Reseña
La filosofía sintética de Herbert Spencer surgió en el siglo XIX como respuesta al clima intelectual de la época, con el objetivo de unificar diversas disciplinas bajo un único marco filosófico. Se basaba en principios evolutivos y la ciencia empírica, extendiendo el pensamiento evolutivo a la sociología, la psicología y la ética.
El método de Spencer era científico y empírico, influenciado significativamente por el positivismo de Auguste Comte. Enfatizaba la importancia de modificar las ideas a medida que avanza la ciencia.
Contexto
Filosofía Sintética (1862-1893) de Herbert Spencer (1820-1903) surgió como respuesta al clima intelectual del siglo XIX. La época victoriana presenció avances sin precedentes en las ciencias naturales, la innovación tecnológica y una creciente demanda de sistemas de pensamiento que pudieran sintetizar el conocimiento fragmentado. Spencer pretendía unificar diversas disciplinas bajo un único marco filosófico, inspirado en el pensamiento contemporáneo.
El autor buscó crear un sistema unificado de conocimiento que conectara la ciencia, la filosofía y la sociología. Su ambicioso proyecto, Filosofía Sintética, pretendía proporcionar un marco integral para comprender todos los aspectos de la existencia, basado en principios evolutivos y ciencia empírica.
Teoría de la evolución
Spencer se vio influenciado por el auge del pensamiento evolutivo, en particular por su propia obra, anterior a El origen de las especies de Darwin en 1859. Extendió los principios evolutivos más allá de la biología para abarcar la sociología, la psicología y la ética.
La metáfora sociológica de Spencer plantea que la sociedad es un organismo vivo que crece, evoluciona y se adapta mediante la lucha y la competencia. Creía que las instituciones sociales, como las economías o los gobiernos, se desarrollan naturalmente para satisfacer las necesidades de su tiempo, y quienes no logran adaptarse quedan obsoletos. En este contexto, la acumulación de riqueza y poder por parte de unos pocos no solo es natural, sino deseable, ya que supuestamente garantiza el progreso social.
La influyente frase de Spencer, “survival of the fittest” («la supervivencia del más apto»), resume esta creencia, aunque a menudo se atribuye erróneamente al propio Darwin. También es ambigua, ya que «fittest» en inglés puede significar el más adaptado o el más sano. La interpretación biológica de "fittest" se refiere a la adaptabilidad eficiente a un entorno cambiante; la interpretación socioeconómica de "fittest" se refiere a estar en buena forma (como 'fitness' en un gimnasio).
Spencer se basó en la teoría de Lamarck para argumentar que los humanos se adaptan al entorno a través de la cultura, y no de la biología, como en el darwinismo. El concepto de Spencer planteaba que las personas exitosas transmitían sus ventajas culturales a sus hijos, quienes así podían ascender en la escala social y económica.
Spencer aplicó la teoría biológica de la selección natural a las sociedades humanas, argumentando que el progreso social se debía a la competencia entre individuos y grupos, y que las sociedades más avanzadas y exitosas eran las que habían evolucionado más. Esta metáfora del darwinismo social justifica la economía liberal, el individualismo y la resistencia a las políticas de bienestar social, afirmando que cualquier interferencia con el orden natural, ya sea mediante la intervención estatal o la redistribución de recursos, obstaculizaría el progreso evolutivo.
Sus teorías fueron controvertidas en su época y fueron ampliamente criticadas por basarse en la competencia y la individualidad, lo que para muchos ignora el papel crítico de la colaboración y la solidaridad en la sociedad humana.
Positivismo
El método de Spencer es científico y empírico, y estuvo significativamente influenciado por el positivismo de Auguste Comte. Debido al carácter empírico del conocimiento científico y a su convicción de que la vida biológica está en proceso de evolución, Spencer sostuvo que el conocimiento está sujeto a cambios. Escribe:
“En la ciencia lo importante es modificar y cambiar las propias ideas a medida que la ciencia avanza”.
Sin embargo, como el conocimiento científico era principalmente empírico, aquello que no era «perceptible» y no podía comprobarse empíricamente no podía conocerse. Este énfasis en lo cognoscible como perceptible llevó a los críticos a acusar a Spencer de no distinguir entre percibir y concebir.
