La construcción social de la realidad por P. Berger y T. Luckmann

 

Reseña

El libro de Peter Berger y Thomas Luckmann, "La construcción social de la realidad", explora la constante creación de conocimiento en las interacciones sociales. Argumenta que la realidad se crea a través de procesos sociales. Las personas producen y mantienen una percepción compartida de lo real mediante la interacción, el lenguaje, las instituciones y las rutinas. Por lo tanto, el conocimiento y la "verdad" son histórica y socialmente contextuales, en lugar de objetivos o dados.

Contextos

Antecedentes filosóficos

Immanuel Kant

Algunos predecesores de Kant especularon sobre la realidad que percibimos: si existe exactamente como la percibimos, si nuestras percepciones sensoriales son solo un aspecto minúsculo de esta realidad, si esta realidad es en realidad solo un producto de nuestra imaginación o si esta imaginación es solo una imaginación y todas las demás personas que la componen son imaginarias.

Kant (1724-1804) se preguntó qué es lo que nuestra conciencia debe poseer antes de tener cualquier percepción y qué, por lo tanto, nuestra mente impone a las experiencias que construimos en y con el mundo. Kant acepta al mismo tiempo que existe un mundo que nos afecta. En resumen, las cosas que conforman el mundo fuera de nuestra mente son cosas en sí mismas que nos afectan. Para comprender el mundo y poder actuar en él, la mente aporta a las experiencias ciertos elementos que Kant llama trascendentales o a priori. Los más importantes son los conceptos de tiempo y espacio.

Los conceptos que nuestra mente utiliza para pensar en el mundo y orientarse en él no son, por lo tanto, fijos ni idénticos a las cosas en sí mismas. Por lo tanto, no existe un concepto de verdad verdaderamente cierto. Hay cosas que debemos postular y aceptar sin más.

El entendimiento, la razón y el juicio son las herramientas que tenemos para usar conceptos. Y también sabemos que debe haber otros como nosotros, entidades con mentes propias, cada una con su propia forma de alcanzar la certeza. Ellos y sus acciones se convierten en la piedra de toque de nuestros juicios y conceptos sobre el mundo. Actuamos con otros y ponemos a prueba nuestros conceptos y juicios para ver si coinciden con los de los demás. La razón, argumenta Kant, es, por lo tanto, un asunto público. Un siglo después de Kant, los estudiosos estudian esta cuestión con mucho más detalle bajo el término «comunicación».

Schopenhauer

Muchos avances en ciencia y filosofía han seguido la estela de Kant. Arthur Schopenhauer (1788-1860) publicó su obra fundamental El mundo como voluntad y representación en 1818-19. En general, aceptó la distinción central kantiana entre fenómenos (lo percibido) y noúmenos (lo pensado). Introdujo el concepto de voluntad para salvar la brecha existente con el noúmeno. Por lo tanto, el mundo es querido como representación para quien percibe. Los fenómenos no son independientes de esa conciencia.

Husserl

Edmund Husserl (1859-1938), que fundó la disciplina filosófica de la fenomenología, creó otra versión de esta distinción. Según Husserl, al "poner entre paréntesis" (epoché) las suposiciones que mantenemos respecto al mundo externo al observar un fenómeno, podemos alcanzar la esencia de este. La conciencia como acto y la dirección de los objetos son dos cosas diferentes. No hay pensamiento que no esté dirigido, que no tenga intencionalidad. Por lo tanto, nuestra direccionalidad hacia el objeto en intencionalidad también lo constituye. Esta especulación llevó a Husserl a otra pregunta: ¿qué sucede cuando varias personas se refieren a un objeto en la comunicación? ¿Cuál es el "yo" al que se refieren, si cada mente subjetiva tiene su propia intencionalidad y constituye el objeto a su manera? En el estudio de la comunicación, este es el problema de la intersubjetividad.

