en consonancia con la tradición romántica, insiste en que los individuos viven una existencia personal y se centran en la emoción. Es una intensidad emocional que la razón no puede reflejar, porque los conceptos falsean la existencia sensible:

“Porque pensar que por un instante uno puede interrumpir y detener el curso de la vida personal, es un engaño”.

El paso del pensamiento racional y abstracto al romanticismo y su apasionada adhesión a lo inmediato y concreto es una transición natural en la filosofía. La ideología racional de Hegel creó su propia antítesis en el romanticismo. El racionalismo crea un sistema mecánico; el romanticismo subraya el nivel emocional y espiritual subjetivo más que la objetividad. Sin embargo, en realidad son aspectos complementarios de la condición humana.

Comentario

El Concepto de Ansiedad: Deliberación Psicológicamente Orientadora Simple sobre la Cuestión Dogmática del Pecado Hereditario fue publicado en 1844. El autor usó el seudónimo Vigilius Haufniensis que en latín significa "El Vigilante de Copenhagen".

CONTENIDO

Prefacio

Introducción

Capítulo I. El pavor como presupuesto del pecado original y como explicación retrogresiva volviendo a su origen

1. Indicaciones históricas relativas al concepto de pecado original

2.El concepto del primer pecado

3.El concepto de inocencia

4.El concepto de la Caída

5.El concepto de pavor

6. El temor como presupuesto del pecado original y como explicación del pecado original retrocediendo en la dirección de su origen.

Capítulo II. Temor como pecado original progresivo

1. Pavor objetivo

2. Pavor subjetivo

Capítulo III. El pavor como consecuencia de ese pecado que es el defecto de la conciencia de pecado.

1.Temor por falta de espíritu

2.Temor determinado dialécticamente en vista del destino.

3. Pavor dialécticamente definido en vista de la culpa

Capítulo IV. El pavor en el pecado, o pavor como consecuencia del pecado en el individuo particular.

1.Temor al mal

Capítulo V

El temor como experiencia salvadora por medio de la fe.

Para el narrador de El concepto de la ansiedad, Vigilius Haufniensis, la ansiedad/el pavor/la angustia es un miedo vago. Da el ejemplo de alguien parado al borde de un precipicio desde el cual puede ver todas las perspectivas de vida. Está parado en una encrucijada de decisión con la libertad de elegir. Esto provoca en el individuo un sentimiento de pavor que el narrador llama el "vértigo de la libertad".

Para el autor, el pecado original es el origen de la angustia y comienza su exposición con el relato del Génesis de Adán y Eva. Cuando Dios le ordenó a Adán que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, le dejó con una elección. Adán ignoraba la diferencia entre el bien y el mal porque eso solo podía provenir del fruto. Esta situación de decisión de obedecer o no a Dios fue el nacimiento de la angustia porque, argumenta Kierkegaard, la ignorancia de la angustia es ignorancia de nada. La angustia de la persona al borde del precipicio es el salto a un vacío del que no sabe nada.

Las personas experimentan ansiedad en cada elección que tienen que hacer. Esto significa que cuantas más opciones tanto aumenta nuestro nivel de ansiedad.

Sin embargo, para el teólogo Kierkegaard, desesperarse ante la angustia sería un pecado. La solución es abrazar a Dios y encontrar un propósito en la vida. La elección es: esclavitud a la ansiedad, o libertad y salvación a través de las enseñanzas de Dios:

"Quien ha aprendido a angustiarse de la manera correcta ha aprendido lo último... La angustia es la posibilidad de la libertad, y sólo esa angustia es, a través de la fe, absolutamente educativa, porque consume todos los fines finitos y descubre todo su engaño."

En el segundo capítulo el narrador despeja dudas al definir el pavor como pecado original. 

"El pecado entra por el pavor, pero el pecado trae consigo el pavor". 

El título incluye la psicología como parte del análisis del libro y su método es psicótico en la medida en que es intuitivo. De hecho, puede ser una ventana a su propia psicología, ya que el pavor es el proceso mental de alguien con un profundo sentimiento de culpa, posiblemente patológico. 

Sin embargo, para Kierkegaard el pavor que analiza en su libro no es patológico, sino parte de nuestro ser-en-el-mundo. Se origina en Adán y todos los humanos participan en él.

Esta herencia es, en sí misma, paradójica, porque los humanos tienen la libertad de elegir solo porque la elección ya fue hecha y la humanidad la heredó de Adán. Esto significa que la existencia humana tiene sus raíces en la culpa, representada por el pecado original en el mito de Adán. Lo que se perdió en el pecado original fue la inocencia. Los humanos, para Kierkegaard, son culpables de no ser inocentes. Es, paradójicamente, una culpa forzada y una inocencia perdida, pero sin embargo real.

