El fenómeno del hombre T. de Chardin

Contexto

Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) nació en el seno de una familia numerosa y acomodada de Puy-de-Dôme, en el centro de Francia. Su madre era sobrina-nieta de Voltaire y su padre descendiente de una antigua familia de magistrados. Ingresó en la Compañía de Jesús siendo adolescente y se formó en paleontología y teología.

En sus primeros años de vida se comprometió con la teoría evolutiva de Darwin, que en su momento pareció desafiar la fe religiosa convencional. Desarrolló una visión evolutiva del universo: pasando de una esfera de vida, o biosfera, a una esfera de mente, o noosfera.

En 1941, Teilhard presentó a Roma su obra más importante, Le Phénomène Humain (El fenómeno humano), para su aprobación. En 1947, Roma le prohibió escribir o enseñar sobre temas filosóficos. En 1962, la Congregación para la Doctrina de la Fe condenó varias de las obras de Teilhard basándose en sus supuestas ambigüedades y errores doctrinales. Esto fue básicamente un intento de proteger el relato de la Creación en el Libro del Génesis como "científico". Sin embargo, ninguno de sus escritos fue incluido en el Index librorum prohibitorum (Índice de Libros Prohibidos).

En 1925, Teilhard de Chardin fue autorizado a viajar a China, donde trabajó en descubrimientos paleoantropológicos, lejos de las disputas teológicas. Su equipo descubrió la cúpula de un cráneo. El canadiense Black y Teilhard de Chardin la examinaron. Black verificó la naturaleza hominoidea del cráneo y Teilhard de Chardin estableció la era geológica en la que la cueva estuvo habitada. 

Su obra El fenómeno humano fue un intento de sintetizar lo que aprendió a través de los descubrimientos científicos y lo que los descubrimientos científicos nos dicen sobre la naturaleza de la realidad última. Teilhard describe la evolución como un proceso que conduce a una complejidad creciente, que termina en la unificación de la conciencia. El texto fue escrito en la década de 1930 y se publicó póstumamente en 1955.

Resumen

Teilhard comienza su libro analizando el significado de ser humano. Su argumento es que somos a la vez organismos biológicos y seres conscientes, capaces de creatividad, reflexión y trascendencia. A través de nuestras capacidades de pensar, sentir y amar, podemos trascender las limitaciones de nuestro mundo material.

A continuación, sigue el desarrollo de la vida desde sus orígenes hasta la aparición del Homo Sapiens, a través de un proceso de progresiva complejidad de la conciencia y de aumento de la capacidad de amar. Sostiene que la evolución no es un proceso mecanicista, sino más bien un despliegue significativo del universo, bajo la guía de una fuerza teleológica.

El núcleo de la filosofía del autor es el Punto Omega, el objetivo final del proceso evolutivo. Imagina un futuro en el que la humanidad, a través de sus propios esfuerzos y crecimiento espiritual, se unirá en una sola conciencia, trascendiendo las limitaciones humanas y comunicándose con lo divino.

El libro es un llamado a la acción que anima a los lectores a aceptar un papel consciente en el proceso de evolución. Es a través del amor, la creatividad y la cooperación que los seres humanos pueden llegar al Punto Omega más rápidamente y cumplir con su destino.

Temas 

Evolución

Teilhard siguió a Tomás de Aquino al considerar que la verdad y lo que no es verdad son opuestos y aplicó esto rigurosamente a la religión y la ciencia. Albergaba dudas sobre el darwinismo, ya que no contemplaba las causas finales. Para el autor, las causas finales significaban metas que impulsaban la evolución hacia adelante, mientras que la selección natural es una serie de ensayos y errores. Teilhard veía el propósito y el significado de la evolución como parte del objetivo final del mundo.

Para él, la evolución avanza mediante la divergencia en diferentes formas y especies; por otro lado, la mente evoluciona mediante la convergencia, a través de la creciente complejidad de las redes neuronales y las sociedades que impulsan el crecimiento de la mente y la cultura. Esto forma parte de la noogénesis, la evolución de la mente que conduce a la unificación de la humanidad.