Schütz

Alfred Schütz (1899-1959) estudió derecho y trabajó la mayor parte de su vida como banquero. Se le puede considerar el fundador de la sociología fenomenológica. En su Austria natal, Schütz accedió fácilmente al mundo académico de Viena. Su emigración a Estados Unidos en 1938 le negó el acceso que había tenido en Europa durante bastante tiempo. El mundo filosófico estadounidense llevaba tiempo alejándose del pensamiento idealista y especulativo para acercarse a la lógica y la filosofía del lenguaje británicas, representadas por Bertrand Russell y, posteriormente, por Quine. La sociología estadounidense estuvo dominada en las décadas de 1940 y 1950 por el esfuerzo de Talcott Parsons por crear un marco conceptual común para las ciencias sociales fragmentadas, denominado estructural-funcionalismo o teoría de sistemas sociales. Schütz intentó captar la atención de Parsons, lo cual tenía sentido, ya que ambos consideraban la "acción social" un concepto central de la teoría y estaban profundamente influenciados por la obra de Max Weber. Pero su correspondencia fue efímera, para pesar de Schütz, ya que Parsons no le interesaba lo que él llamaba «filosofía contemplativa». Parsons tenía formación en pensamiento filosófico, economía y biología, pero le fascinaban los marcos conceptuales que pudieran aplicarse pragmáticamente y no se quedaran en mero pensamiento especulativo.

Siguiendo los pasos de Schütz, Peter Berger y Thomas Luckmann publicaron La construcción social de la realidad en 1966. Desde una perspectiva sociológica del conocimiento, Berger y Luckmann asumen un proceso constante de creación de conocimiento que ocurre en las interacciones humanas. Este conjunto de conocimientos, así creado continuamente, se acepta socialmente como una realidad compartida que los actores experimentan como subjetivamente significativa y objetivamente factual.

La historia del 'constructivismo social'

Las "construcciones sociales" de las que hablaban Berger y Luckmann eran, como los hechos sociales de Durkheim, carentes de la subjetividad que generaciones posteriores asociarían con la "construcción social". Por esta razón, algunos autores distinguen múltiples vertientes del constructivismo social, cada una con su propio concepto de construcción.

Cabe destacar que la frase «construcción social» apenas se utilizaba antes de 1966, pero cobró relevancia rápidamente tras la publicación de este libro, especialmente en la década de 1980. Si bien este efecto no puede atribuirse únicamente a Bergman y Luckmann, parece haber impulsado su auge en la década de 1970. A finales de esa década, el libro había sido citado cientos de veces. Sin embargo, es importante destacar que pocos de los estudios que lo mencionaron en sus notas a pie de página mostraron una gran afinidad con la propuesta fenomenológica del libro. Lo citaron, pero no necesariamente para respaldar su enfoque.

La sociología estadounidense en la década de 1960

Los dos paradigmas predominantes en la sociología estadounidense de la década de 1960 eran el funcionalismo estructural, defendido por Talcott Parsons, y la investigación cuantitativa, en la tradición del positivismo metodológico. Sin embargo, a finales de la década de 1960, existía una percepción generalizada de que el parsonismo y el positivismo no agotaban el abanico de posibilidades. La Construcción Social de la Realidad fue recibida como parte de una insurgencia contra la sociología dominante.

El entusiasmo de Berger y Luckmann por el estado actual de la teoría sociológica fue, en sus propias palabras, «marcadamente moderado». El tono manifiesto de su tratado transmitía un compromiso con un tipo diferente de sociología: más fenomenológica que positivista, más interpretativa que cuantitativa y más europea que estadounidense. En la práctica, sin embargo, tal alternativa apenas llegó a despegar.

Como señalaron los críticos, la preocupación de Berger y Luckmann era el mantenimiento de la realidad, no la dinámica de la disrupción, la incertidumbre o el cambio. Escribiendo desde Berkeley, donde los carteles del Che Guevara colgados en las oficinas del profesorado reflejaban el clima político imperante, Ivan H. Light criticó las implicaciones conservadoras del libro, evidenciadas por su falta de apreciación del potencial creativo del desorden, la agitación y la incertidumbre generalizada.