El método de Spencer también era sintético. El propósito de cada ciencia o campo de investigación era acumular datos y derivar de estos fenómenos los principios básicos, leyes o «fuerzas» que los originaron. En la medida en que dichos principios se ajustaran a los resultados de las investigaciones o experimentos de las demás ciencias, se podían obtener explicaciones con un alto grado de certeza.
Resumen
Filosofía sintética se publicó en varios volúmenes entre 1862 y 1893 e incluye Primeros principios, Principios de biología, Principios de sociología y Principios de ética.
Primeros principios (1862)
El ensayo de Herbert Spencer, Primeros Principios, argumenta que todo conocimiento y ciencia se basan en una ley única y amplia: el principio universal de la evolución (que define como la integración progresiva de la materia y la consiguiente disipación del movimiento). Spencer considera la evolución como una generalización que trasciende la biología y abarca la física, la química, la mente y la sociedad; una ley cósmica que describe cómo las cosas pasan de condiciones incoherentes, simples y heterogéneas a organizaciones más coherentes, complejas y homogéneas, conformadas por partes que se transforman en totalidades.
Spencer parte de la epistemología: debemos aceptar ciertos principios básicos (como la persistencia de la fuerza, la causa y el efecto, y la uniformidad de la naturaleza) porque son presupuestos inevitables del pensamiento. De estos, infiere que la única generalización científica legal, lo suficientemente amplia como para servir como primer principio, es la evolución, entendida de forma abstracta como el cambio de lo indefinido a lo definido y de la inestabilidad a la estabilidad.
Aplica esta evolución abstracta a múltiples ámbitos. En física y cosmología, predice la concentración y organización gradual de la materia y la disipación del movimiento. En biología, se convierte en el marco para el desarrollo, la adaptación y la especiación. En psicología y sociología, explica la creciente complejidad de la conciencia, el sentido moral, las instituciones y las estructuras sociales a medida que las sociedades evolucionan de simples agregados a sistemas organizados con funciones diferenciadas.
Spencer concluye enfatizando que los Primeros Principios constituyen un fundamento metodológico. No se trata de un sistema completo de hechos, sino de una idea reguladora que guía la investigación científica. Presenta la evolución como una hipótesis unificadora para vincular ciencias dispares y demostrar que la misma ley general subyace a los fenómenos físicos, orgánicos, mentales y sociales.
Principios de biología (1864–1867)
Spencer afirma que una ley natural explica todos los seres vivos: cambian de formas simples y similares a formas complejas y diferentes. Esto ocurre cuando las partes se unen para formar conjuntos organizados (integración) y cuando las partes se especializan (diferenciación).
El autor ve la vida como un movimiento regido por leyes físicas, por lo que las funciones corporales, el sistema nervioso y la mente se encuentran en un espectro. Los procesos vitales simples conducen a nervios más complejos que almacenan registros de eventos pasados de estímulo-respuesta. Esto crea memoria, conciencia y pensamiento superior.
Spencer explica la herencia y la adaptación al entorno en términos mecánicos, enfatizando que los hábitos y el uso pueden cambiar los organismos (una idea similar a la de Lamarck). Rechaza cualquier propósito o diseño sobrenatural. Al comparar cuerpos y órganos de diferentes especies, muestra el cambio gradual entre los tipos de animales. También conecta la evolución biológica con la psicología y la sociedad, afirmando que las instituciones sociales y el comportamiento moral provienen de los mismos procesos evolutivos.
Los principios de la psicología (1855, ampliado en la década de 1870)
Este ensayo explora la evolución de la conciencia humana y los procesos mentales, considerando la psicología como una extensión natural de la evolución biológica.
Spencer explica la mente utilizando ideas de la naturaleza y la evolución. Afirma que la vida mental sigue las mismas leyes naturales que el cuerpo: los pensamientos y sentimientos provienen de cambios físicos en el sistema nervioso causados por el mundo y por el propio cuerpo. Las reacciones simples en los animales pueden, con el tiempo y en cuerpos más complejos, convertirse en sentimientos y pensamientos conscientes.
