EDAD MEDIA ORIENTAL (siglos VI a XII)


El islam fue fundado en el siglo 7 d.C. por un mercader de la ciudad de Meca llamado Mahoma. Previo al nacimiento de este profeta del islam, el cristianismo había llegado a ser la fe dominante en el Mediterráneo y su mensaje estaba llegando a otras regiones por las rutas comerciales. Consta que Mahoma dijo que había sido visitado por un ángel invisible llamado Gabriel que le pasó mensajes de Dios. El mismo personaje aparece como mensajero en los relatos bíblicos. Abran, Moisés y Jesús son considerados profetas importantes en ambas religiones. (Meca era una ciudad fuera de estas rutas y es sorprendente, entonces, que el islam fuera influenciado por las tradiciones del cristianismo y el judaísmo.)

Fue en 613 d.C. que Mahoma empezó a declarar que recibía mensajes de Alá y que él era un profeta en la misma línea que Jesús o Moisés. Al principio los árabes paganos de Meca tenían un interés en el credo monoteísta de Mahoma, pero cuando éste insistía que los ancestros quemarían en el infierno por su adoración de falsos dioses empezaron a rechazar la nueva fe. Mahoma fue castigado con un embargo comercial en Meca. Decidió huir a la Medina en 622 dónde fue acogido por las tribus judías y paganas locales.

Desde esta nueva base Mahoma organizó ataques a las caravanas de mercaderes paganos. En 624 los musulmanes atacaron una caravana fuertemente escoltada y capturaron muchos de los comerciantes. Este incidente, en Badr, fue la primera gran batalla en la conquista musulmana de Arabia.

Mahoma tomó control de Medina expulsando dos de las tribus judías en la ciudad y masacrando el tercero. En los años siguientes se hizo con el control del territorio al norte de Medina en batallas con tribus judéo-arabe y paganos. En 630 conquistó Meca y en dos años finalizó la conquista enviando a sus ejércitos por Arabia. Murió en 632.

Todos los gobernantes del Estado Islámico después de Mahoma se denominan Califas (sucesores) y el Estado, Califato. El Islam tuvo un profundo impacto político, ya que unió a los árabes, que antes eran tribus en guerra, en un solo imperio. 

La historia del Califato tiene tres períodos: el período Rashidun, la dinastía Omeya y la dinastía Abasí.

Durante el período Rashidun (632–661), el Califato comenzó la lucha contra las dos superpotencias regionales: los imperios bizantino y persa. Los dos habían tenido enfrentamientos armados durante casi setecientos años y ya estaban demasiado débiles para montar resistencia. El imperio persa se derrumbó ante el ataque musulmán (c. 650) y los persas abrazaron el Islam. Luego, el Islam se expandió por el suroeste de Asia y el norte de África. 

La dinastía Omeya (661–750) completó la expansión del califato al oeste a través del norte de África hasta Iberia, al este a través del sur de Asia central y Pakistán y luego trasladó la capital desde Medina a Damasco. Los ejércitos islamistas pusieron entonces sus esfuerzos en conquistar el Magreb. Los bereberes y el imperio bizantino, que ocupaba Cartago, opusieron una fuerte resistencia. Cartago fue tomada, luego reconquistada y finalmente capitulada. En 702 los bereberes fueron derrotados y, junto con los egipcios, se convirtieron al Islam y adoptaron el idioma árabe. El cristianismo, que había sido establecido en el norte de África por el Imperio Romano, fue reemplazado por el Islam, excepto en Egipto, donde resistió la minoría cristiana copta.

El Califato continuó su conquista cruzando el Estrecho de Gibraltar e invadiendo el continente europeo. La España visigoda fue dominada en pocos años y los invasores llegaron a Tours en 733, donde fueron rechazados y progresivamente obligados a retirarse hacia el sur hasta rendirse en Granada en 1491. Entonces se estableció la frontera entre cristianismo e islam por el mar Mediterráneo.

La conquista se hizo en una generación. La velocidad se vio favorecida por la preferencia de los beduinos por el caballo en lugar del camello, por el vacío de poder que dejaron los romanos en Egipto, Cartago e Iberia y más tarde por la codificación del Corán (653), que estableció la alfabetización y la lengua árabe. Abd al-Malik, califa de Damasco, proclamó el árabe como lengua del imperio en el año 685, hecho que reforzó la implantación de la cultura árabe en los territorios conquistados y del árabe como lengua franca. El efecto fue promover la conversión al Islam de aquellos que querían mantener un estatus dentro del imperio. La religión no se impuso, pero adoptar la cultura árabe se convirtió en la mejor manera de prosperar en las tierras conquistadas. Así se conquistaron almas porque la religión islámica estaba íntimamente ligada a la lengua. En todo caso, prefirieron ser tolerantes con las costumbres religiosas de los pueblos invadidos, pero, como los persas, exigieron tributo.