Las influencias intelectuales de los autores

La construcción social de la realidad continuó el trabajo que los autores habían realizado previamente, tanto colectiva como individualmente. La fascinación compartida de Berger y Luckmann por la sociología de la religión constituye otro contexto relevante, especialmente porque su colaboración no les impidió adoptar definiciones muy diferentes de religión. El libro puede leerse en el contexto de la invitación a la sociología (1963) de Berger, que se anticipó a La construcción social de la realidad al presentar la «realidad», entre comillas, como un mundo socialmente construido, sostenido por un inmenso aparato de «mala fe» compuesto por roles sociales, códigos y expectativas.

Los escritos teológicos de Berger de principios de la década de 1960 también influyeron en La construcción social de la realidad. Berger, al estilo weberiano, intentó separar sus reflexiones teológicas de su teoría sociológica. Además, su orientación teológica era, en general, neoortodoxa, a juzgar por su aprobación de teólogos como Karl Barth y Dietrich Bonhoeffer, quienes aportaron argumentos teológicos a su ataque contra el conformismo religioso.

En La visión precaria (1961), Berger ofreció una crítica teológica del imaginario social del cristianismo convencional. Siguiendo a Søren Kierkegaard y Karl Barth, quienes habían diferenciado claramente la fe cristiana de la religiosidad de la clase media, el libro afirmaba que gran parte de lo que se presenta como cristianismo es una parodia de la fe, en la medida en que sus tradiciones, códigos morales y expectativas sociales sustituyen lo que Berger llamó el encuentro decisivo de los seres humanos pecadores con «la revelación de Dios en Jesucristo». Si ese encuentro existencial es lo que importa, entonces existen razones teológicas para desenmascarar las tradiciones religiosas como «ídolos». Esta sospecha de mala fe explica por qué Berger estaba dispuesto a comparar la sociedad con «un montón de trucos» o un «teatro de marionetas». Más específicamente, explica por qué acogió con agrado un desenmascaramiento sociológico de todos los imaginarios sociales que no reconocen la dependencia última de los seres humanos de Dios.

Leer La construcción social de la realidad en el contexto de La visión precaria resulta esclarecedor, ya que revela que Berger tenía un interés arraigado en “desnaturalizar” las cosmovisiones, las tradiciones inventadas y los imaginarios sociales. Si su libro de 1961 aún sometía estas “ilusiones sociales” a crítica teológica, en cambio este libro de 1966 las trata con mayor distanciamiento, considerándolas ficciones inherentes a la creación y el mantenimiento del orden social. Lo que se mantuvo fue la coherencia con la que Berger expuso la “ficticidad mediante la cual el statu quo se racionaliza y se mantiene”.

La Nueva Escuela de Investigación Social

Berger y Luckmann se conocieron como estudiantes en una clase de filosofía de Karl Löwith, se inspiraron en la fenomenología de Alfred Schütz, trabajaron como asistentes del sociólogo de la religión Carl Mayer y, a mediados de la década de 1960, escribieron La construcción social de la realidad. Se trata de un manifiesto de autores que, en consonancia con los ideales clásicos de la Nueva Escuela de investigación social, se concibieron como académicos de orientación amplia más que como especialistas disciplinarios, utilizando la teoría social no como una metodología de investigación, sino como un lenguaje para abordar grandes temas.

Lo que los autores querían mostrar es que la “realidad cotidiana” es una construcción social, que requiere cuidado y mantenimiento para permanecer en su lugar. Aunque la realidad que damos por sentada puede parecer objetivamente dada, es “dada” solo en el sentido de que precede a nuestra experiencia y acción individual. De manera similar, es “objetiva” solo en nuestra percepción, gracias a una objetivación exitosa de las imágenes sociales que nos hace aceptar estas imágenes como reales. Berger y Luckmann querían llamar la atención sobre la “maquinaria conceptual del mantenimiento del universo” que nos hace experimentar nuestro mundo social como “una realidad integral y dada que confronta al individuo de una manera análoga a la realidad del mundo natural”. El libro describió estas maquinarias con una gama de términos de proceso (tipificación, objetivación, sedimentación, institucionalización, socialización), ofreciendo así un marco conceptual para los estudios empíricos de la “construcción de la realidad” que los autores esperaban ver surgir. Afirmaban que si los sociólogos del conocimiento se dedicaran a todo lo que pasa por "conocimiento" en la sociedad, su rama de estudio se trasladaría de la periferia al centro mismo de la teoría sociológica.