La idea clave de Spencer es que las cosas evolucionan de lo simple y similar a lo complejo y diferente. Para la mente, esto significa que las sensaciones e instintos básicos y automáticos de los animales inferiores se transforman gradualmente en hábitos aprendidos más organizados, y posteriormente, en acciones y razonamientos voluntarios en los animales superiores y los humanos. Las nuevas habilidades mentales se basan en las antiguas. La memoria y el hábito son especialmente importantes porque las experiencias repetidas moldean las respuestas automáticas.
Explica los procesos mentales en términos mecánicos: las sensaciones son respuestas a estímulos externos, las ideas son rastros revividos de eventos neuronales pasados, y la atención o la imaginación son simplemente versiones más fuertes o complejas de estos rastros. La voluntad y la elección provienen de las tendencias establecidas del sistema nervioso, por lo que la libertad es real, pero moldeada por experiencias y hábitos pasados.
Las emociones surgen como estados corporales que ayudan a un organismo a sobrevivir. La moralidad surge de la vida social: la empatía, la aprobación y las normas se internalizan. El lenguaje y el pensamiento abstracto se desarrollan porque las personas necesitan compartir y generalizar experiencias repetidas. En general, Spencer rechaza el dualismo alma-cuerpo y trata la mente como parte de procesos naturales y explicables, moldeados por la evolución, la experiencia y el hábito.
Principios de sociología (1876–1896)
Spencer presenta la sociedad como un organismo en evolución. Comienza argumentando que la vida social sigue leyes naturales generales: los grupos sociales simples y homogéneos se diferencian gradualmente en estructuras más complejas y heterogéneas. A medida que las poblaciones crecen y sus actividades se multiplican, los elementos sociales se especializan (diferenciación) y, simultáneamente, desarrollan interconexiones que los unen en un todo integrado (integración). Este proceso, afirma, explica cómo pequeños grupos de personas similares se convierten en sociedades grandes y funcionalmente variadas.
Utilizando una analogía orgánica, Spencer compara las instituciones sociales con los órganos de un cuerpo vivo. Cada institución —familia, economía, gobierno, religión, ley — desempeña funciones necesarias para el mantenimiento y la cohesión de la sociedad. Enfatiza que las sociedades poseen propiedades emergentes, «superorgánicas», que no pueden reducirse simplemente a la psicología individual. Los hechos e instituciones sociales ejercen presiones y restricciones que moldean el comportamiento individual. Las instituciones persisten y evolucionan porque cumplen funciones, y el cambio social ocurre cuando las funciones cambian o cuando las nuevas estructuras satisfacen mejor las necesidades emergentes.
La sociología de Spencer es fundamentalmente evolutiva y optimista respecto al progreso. Aplica la idea de la "supervivencia del más apto" a la vida social, considerando la competencia y el éxito diferencial como impulsores de la mejora y la especialización. Sin embargo, vincula el progreso con una creciente complejidad, equilibrada por la integración. Sin coordinación, la diferenciación puede generar desorden. En consecuencia, Spencer aboga por la libertad individual y una mínima interferencia gubernamental, argumentando que los acuerdos sociales voluntarios y espontáneos generalmente producen mejores resultados que el control estatal autoritario. Sin embargo, advierte que los cambios rápidos o mal gestionados pueden amenazar la estabilidad social.
Los principios de la ética (1892-1893)
Su ética afirma que la moral surgió de la evolución natural, por lo que deberíamos estudiarla empíricamente, en lugar de considerarla una verdad sobrenatural o puramente a priori. Las acciones correctas son aquellas que promueven el desarrollo pleno y continuo y el bienestar de los individuos y la sociedad. Las acciones incorrectas impiden dicho desarrollo.
Los motivos morales combinan el interés propio con instintos sociales (simpatía, cooperación, reciprocidad) que evolucionaron porque la cooperación mejoraba la supervivencia y la calidad de vida, por lo que el altruismo aparente no requiere un altruismo místico.