Una guerra civil del Califato aupó la dinastía Abasí al poder (c.750-1250). El arte y la erudición florecieron en este período, aunque el Estado Islámico se fragmentó después del año 900. En 762, los abasíes abandonaron Damasco y establecieron su capital en Bagdad. La ciudad se convirtió en un centro musulmán de comercio, cultura y aprendizaje. Su Casa de la Sabiduría prosperó en un entorno multiétnico y multirreligioso y fue conocida en todo el mundo como un centro de aprendizaje. Acumuló traducciones al árabe del griego, chino, sánscrito, persa y siríaco. Los textos recopilados incluyeron desde poesía hasta medicina, matemáticas, astronomía y filosofía.

La cultura islámica surgió de una mezcla de tradiciones árabes con rasgos persas y bizantinos, absorbida a medida que se expandía el califato. Las bellas artes islámicas son principalmente la pintura (caligrafía y arabescos) y la arquitectura.

Tradicionalmente, la civilización islámica ha prohibido la representación de figuras en las artes visuales, por lo que los pintores se expresaron a través de arabescos (patrones intrincados) y caligrafía. Sin embargo, la representación de figuras estaba permitida en la iluminación de manuscritos, pero restringida a temas seculares y solo floreció en la rama persa del Islam. Otra característica de la iluminación islámica son sus patrones planos, en lugar de una dimensión 3D más realista.

La mezquita forma el pilar de la arquitectura islámica y otros edificios son adaptaciones de la estética de la mezquita. La construcción del Islam es principalmente arqueada, no el poste y la viga de estilo griego. Esto se debe a la influencia de la arquitectura bizantina y persa. La característica clásica de la arquitectura islámica es el arco de herradura.


Un cuarto Estado Islámico importante, el Califato Otomano, gobernó desde 1517.

En 100 años, el califato islámico armado había conquistado toda Arabia, el norte de África y un territorio desde España en el oeste hasta Afganistán en el este. Fue el imperio más grande conocido y controló algunos de los centros de civilización más importantes como Jerusalén, Alejandría y Antioquia. Sólo Roma y Constantinopla permanecieron cristianas. En el futuro, las áreas de enfrentamiento entre las dos religiones serían Jerusalén, Constantinopla (hasta que los otomanos la conquistaron en 1453) y las islas del Mediterráneo.

La expansión árabe, a pesar de su belicosidad, fue fuente de una vasta cultura. Promovido por el encuentro entre civilizaciones en las rutas comerciales este-oeste, mejorado y mantenido desde la época del Imperio Persa, los árabes siguieron la tradición persa de investigación intelectual. Había centros clásicos de investigación y transmisión en Edesa, Gundeshapur, Alejandría, Constantinopla, Bagdad y Damasco. Los investigadores musulmanes recopilaron y tradujeron al árabe libros escritos en griego, latín y persa en campos como la medicina, la alquimia, la física, las matemáticas y la astrología.

En 528, Justiniano, emperador del imperio romano de Oriente, decidió cerrar la Academia de Atenas en Constantinopla, que había servido durante siglos para la conservación de los textos griegos. Los escritos y su pensamiento se trasladaron al Medio Oriente a centros como Nisibis y Odessa, donde existían traducciones de Aristóteles al sirio desde el siglo IV. La República de Platón también se tradujo al persa y al árabe en el siglo V, y los persas acogieron los textos neoplatónicos. Tal era el afán por el conocimiento que los árabes en Damasco buscaron activamente y compraron copias transcritas de este material.

A mediados del siglo VIII, la expansión árabe se había ralentizado y los gobernadores de Bagdad, Damasco y Córdoba pudieron centrar su atención en los asuntos locales. En 762, el califa al-Ma'mun estableció una academia y una biblioteca en Bagdad. Se inspiraron en el de Alejandría y se dedicaron a la transcripción y traducción de poesía, ciencia, filosofía y teología. La mezquita real de Córdoba fue construida en el año 788 con su escuela y biblioteca. En 813 se estableció en Bagdad la Casa de la Sabiduría con su academia y biblioteca.

En el siglo VIII se construyó la biblioteca de la Gran Mezquita de Córdoba y en el 976 empleó a 500 bibliotecarios, escribanos, médicos, historiadores, geógrafos y copistas. Atrajo a la flor y nata de los investigadores europeos. La historia de este establecimiento es la historia de lo que la cultura occidental debe a Oriente, en particular a los imperios árabes Abasí y Omeya (661-1250). La biblioteca cordobesa formó parte de una compleja cadena de transmisión cultural en la que el pensamiento pagano griego desde el siglo V a.C. fue traducido en ciudades árabes siglos después, y a miles de kilómetros de distancia, para ser posteriormente retraducido por cristianos.