Noosfera

Noosfera es un término que proviene del griego νοῦς (nous “mente”) y σφαῖρα (sphaira “esfera”). Está relacionado con la geosfera (materia inanimada) y la biosfera (vida biológica). Teilhard imaginó la creación del Big Bang por parte de Dios. Esto inició el proceso de evolución: la complejidad de la materia, las formas de vida, la conciencia humana y la conciencia humana colectiva (la noosfera). A medida que la humanidad se organice en sociedades cada vez más complejas, la noosfera adquirirá una mayor conciencia. El apogeo será el Punto Omega, el Cristo Cósmico, la segunda persona de la Trinidad.

“¿Cómo no ver que el proceso de convergencia del que hemos surgido, cuerpo y alma, continúa envolviéndonos más estrechamente que nunca, atrapándonos bajo la forma –bajo los pliegues, podríamos decir– de una gigantesca contracción planetaria?” 

Ciencia y fe

Teilhard reconoce que sus contemporáneos ven un conflicto entre la religión y la ciencia. Considera que la solución a este problema requerirá un replanteamiento del mensaje cristiano a la luz de la ciencia, en particular las ideas de la evolución cósmica. Considera la ciencia como un medio para comprender el universo y también la realidad, que en sí misma tiene un carácter religioso. La ciencia coopera para impulsar al mundo en una evolución cósmica hacia su destino final, el Punto Omega, Dios.

Sin embargo, a través de la encarnación el polo de convergencia universal es Cristo, que es Dios en el corazón de la materia, el motor del movimiento de la evolución. Para el autor, el trabajo científico consiste en desarrollar la conciencia del mundo a través del conocimiento y esto es una operación sacerdotal. Prepara a la humanidad para encontrar el sentido del misterio de la realidad: la evolución hacia Dios a través del aumento de la conciencia. De este modo, la ciencia adquiere un significado religioso.

El materialismo científico es también una fuente de enfrentamiento entre religión y ciencia. Se basa en las premisas de que la realidad fundamental del universo es materia y energía y que la ciencia es el único conocimiento válido. La primera afirmación es metafísica, la segunda epistemológica, basada en la primera.

Teilhard rechaza el dualismo materia-espíritu y plantea una síntesis donde la materia integra un aspecto espiritual. Se acerca a la materia, no a través de sus partículas, como los quarks, sino a partir de la evidencia de la conciencia humana. Sostiene que la conciencia debe estar presente en toda materia. Esto le lleva a proponer que la materia tiene un interior (dedans) y un exterior (dehors), que es el objeto de la ciencia. La materia también tiene un carácter dual en energía: energía tangencial, física y energía radial correspondiente a la fuerza convergente de la evolución hacia más complejidad y conciencia. La energía radial también se llama energía espiritual porque Teilhard identifica espiritualidad con conciencia.

Para el autor, la materia es dinámica y evoluciona hasta llegar al espíritu humano y, en última instancia, a la unión con Dios. Esta idea se opone a la visión de los filósofos griegos antiguos de que la materia es un obstáculo para el espíritu, una fuente de dualismo en el pensamiento occidental.

Responsabilidad humana

Para Teilhard, la evolución es cósmica, un despliegue del universo a lo largo de una línea de creciente complejidad y espiritualidad, desde las partículas materiales, pasando por los seres vivos (biosfera), hasta la conciencia en los seres humanos (noosfera). Continúa, a través de la evolución humana, hasta la convergencia en el Punto Omega, un Dios personal.

El progreso en la evolución humana puede ir hacia una unidad convergente o hacia una realidad divergente, manifestada en el conflicto de un grupo contra otro. Para evitar esto último es necesario contar con un polo de atracción personalizado que logre la unificación final de todas las conciencias. Éste es el Cristo cósmico.

Hoy en día, la convergencia se puede ver en fenómenos como el aumento de las comunicaciones mundiales, el transporte global y el fortalecimiento de las Naciones Unidas. Sin embargo, también hay movimientos divergentes de violencia, guerras y terrorismo. Teilhard desarrolló su visión durante la Guerra Fría, pero es optimista. ¿Hasta qué punto es realista?


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