La teoría de la acción comunicativa de Habermas


Contexto

Jürgen Habermas (nacido en 1929) se unió a la Escuela de Frankfurt en 1956. Esta estaba integrada por intelectuales como Max Horkheimer, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Wilhelm Reich y Herbert Marcuse. Estaban insatisfechos con los sistemas socioeconómicos de entreguerras de la década de los años 30: capitalismo, fascismo y comunismo. Pensaban que la teoría social existente era incapaz de explicar el ascenso del nazismo, las sociedades capitalistas liberales o el marxismo-leninismo socialmente inflexible. Los miembros de la Escuela estaban comprometidos con la emancipación humana basada en una síntesis de la tradición marxista, el psicoanálisis y la investigación social empírica.

Habermas distinguió entre tres tipos de conocimiento: empírico (técnico o científico); hermenéutico (conocimiento interpretativo); crítico (libera a las personas de los supuestos sociales). También sostuvo que la ciencia no estaba libre de valores y que quienes estudiaban la sociedad formaban parte de su propio objeto de investigación. Es su teoría crítica la que revela las distorsiones, representaciones e ideologías incluidas en nuestro conocimiento.

Habermas hizo hincapié en la noción de Lebenswelt (mundo de la vida), el de las experiencias cotidianas: cultura, relaciones sociales y comunicación. Creía que la promesa para el futuro era una sociedad en la que la gente discutía para llegar a un consenso. Esto implica que todos pueden hablar sin intimidación sobre cualquier tema y sin ideología. 

Resumen

Theorie des kommunikativen Handelns (La teoría de la acción comunicativa) se publicó en dos volúmenes en 1981.

Volumen 1 : La razón y la racionalización de la sociedad

La acción comunicativa es fundamental para las interacciones humanas. Se basa en el intercambio de lenguaje, con vistas a alcanzar la comprensión mutua y el consenso. En los actos de acción comunicativa, las personas reivindican la validez de la verdad (corrección factual), la idoneidad moral y la sinceridad de su discurso. Estas afirmaciones son evaluadas críticamente por los demás en el proceso de comunicación.

Habermas afirma que la comunicación es fundamental para la formación y el mantenimiento del orden social. Sin embargo, diferencia entre dos formas de racionalidad: la racionalidad estratégica (orientada a la consecución de objetivos individuales) y la racionalidad comunicativa (orientada a alcanzar el entendimiento mutuo mediante intercambios racionales). Habermas subraya la importancia de la comunicación racional para construir una sociedad justa y democrática.

El autor distingue entre el mundo de la vida y el sistema en que éste incluye la vida cotidiana, en la que la acción comunicativa se produce de forma natural. Por sistema se refiere a instituciones como el mercado y la burocracia, en las que predominan el poder y la acción instrumental. Critica la colonización del mundo de la vida por parte del sistema y la creciente racionalización de la acción comunicativa, que debilita su calidad.

Volumen 2 : Mundo de vida y sistema: una crítica de la razón funcionalista

Habermas se centra en las tensiones entre el mundo de la vida y el sistema. Critica la tendencia de las sociedades modernas a poner la eficiencia del sistema por encima de la racionalidad comunicativa. Presenta su proyecto de teoría crítica como un apoyo a la comunicación del mundo de la vida frente al sistema. Su preocupación es la invasión del sistema en el mundo de la vida, lo que podría conducir a la alienación y a una menor participación democrática.

El autor utiliza la acción comunicativa como marco para desarrollar un discurso ético como fundamento de la moral. Éste se basa en el principio de universalización del sentido, según el cual las únicas normas justificables son aquellas en las que todas las partes afectadas pueden ponerse de acuerdo en un discurso racional.

Su argumento es que los principios morales deben justificarse mediante un debate abierto e incluyente. Esto será posible gracias a la "situación ideal de discurso", en la que la comunicación esté libre de distorsiones y de poder, lo que permitirá un consenso racional. Se trata de un ideal que quizá nunca se realice por completo en la práctica, pero que señala un estándar para evaluar las acciones comunicativas.

Otro de los conceptos de Habermas es el de esfera pública, que es un espacio donde los ciudadanos pueden participar en un debate crítico sobre cuestiones sociales. Señala que esta esfera puede verse distorsionada por factores como el comercio y la no inclusión. Es crítico con las ideologías que distorsionan la comunicación e impiden el discurso racional. También analiza los peligros del totalitarismo y el autoritarismo, abogando por las instituciones democráticas y la comunicación pública libre como formas de contrarrestar estas amenazas.

Temas 

Hegel

Según Habermas, Hegel subrayó la noción de su modernidad actual como la última etapa de la historia, considerando el comienzo del siglo XIX como el punto de partida del progreso. Se basaba en el refinamiento de las ideas de la Ilustración, las de la Revolución Francesa y el surgir del siglo de las anteriores contradicciones históricas. Así constituía una nueva era en el proceso dialéctico de la marcha de la historia hacia el progreso. Interpretó los tres siglos anteriores, XVI, XVII y XVIII, con sus descubrimientos y la Reforma, como una ruptura con el período medieval.