Temas

Individualismo y libertad.

El individuo es central en la filosofía de Kierkegaard:

"... el ser humano es individuum y, como tal, a la vez él mismo y todo el género humano, de modo que todo el género participa del individuo y el individuo de todo el género".

Sin embargo, la persona individual tiene una relación intrínseca con el mundo más amplio. La ansiedad surge cuando esta relación interpersonal experimenta tensión.

Al contrario de Hegel, Kierkegaard afirmó que los humanos son libres de elegir si aceptan o no el sistema. De hecho, los individuos pueden tomar sus propias decisiones éticas y no tienen que ajustarse a la autoridad. Para él nuestras decisiones afectan nuestra identidad.

Al mismo tiempo que Marx, Kierkegaard concluyó que los humanos se encuentran en un estado de alienación de su propia naturaleza. Ambos filósofos también coincidieron en que la filosofía y la vida deben apuntar a mejorar el mundo. Sin embargo, Marx pensó que la economía impulsaba la historia, mientras Kierkegaard vio el libre albedrío como la dinámica de la historia. Marx culpó al capitalismo por la alienación humana; Kierkegaard declaró que los humanos son la causa de su propia alienación.

La libertad fue un concepto importante para Kant y Hegel, pero Kierkegaard criticó la vacuidad de las ideas de los filósofos anteriores sobre el tema. Se dio cuenta de que la libertad no era sólo expresión personal, sino una forma de estar-en-el-mundo.

La libertad de elegir está en el centro de la existencia, según Kierkegaard, y por tanto implica compromiso. Sigue a Sócrates al rechazar las respuestas rutinarias y declara que todos debemos asumir la responsabilidad individual por las afirmaciones sobre el conocimiento y la ética.

El problema epistemológico tradicional era la verdad objetiva. Kierkegaard da la vuelta a esto al afirmar que la tarea esencial en la vida es ser más conscientes de nuestra propia subjetividad. Afirma que la búsqueda de la objetividad es un intento de escondernos de nosotros mismos. La autodirección y no el seguimiento de multitudes es cómo llegar a la verdad que solo puede provenir de nuestras decisiones y experiencias. La verdad es subjetividad:

“La verdad es una trampa: no puedes obtenerla sin que ella te atrape a ti; no puedes obtener la verdad capturándola, solo si ella te captura a ti”.

Para el autor, subjetivo se refiere 'a un sujeto' que percibe, decide y actúa. No rechaza la noción de objetividad, pero insiste en que los hechos sólo se convierten en verdad cuando se relacionan con las acciones y decisiones de un individuo y así adquieren significado. Los hechos subjetivos son lo que te importa y son parte de tu existencia consciente. Vivir tus creencias, no obedecer a un sistema, fue su mensaje.

También se puede argumentar que los puntos de vista de Kierkegaard sobre la subjetividad están fuertemente influenciados por la tradición romántica emergente de su tiempo. 

Pecado

Para Kierkegaard la desesperación es pecado. La desesperación es renunciar a la voluntad de ser uno mismo. Esto implica poner excusas por sus acciones y pretender ser una víctima cuando no lo es. 

Otro estado pecaminoso es estar dispuesto a estar desesperado. Eso significa no hacer el esfuerzo de mejorar o reformar cuando, a sabiendas, uno es menos que ideal. Es una forma de desesperanza aceptada.

"Y esta es una de las definiciones más cruciales para todo el cristianismo: que lo opuesto al pecado no es la virtud, sino la fe".

Kierkegaard, a través de su narrador Vigilio, rechaza la interpretación cristiana tradicional del relato de Génesis 2. El pecado original no es el primer pecado sino el primer salto de la ignorancia inocente al pecado. Esta inocencia se vive en un estado de angustia que permite la libertad y por tanto el salto al pecado. El mito de Adán retrata a la pareja, prototipos de la humanidad, y cómo los humanos pecan al pasar de la inocencia a la culpa al rechazar una relación con Dios.

Fe

Kierkegaard fue profundamente cristiano pero no un apologista de la religión. Reconoció abiertamente que su fe es paradójica e irracional. Aunque cree en la encarnación, acepta que es absurda. Afirma que el principal problema de la religión es que la gente la formula en doctrinas, pero él afirma que no se puede intelectualizar:

"La fe constituye una esfera en sí misma, y ​​toda incomprensión del cristianismo puede reconocerse de inmediato transformándola en doctrina, transfiriéndola a la esfera de lo intelectual".

El desinterés del autor por la objetividad radica en su creencia en lo subjetivo y personal. La fe era racionalmente injustificable, pero personalmente aceptable. Pensó que las personas debían asumir la responsabilidad de sus creencias, ya que creer implica opciones. La elección, para él, es el núcleo de la existencia y es una parte integral de la libertad.