Resumen (edición de 1966)

Prefacio

Berger explica por qué él y Luckmann escribieron el libro: para mostrar cómo las personas crean el mundo de la vida cotidiana mediante la interacción. Afirma que utilizarán ideas de la fenomenología para estudiar el conocimiento, el lenguaje y las rutinas cotidianas.

También se centran en cómo las instituciones y la legitimidad hacen que estos significados creados por el hombre parezcan hechos naturales.

Introducción

Los autores plantean la idea principal: la realidad se crea mediante procesos sociales de externalización, objetivación e internalización. Introducen términos clave: tipificación, habitualización y reificación, y describen cómo las acciones personales se convierten en estructuras sociales estables.

Sitúan el argumento en un contexto social y filosófico y prometen vincular las interacciones cotidianas con las grandes instituciones.

Capítulo 1 — La sociedad como realidad objetiva

Este capítulo explica que la sociedad es algo que las personas crean y que luego se siente real y ajeno a los individuos. Las acciones y los roles repetidos se convierten en hechos que guían el comportamiento.

Estas características objetivadas aparecen como reglas, roles y rutinas que la gente sigue sin pensar.

Capítulo 2 — La sociedad como realidad subjetiva

Aquí se explica cómo las personas aprenden y aceptan el mundo social en su mente. La socialización primaria (infancia) moldea las creencias y la identidad básicas; la socialización secundaria (escuela, trabajo) aporta habilidades específicas para cada rol.

El conocimiento internalizado permite a las personas actuar dentro de la sociedad sin tener que reconstruir constantemente el significado.

Capítulo 3 — La realidad de la vida cotidiana

El mundo cotidiano es familiar y se da por sentado. Las interacciones rutinarias, las suposiciones compartidas y las tipificaciones permiten que las personas cooperen fluidamente.

Cuando las rutinas se rompen (por crisis o sorpresas), las personas se dan cuenta de que la realidad se construye y pueden necesitar repensarla.

Capítulo 4 — Lenguaje y sociedad

El lenguaje es la forma en que las personas comparten y preservan significados. Los nombres, las historias y las descripciones convierten las experiencias privadas en hechos públicos.

Las leyes, los rituales y los textos escritos ayudan a fijar estos significados en las instituciones.

Capítulo 5 — La sociedad como producto humano

Las personas crean cultura, herramientas y prácticas actuando juntas (externalización). Cuando las acciones se repiten, se convierten en hábitos y rutinas (habitualización).

Estas rutinas se convierten en “cosas” sociales que parecen existir por sí mismas (objetivación).

Capítulo 6 — Instituciones y orden institucional

Las instituciones son patrones estables de acción, como la familia, la escuela o el gobierno, construidos a partir de roles y reglas repetidos. Hacen la vida predecible al establecer expectativas.

Las instituciones se mantienen vivas a través de rutinas, reglas y ceremonias, pero pueden cambiar si su autoridad se desvanece o fallan.

Capítulo 7 — La institucionalización de la sociedad

Distintas instituciones conectan y configuran el sistema social general. La especialización crea esferas separadas (trabajo, familia, derecho), pero también deben integrarse.

El control social y los significados compartidos ayudan a mantener unido el sistema y otorgan legitimidad a las instituciones.

Capítulo 8 — La construcción social de la realidad y la sociología del conocimiento

El conocimiento proviene de la vida social y se moldea a través de las instituciones. Los hechos y las verdades se construyen y aceptan mediante procesos sociales, no solo mediante la observación de la naturaleza.