Los derechos y la justicia se derivan de esta perspectiva. Los derechos protegen la libertad de cada persona para desarrollarse, y la justicia exige respetarlos, ya que al hacerlo se promueve el bienestar general. Las instituciones sociales (derecho, familia, propiedad, castigo) son adaptativas cuando aumentan el bienestar colectivo. El castigo debe prevenir el daño y repararlo, no buscar venganza. La función del gobierno es proteger los derechos y facilitar el libre desarrollo con la menor coerción posible.
Spencer niega la moral absoluta, basada en la intuición. Las normas morales son generalizaciones basadas en la experiencia que pueden cambiar a medida que la sociedad mejora. La educación moral, los hábitos y los entornos que alinean el interés propio con el bien común son clave para cultivar la virtud. Su ética combina ideas utilitaristas y evolucionistas, centradas en la libertad, la compasión y la expansión de las capacidades humanas.
Temas
La evolución como ley universal
El concepto de evolución como principio universal es el eje central de Filosofía sintética de Spencer. Mientras que la teoría evolutiva de Darwin se centraba en las especies biológicas, Spencer amplió el concepto para abarcar todas las formas de desarrollo y cambio.
Conocible/incognoscible
En su ensayo Lo cognoscible y lo incognoscible, Spencer divide la realidad en lo que podemos conocer y lo que no. Cree que la ciencia y la razón expanden constantemente lo cognoscible al ordenar la experiencia en leyes generales. Con el tiempo, la mente humana forma conceptos y descubre patrones causales, por lo que muchos misterios se convierten en problemas que la ciencia puede resolver.
Sin embargo, Spencer admite límites: algunas verdades, como la causa última del universo o la razón de la existencia de algo, pueden estar permanentemente más allá de la comprensión humana. Argumenta que nuestro intelecto está adaptado para percibir regularidades y relaciones, no para comprender orígenes absolutos. Por lo tanto, ciertas cuestiones metafísicas pueden permanecer siempre incognoscibles en el sentido más amplio.
Su postura es optimista pero cautelosa: confiar en que la ciencia seguirá ampliando los límites del conocimiento, pero aceptar que las respuestas definitivas y absolutas podrían ser inalcanzables. Este equilibrio subyace a su pensamiento más amplio sobre el progreso, el orden social y cómo deberíamos utilizar el conocimiento científico en la sociedad.
Una visión holística
Spencer buscó superar la compartimentación del conocimiento al proponer un sistema holístico que interconectaba los fenómenos naturales y sociales. Utilizó ideas «holísticas» antes de que existiera el término moderno, enfatizando que los organismos, las sociedades y los sistemas deben entenderse como totalidades integradas cuyas partes son interdependientes.
En Filosofía sintética, Spencer buscó una explicación unificada y sintética del conocimiento y la realidad, argumentando que los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales siguen las mismas leyes generales, donde las partes solo son explicables dentro del contexto del sistema completo. Utilizando una metáfora biológica, afirma que las instituciones sociales adquieren significado a partir de su papel en la sociedad en su conjunto.
Para Spencer, la evolución es un proceso de creciente integración y complejidad. La especialización de las partes se produce junto con una mayor interdependencia. El holismo, en su opinión, significa que, siguiendo la biología darwinista, la unidad de orden superior surge de los procesos evolutivos.
Spencer y Durkheim
Ambos filósofos querían explicar cómo la vida social se mantiene unida, cambia y crea orden, pero sus puntos de partida, métodos e implicaciones políticas conducen a visiones contrastantes.
Spencer usó una metáfora biológica para describir la vida social. Comparó la sociedad con un organismo vivo compuesto de partes interdependientes: las familias, las leyes, los mercados y las instituciones son como órganos que realizan funciones para mantener el funcionamiento del conjunto. Para Spencer, la evolución es el proceso clave. Las sociedades cambian con el tiempo volviéndose más complejas: sus partes se multiplican, se especializan y se coordinan más estrechamente.