“La fe es precisamente la contradicción entre la pasión infinita de la interioridad del individuo y la incertidumbre objetiva. Si soy capaz de captar a Dios objetivamente, no creo, pero precisamente porque no puedo hacer esto, debo creer”.

Kierkegaard cita el episodio bíblico en él que Dios llama a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac para probar su fe. La fe del padre en Dios es inexplicable e irracional, pero es subjetiva, sólo comprensible entre Abraham y su Dios. Este es el sello de la fe: es personal.

El absurdo

Para el autor el absurdo es un estado que no se puede explicar racionalmente. Dos de las experiencias centrales de la existencia humana, según él, son la finita y la infinita. El conocimiento de la muerte nos dice que tenemos un tiempo limitado en la tierra y esta es la experiencia de la finitud. El infinito se experimenta en las posibilidades, aparentemente ilimitadas, que tenemos en este tiempo limitado. La dialéctica entre las dos experiencias puede provocar ansiedad. Kierkegaard llamó a esto “el vértigo de la libertad”, una situación absurda en la que somos tan libres que nos volvemos incapaces de elegir y tendemos a seguir tendencias en lugar de pensar por nosotros mismos.

El autor, como teólogo, afirma que Dios está más allá de la razón humana y es totalmente inexplicable. Este es su Dios absurdo, que presenta como positivo, ya que significa que hemos dejado de intentar comprender la divinidad. Creer y actuar sobre la base de este Dios incognoscible es la definición del autor de la fe:

“Se necesita un coraje puramente humano para renunciar a todo el ámbito temporal para ganar la eternidad, pero esto lo gano y en toda la eternidad nunca puedo renunciar: es una autocontradicción. Pero se necesita un coraje paradójico y humilde para captar ahora todo el ámbito temporal en virtud del absurdo, y este es el coraje de la fe”.

Al referirse al absurdo de la Encarnación, Kierkegaard se centraba en el misterio, el significado suprarracional. Era absurdo, para él, tratar de racionalizar lo divino deviniendo humano y la eternidad entrando en el tiempo. La lógica no podía ayudar a comprender este misterio, pero la fe sí. A diferencia del absurdo del siglo XX dónde existencialistas, como Beckett, creaban personajes anclados en el presente y que no veían un futuro, Kierkegaard involucra al individuo y lo invita a creer en una vida futura.

Paradoja

Kierkegaard abogó por una deconstrucción de la razón desde un punto de vista cristiano y utilizó la paradoja como herramienta para pensar este proceso:

"Uno no debe despreciar lo paradójico... porque la paradoja es la fuente de la pasión del pensador, y el pensador sin paradoja es como un amante sin sentimiento: una mediocridad mezquina".

La razón concibe a los humanos como animales racionales, pero esto requiere mente y espíritu y Dios no puede ser razonado. La antropología existencial del autor rechazaba la racionalización del Espíritu infinito por seres finitos. Esto implica que la razón no puede decir nada acerca de Dios ya que no tiene experiencia de la infinidad. En la Encarnación el infinito se hizo finito. Esta es la paradoja que la razón no puede resolver.

Implica también la deconstrucción de la razón ya que aspira a absolutos universales, mientras construye desde una mentalidad finita. Kierkegaard argumenta que la única forma de lograr una visión universal es a través de la fe, que es un salto, no un método racional de paso por paso.

Existencialismo 

La antropología existencial desarrollada por Kierkegaard constaba de varios conceptos:

La vida se define por la libertad de elección. Esto puede conducir a la ansiedad debido a las abrumadoras opciones. Sin embargo, elegir es la forma en que desarrollamos nuestra existencia. Define nuestra identidad y las narrativas por las que vivimos.

La elección es inevitable, incluida la de la no acción. Esto también es una elección. Sin embargo, elijamos lo que elijamos, por lo general dudaremos de que otras opciones hubieran sido mejores. Por lo tanto, puede llevarnos a la desesperación si no tenemos suficiente fe en Dios.

"La gente se conforma con un nivel de desesperación que pueden tolerar y lo llaman felicidad".

La libertad de elegir implica moralidad, la posibilidad de elegir el bien sobre el mal, la justicia sobre el placer. Adán fue el prototipo bíblico de la elección equivocada a la que están expuestos todos los humanos. Esto es el pecado

Poder elegir libremente puede implicar un vértigo existencial que nos deje al borde del vacío. Sin una base en la fe, la incertidumbre puede abrumarnos.

La elección es responsabilidad de cada individuo, no de nuestras herencias, ni de los demás, ni del contexto. 

"La subjetividad es la verdad ".

Esta postura subjetiva ha sido criticada por no tener en cuenta que somos seres sociales que vivimos en la historia y con un bagaje cultural.




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