El poder importa: los grupos con más influencia ayudan a decidir qué conocimiento se acepta.

Capítulo 9 — La institucionalización del conocimiento

El conocimiento se formaliza a través de escuelas, profesiones y organizaciones. Estas instituciones enseñan, certifican y difunden ciertas formas de pensar.

El respaldo institucional hace que el conocimiento parezca oficial y objetivo, mientras que otros puntos de vista pueden dejarse de lado.

Capítulo 10 — Cambio y deconstrucción

Dado que la realidad la construyen las personas, es modificable. Las crisis, los movimientos sociales, las nuevas ideas o el cuestionamiento de las rutinas pueden generar cambios.

El libro concluye enfatizando que las personas crean instituciones y las instituciones moldean a las personas y que ambas pueden transformarse con el tiempo.

Temas

Realidad construida socialmente

En el núcleo del construccionismo social se encuentra la idea de que la realidad no es inherente ni objetiva, sino que se construye socialmente a través de la interacción y el discurso humanos. Esto significa que lo que percibimos como real o verdadero está determinado por las creencias culturales, el lenguaje y las normas sociales, en lugar de ser un reflejo preciso de una realidad objetiva. Por ejemplo, conceptos como raza, género y nacionalidad no son categorías fijas ni naturales, sino que se construyen socialmente a través de significados y prácticas compartidos dentro de las sociedades.

Comprender la realidad como una construcción social desafía las perspectivas esencialistas que asumen que ciertas categorías o identidades tienen cualidades inherentes. En cambio, el construccionismo social destaca la naturaleza contextual de la realidad, enfatizando el papel de los procesos sociales en la configuración de nuestra comprensión del mundo.

Al examinar las intersecciones del lenguaje, el poder y las jerarquías sociales, el construccionismo social proporciona una lente crítica a través de la cual comprender la construcción de la realidad social y criticar los sistemas de opresión y privilegio dentro de la sociedad.

Lenguaje y discurso

El lenguaje desempeña un papel crucial en el proceso de construcción social, mediando nuestras interacciones y moldeando nuestra comprensión del mundo. Los construccionistas sociales argumentan que el lenguaje no solo refleja, sino que también construye activamente la realidad social, influyendo en cómo percibimos, categorizamos e interpretamos nuestras experiencias.

El discurso, o las formas en que se utiliza el lenguaje para transmitir significado en contextos sociales específicos, es fundamental para el construccionismo social. Los discursos no son simplemente representaciones neutrales de la realidad, sino que están imbuidos de dinámicas de poder y significados culturales que configuran nuestra comprensión de los fenómenos sociales. Por ejemplo, el lenguaje empleado para describir enfermedades mentales o conductas delictivas puede influir en la percepción pública y las respuestas políticas, lo que pone de relieve el papel del discurso en la construcción de la realidad social.

Poder y jerarquías sociales

Las dinámicas de poder y las jerarquías sociales son parte integral del proceso de construcción social, ya que determinan qué perspectivas y experiencias se privilegian o se marginan dentro de la sociedad. Los construccionistas sociales enfatizan las formas en que el poder opera a través del discurso, las instituciones y las interacciones cotidianas para producir y reproducir desigualdades sociales.

Los grupos dominantes de la sociedad suelen tener el poder de definir y legitimar ciertas interpretaciones de la realidad, a la vez que marginan perspectivas alternativas. Esto puede resultar en la perpetuación de jerarquías sociales basadas en factores como la raza, el género, la clase y la sexualidad. Los construccionistas sociales analizan cómo los discursos e ideologías dominantes mantienen y refuerzan las estructuras de poder existentes, así como cómo los grupos marginados se resisten y desafían estas narrativas.

Construcción de conocimiento y significado

El construccionismo social cuestiona la noción del conocimiento fijo como objetivo, enfatizando en cambio su naturaleza socialmente contingente. El conocimiento no se descubre, sino que se construye a través de interacciones sociales, prácticas culturales y contextos históricos. Por ejemplo, el conocimiento científico no refleja directamente una realidad objetiva, sino que se configura por el contexto social en el que se produce, incluyendo los valores, intereses y dinámicas de poder de la comunidad científica.