Habermas expresó una concepción similar:

“La modernidad ya no puede ni quiere tomar prestados los criterios que le sirven de orientación de los modelos de otra época; debe crear su normatividad a partir de sí misma.”

El autor comprendió que, a raíz de la racionalización del mundo de la vida y de la ruptura con las cosmovisiones religiosas, surgieron en la modernidad tres ámbitos de valor: el teórico, el práctico y el estético. La modernidad basa sus criterios de bien, mal y verdad en estos ámbitos y, por tanto, ha creado sus propios criterios de moralidad y verdad.

Marxismo

La opinión contemporánea de los marxistas analíticos era que el marxismo era una ciencia social obsoleta y que, para salvar su núcleo válido, necesitaba ser actualizado utilizando la ciencia social positivista y la filosofía analítica para reactivar su poder predictivo y explicativo.

Habermas partió de un enfoque de teoría de sistemas para reintroducir algunos conceptos básicos y ofrecer perspectivas sobre el análisis de Marx de las crisis capitalistas. Sugirió que algunos sistemas estaban integrados a través de códigos funcionales; otros estaban incluidos a través del lenguaje natural en un sistema llamado mundo de la vida. Este es holístico y resistente a la adaptación, por lo que las contradicciones pueden experimentarse como crisis. Habermas concluye de esto que las crisis del capitalismo tardío no serán económicas en su forma, sino crisis de legitimación.

El capitalismo depende de las actuaciones funcionales del Estado para mantener la estabilidad; el Estado depende del mundo de la vida como fuente de valores y normas. Sin embargo, como el mundo de la vida no está organizado funcionalmente, el Estado no puede recurrir a valores y normas cuando se le piden. De modo que el Estado hace uso de las reservas de significado del mundo de la vida y esto amenaza su suministro. Si esto ocurre, el Estado no podrá apoyar la economía capitalista porque no podrá depender de ciudadanos motivados que apoyen sus iniciativas. Ésta es la crisis de legitimación.

Habermas sostiene que las distintas clases de sistemas tienen su propia lógica interna. El capitalismo, como sistema funcional, coordina la acción social mediante incentivos, apoyándose en agentes racionales para reproducirse y volviéndose cada vez más complejo y especializado. Los mundos de la vida se rigen por la lógica del lenguaje natural, por lo que se desarrollan como comunicación. Ejemplos concretos de estas diferencias son la introducción de la máquina de vapor en el sistema fabril como tipo de racionalización de este sistema, mientras que el tipo de racionalización que se produce en el mundo de la vida es el surgimiento de la democracia o la moral secular.

Antipositivismo

Habermas rechazó el positivismo de las últimas obras de Marx. Sostuvo que la ciencia y la filosofía habían dejado de ser determinantes en los objetivos que se perseguían y habían sucumbido a la racionalidad instrumental. De este modo, la ciencia contribuyó a la racionalidad técnica que ayudó al capitalismo a desarrollar mercancías y armamento. Por otra parte, no puede producir una justificación creíble del sistema capitalista. Esto significa que la tecnología de la ciencia es positivista y, por lo tanto, ideológica, ya que niega el elemento interpretativo de la práctica científica. Para Habermas, la ciencia y la racionalidad se volvían contra los seres humanos en el capitalismo, arruinando sus vidas culturales y empeorando las patologías, en lugar de mejorarlas. Se requería una teoría crítica para luchar contra esta ciencia positivista y convertirla en una actividad liberadora.

El Estado

Las primeras publicaciones del autor tenían como objetivo mostrar cómo el Estado moderno era el resultado del capitalismo y contribuía a su supervivencia. Uno de los argumentos que esgrimía era que el Estado no sería capaz de salvar a la gente de las crisis de la economía capitalista debido a su limitada capacidad para recaudar ingresos para sostener el sistema de bienestar. Manifestaba que esto marcaba un límite a la legitimidad del Estado, ya que una menor capacidad protectora significaba una menor legitimidad.

Siguiendo a los idealistas alemanes, Habermas presenta una teoría crítica liberadora. Marx insistió en el papel autoformador del trabajo práctico, mientras que el autor considera el trabajo como crítica, dirigida contra la fuerza paralizante del razonamiento ideológico.

Críticas al enfoque de Habermas

Habermas ha sido criticado por su total dependencia de Hegel y Marx, excluyendo la tradición filosófica general, a pesar de afirmar que ha modificado el pensamiento de éstos. También declara su preocupación por lo universal, lo que contradice la estrecha tradición que cita.

Habermas pretende establecer una teoría general de la competencia lingüística y de la comunicación distorsionada en el nivel del mundo de la vida. Reduce la comunicación a una interpretación instrumental de la lengua como medio de comunicación. Utiliza un modelo de hablante y oyente ideales que son anteriores a la lengua. Sin embargo, esta pareja está constituida en realidad por la lengua misma. La lengua habla en sus usuarios tanto como ellos hablan la lengua.


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