Durkheim sostenía que la sociedad no es solo un conjunto de individuos, sino una realidad distinta: "hechos sociales" como normas, leyes y creencias colectivas que configuran el comportamiento individual. La preocupación central de Durkheim era la cohesión social: ¿qué mantiene unidas a las personas? Argumentaba que los diferentes tipos de sociedades se basan en diferentes tipos de solidaridad. En las sociedades tradicionales, la "solidaridad mecánica" proviene de creencias compartidas y vidas similares; en las sociedades modernas y complejas, la "solidaridad orgánica" surge de la interdependencia generada por la división del trabajo.
A diferencia de Spencer, Durkheim insistió en que la vida social debe estudiarse empírica y científicamente. Los sociólogos deberían tratar los hechos sociales como «cosas» que deben observarse y explicarse mediante causas sociales. También argumentó que, sin una regulación moral adecuada, las sociedades modernas corren el riesgo de caer en la anomia, un estado de falta de normas que puede conducir a la desintegración social.
Ambos pensadores explican los distintos sectores de la sociedad según su papel en el mantenimiento del orden social. Ambos examinan cómo la creciente especialización y la división del trabajo transforman los vínculos sociales. En este sentido, contribuyeron a un cambio intelectual que dejó de considerar los fenómenos sociales como aleatorios o puramente individuales.
Tanto Spencer como Durkheim ofrecieron maneras de comprender cómo se mantienen cohesionadas las sociedades, pero parten de diferentes supuestos sobre qué es la sociedad y cómo estudiarla. El individualismo orgánico y evolutivo de Spencer destaca el proceso y la espontaneidad; el realismo sociológico de Durkheim enfatiza el poder de las estructuras sociales y la necesidad de regulación colectiva. Juntos proporcionan herramientas complementarias: una para ver cómo las acciones individuales pueden generar patrones a gran escala, y la otra para comprender por qué esos patrones llegan a ejercer su propia fuerza sobre los individuos.
Influencia
Spencer contribuyó decisivamente a convertir el concepto de evolución en un marco explicativo general, más allá del trabajo de Charles Darwin sobre las especies. Argumentó que la evolución operaba en el mundo físico, los organismos vivos, las mentes y las sociedades. Al enmarcar el cambio social como un proceso evolutivo, Spencer animó a los pensadores a considerar los desarrollos históricos, culturales e institucionales como transformaciones naturales, y no como decisiones puramente morales o políticas. Esta noción ampliada de la evolución contribuyó a popularizar los enfoques comparativos e históricos en las ciencias sociales.
Spencer trató las instituciones y las costumbres como partes de un organismo social mayor: las iglesias, los mercados, las familias y los sistemas legales existen porque desempeñan funciones que contribuyen al mantenimiento y la adaptación de la sociedad. Esta perspectiva organicista anticipó las escuelas de pensamiento funcionalistas posteriores: el trabajo de Émile Durkheim sobre las funciones sociales de las instituciones y, en el siglo XX, el estructural-funcionalismo de Talcott Parsons. El énfasis de Spencer en la interdependencia de las partes también prefiguró el pensamiento sistémico en la sociología, la ecología y la teoría organizacional.
Spencer se convirtió en una figura intelectual pública, cuyas frases y argumentos se incorporaron al discurso político. Defendió la libertad individual, el gobierno limitado y el voluntarismo, argumentando que el progreso social se logra mejor mediante órdenes espontáneos y asociaciones voluntarias que mediante la planificación centralizada. Su popularización de la frase «supervivencia del más apto» (usada por Spencer para describir la competencia social y biológica) alimentó un conjunto de argumentos que posteriormente se denominaría «darwinismo social».
Políticos, economistas y comentaristas emplearon el lenguaje spenceriano para justificar políticas de laissez-faire, prestaciones sociales mínimas y un énfasis en la responsabilidad personal. Posteriormente, los críticos argumentaron que tales interpretaciones racionalizaban la desatención a los pobres y legitimaban las desigualdades sociales. El término «darwinismo social», a menudo asociado con justificaciones del imperialismo, las jerarquías raciales y la eugenesia, manchó el legado de Spencer, aunque no inventó todas esas ideas. Los académicos actuales tienden a tratar a Spencer de forma más histórica: como un importante transmisor de ideas evolutivas y creador del pensamiento funcional, pero no como una guía fiable para la formulación de políticas.
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