Un afortunado acontecimiento histórico ayudó a los árabes a mantener su imperio y sus intercambios comerciales y culturales. Algunos chinos fueron capturados en Samarcanda y enseñaron a sus captores a hacer papel. En la década de 790 se construyeron fábricas de papel en los ríos alrededor de Bagdad, y el material se envió a todas las capitales imperiales. La alfabetización cívica, difundida por la lectura del Corán, junto con la disponibilidad de papel, promovió los medios para impulsar las bibliotecas islámicas. Rápidamente siguió la conversión al Islam y la educación en árabe. Desde las calles de Córdoba hasta las fronteras con China, el proceso de transmisión, intercambio y traducción cultural siguió a la expansión del nuevo imperio.

El interés de los árabes por acumular y estudiar los escritos griegos parece tener dos aspectos: las motivaciones eran religiosas y culturales (conocer al 'enemigo') y sus conquistas proporcionaban los materiales.

Ibn-Sīnā, Avicena, (c. 970–1037) fue un filósofo y médico del mundo islámico. Sintetizó los diferentes contenidos del pensamiento filosófico y científico de la antigüedad tardía griega y el Islam primitivo en un sistema científico riguroso y consistente. Explicó toda la realidad, incluidas las creencias de la religión revelada y sus discusiones teológicas. Como compendio de ciencia y filosofía, es el punto culminante de la tradición griega del siglo VI y el comienzo de la práctica árabe en el siglo IX.

Averroës (Ibn Rushd) era un cordobés nacido en la Hispania musulmana del siglo XII. Después de su muerte sus comentarios sobre Aristóteles tuvieron una gran influencia sobre el desarrollo del escolasticismo en Europa, donde se le conocía por 'El Comentarista'. En el mundo islámico defendió la filosofía griega contra los teólogos de la ortodoxia musulmana.

El califa de Marrakech le comisionó una serie de comentarios sobre los textos de Aristóteles, los cuales fueron más tarde su mayor legado a la filosofía europea. Fueron obras basadas sobre traducciones árabes (no las originales en griego) y se organizaban en tres niveles de análisis. Muchos de los comentarios fueron traducidos al latín en los siglos XII y XIII. Fue a través de estas traducciones de los comentarios de Averroës que el legado de Aristóteles llegó a ser conocido en Occidente. 'El Comentarista' argumentó a favor de separar ciencia y filosofía de la teología oficial. Por eso algunos le ven como el precursor del pensamiento seglar en Europa.

Para Averroës, contrariamente a Avicena, no había conflicto entre religión y filosofía y argumentaba que eran dos vías para llegar a conocer la misma verdad. Se atrevió a sostener que la razón y la filosofía eran superiores al conocimiento por la fe. Las autoridades islámicas de Córdoba le jugaron por racionalismo excesivo y fue desterrado a un pueblo fuera de la ciudad. Creía en un universo eterno y un alma. También adoptó la idea radical que 'la existencia precede a la esencia', idea que fue desarrollada por el existencialismo en el siglo XX.

Moisés Maimonoides (1138 – 1204) era un filósofo judeoespañol, nacido en Córdoba. Precedió el escolasticismo e influenció Tomás d'Aquino, Duns Scotus y otros. Su objetivo era reconciliar la filosofía y ciencia neoplatónicas de Aristóteles con la Tora de los judíos.

Sus obras mayores incluyen varios textos sobre medicina, comentarios sobre un código religioso del judaísmo rabínica y Un guía para los perplejos que armonizaban y diferenciaban la teología judía y la filosofía aristotélica. Afirmaba que sólo deberíamos creer lo que puede ser apoyado por pruebas racionales, la evidencia de los sentidos o una autoridad fiable. (En esto entrevemos una mezcla de ideología occidental, raciocinio y pruebas sensoriales y oriental, fiarse de la autoridad.)

Entre los siglos VIII y XIII, los pueblos árabes fueron los portadores de cultura y civilización en el mundo. El renacimiento de la cultura griega en Europa fue posible porque la España musulmana compartió conocimiento con la cristiana, para mantener y transmitir las tradiciones de las civilizaciones griega y orientales. Probablemente se hubieron perdido los textos de Aristóteles, que eruditos como Tomás de Aquino pudieron aprovechar en la Edad Media, si los Árabes no los hubiesen comentado y traído a Europa a través de España.

Más información...

No hay comentarios:

Publicar un comentario