El significado se construye de forma similar a través de procesos sociales, a medida que individuos y grupos negocian interpretaciones compartidas de símbolos, signos y prácticas culturales. El lenguaje desempeña un papel crucial en este proceso, ya que media en la comunicación y configura cómo interpretamos y asignamos significado a nuestras experiencias. Los construccionistas sociales analizan cómo se construyen, cuestionan y transforman los significados en contextos sociales específicos, destacando la naturaleza dinámica y contingente de la realidad social.

Construcción social de identidades y categorías

La formación de la identidad es un enfoque central de la investigación socioconstruccionista, ya que las identidades no son fijas ni predeterminadas, sino que se construyen socialmente mediante procesos continuos de negociación e interacción. Por ejemplo, la identidad de género no se determina únicamente por el sexo biológico, sino que se configura a partir de normas culturales, expectativas y prácticas de socialización. De igual manera, las categorías raciales no se basan en diferencias biológicas, sino que se construyen socialmente a través de procesos históricos de colonización, esclavitud y racialización.

Los construccionistas sociales examinan cómo estas categorías se construyen, se mantienen y se cuestionan en diferentes contextos culturales e históricos, destacando la naturaleza fluida y contingente de la formación de la identidad. Al deconstruir categorías fijas y binarias, el construccionismo social abre espacio para interpretaciones alternativas de la identidad que reconocen la complejidad y diversidad de la experiencia humana.

Influencia del contexto cultural y las perspectivas históricas

El proceso de construcción social está profundamente influenciado por las normas culturales, los legados históricos y las estructuras institucionales. Distintas sociedades y períodos históricos construyen la realidad de maneras distintas, lo que genera variaciones en las prácticas, creencias y valores sociales. Los construccionistas sociales exploran cómo el contexto cultural y las perspectivas históricas configuran la construcción de la realidad, así como cómo los cambios en las condiciones sociales, políticas y económicas impactan la dinámica de la construcción social. Por ejemplo, la construcción de roles y normas de género varía según las culturas y los períodos históricos, reflejando la evolución de factores sociales, económicos e ideológicos. De igual manera, el significado de raza y etnicidad se ve influenciado por las historias coloniales, los patrones de inmigración y los sistemas de clasificación racial.

Esencialismo vs. Construccionismo social

Una crítica al construccionismo social es que a menudo se le acusa de caer en la trampa del "determinismo social", según el cual todo se considera una construcción social y se ve disminuida la capacidad de acción individual. Los críticos argumentan que las perspectivas esencialistas, que postulan que ciertas características o categorías son inherentes o naturales, ofrecen una comprensión más matizada de la experiencia humana. Sin embargo, los construccionistas sociales argumentan que las perspectivas esencialistas ignoran el papel de los procesos sociales y las contingencias históricas en la configuración de la realidad.

Desafíos a la objetividad y la verdad

El construccionismo social desafía las nociones tradicionales de objetividad y verdad al destacar la subjetividad inherente a la producción de conocimiento. Los críticos argumentan que esta postura relativista socava la validez de la investigación científica y los juicios morales. Sin embargo, los construccionistas sociales sostienen que reconocer la naturaleza socialmente construida del conocimiento no niega su utilidad ni validez, sino que abre un espacio para la reflexión crítica y pone en cuestión los discursos dominantes.

Interseccionalidad y complejidad en la construcción social

Otra crítica al construccionismo social es su tendencia a ignorar las dinámicas interseccionales del poder y la identidad. Los críticos argumentan que centrarse únicamente en la construcción social puede oscurecer las formas en que se intersecan múltiples ejes de opresión, como la raza, la clase, el género y la sexualidad. Los construccionistas sociales responden abogando por un enfoque interseccional que reconoce la complejidad de la vida social y la naturaleza interconectada de los sistemas de opresión y privilegio.



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