El periodo helenístico empezó en 336 a.C. con la coronación de Alejandro Magno como rey de Macedonia y la consiguiente expansión de su reino. Durante 13 años invadió Persia y construyó un imperio que se extendió desde la Grecia moderna hasta la India. Las tropas invadieron y conquistaron el imperio persa y el valle del Indo utilizando las excelentes vías de comunicación trazadas por los mismos persas. Esta breve campaña alejandrina cambió el mundo antiguo extendiendo la cultura griega desde el Mediterráneo hasta Asía, inaugurando la época helenística que duró hasta su conquista por Roma en 31 a.C.
Los estados helenísticos fueron gobernados por reyes absolutos que tenían una visión cosmopolita del mundo y se dedicaban a comerciar intensamente dentro del imperio: desde la India, ébano, marfil, perlas, algodón, especies y azúcar; hierro desde el Oriente lejano; vino de Siria; papiro y vidrio de Alejandría.
Estos intercambios afianzaron la cultura helénica en todo el imperio. La lengua franca, el "koiné", griego coloquial, también ejerció una fuerza unificadora y extendía la cultura y visión griega en todo el territorio. La época helenística se definie por la difusión de la cultura griega a los territorios conquistados por Alejandro.
El imperio macedonio difundió la cultura griega a Egipto y al suroeste y centro de Asia. La arquitectura griega construyó numerosas ciudades en estas regiones: Seleucia (Irak), Pérgamo (Turquía), Antioquía (Turquía) y Alejandría (Egipto). La arquitectura helenística es famosa por su cantidad, diversidad y escala. Alejandría, la capital cultural de la época helenística, erigió los dos edificios más famosos: la Biblioteca y el Faro de Alejandría. Ninguno de ellos se ha conservado.
La época helenística también amplió sus temas escultóricos. Los escultores griegos clásicos diseñaron figuras jóvenes de físico perfecto, mientras que las esculturas de la época helenística incluían personas reales, de edad avanzada, con heridas y una apariencia poco idealizada.
El mundo griego clásico se había fundamentado en referencias relativamente estables, basadas en el papel central de la ciudad (polis). Todo esto comenzaría a cambiar a partir del último tercio del siglo IV a.C., con las sucesivas campañas militares emprendidas por Filipe II de Macedonia y su hijo, Alejandro Magno. Estas dejaron atrás la forma de organización política característica de la época clásica e introdujeron la era helenística, un período de transición que duraría hasta el auge del Imperio romano, a finales del siglo primero a.C.
El imperio macedonio que creó Alejandro chocó con la política tradicional griega de organizarse en ciudades-estado autónomas. Conmocionados por convulsiones internas y externas, algunos filósofos griegos criticaron esta expansión territorial externa y el cambio cultural que la acompañó. Reaccionaron desarrollando discursos nuevos dirigidos a tranquilizar el espiritu, la ataraxia. Así nacieron las diversas escuelas de pensamiento helenísticas del siglo IV al III a.C.: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo.
Los nuevos críticos protestaron dirigiendo su atención del exterior al interior. Diógenes dedicó su vida a protestar contra el mercantilismo y el cosmopolitismo. Epicuro predicó el placer y la felicidad individuales como fines en sí mismos. Los estoicos difundieron la creencia de que todos poseemos una chispa divina que puede cultivarse viviendo éticamente: con nobleza y bondad. La similitud es notable entre estos pensadores y sus contemporáneos de la Era Axial en Oriente, como Buda y Confucio, quienes también buscaron soluciones a la vida en su carisma interior.
La conquista de Egipto por Alejandro Magno (circa 332) formó parte de su guerra por dominar el imperio persa. Tras conquistar las bases navales persas en la costa oriental del Mediterráneo, su ejército y flota continuaron hacia el sur. La fama de Alejandro Magno lo precedió y Egipto se rindió sin oponer resistencia.
Fue en la costa egipcia donde el guerrero griego estableció, en el año 334 a. C., otra arma de dominación: la información como poder. El objetivo era recopilar y almacenar el conocimiento mundial de la época y, al mismo tiempo, fortalecer la cultura griega en la colonia.
Fue Ptolomeo I quién mandó construir en Alejandría el gran palacio de la dinastía ptolemaica. Al otro lado del jardín se edificó un monumento llamado Museion, un museo consagrado a las Musas, las diosas de a
la memoria de las artes y de las ciencias. Había nacido la Biblioteca de Alejandría. (Una ventaja evidente que tenía la ciudad era la cercanía de muchas hierbas acuáticas aptas para transformarse en soporte de escritura: el papiro.)
Los Ptolomeos eran de origen macedonio y habían heredado de los griegos el gusto y el afán por el saber y el conocimiento. Durante los siguientes siglos la dinastía apoyó y mantuvo la Biblioteca y dedicó su fortuna a la adquisición de textos desde Grecia, Persia, India, Israel, África y otras tierras. Pronto atrajo a intelectuales de todo el imperio y más allá.
El sincretismo caracterizaba la cultura helenística y se desarrollaba en paralelo a la dominación griega. Los filósofos del imperio naturalmente incorporaban elementos de la filosofía persa, india, egipcia, romana y siria en sus obras, superponiendo estas ideas al legado de los socráticos y presocráticos. Los extensos fondos interculturales de la Biblioteca y la mezcla de gentes y culturas en la ciudad de Alejandría promovieran aún más la combinación de ideas.
Las tradiciones clásicas habían perdido su prestigio a causa de su desviación hacia intereses más y más especializados, lejos de la vida diaria de la polis que había preocupado Sócrates y Platón. El conocimiento por lo físico empezaba a primar sobre la especulación abstracta. En ese aspecto es notable el número de matemáticos que acudía a la Biblioteca:
Euclides fue activo en Alejandría durante el reino de Ptolomeo I. Su libro Elementos, una recopilación organizada de los conocimientos de la época sobre matemáticas y geometría, seguramente fue escrito utilizando los fondos de conocimiento de la Biblioteca.
Arquímedes perfeccionó sus estudios en la Alejandría de los Ptolomeos como discípulo del astrónomo y matemático Conon de Samos, astrónomo real en la corte de Ptolomeo III.
Gracias a la unificación de Persia y Egipto bajo Alejandro, el flujo comercial establecido y las excelentes vías de comunicación dejadas por los persas, hubo un gran intercambio de textos e ideas dentro del imperio helenístico. La biblioteca de Pérgamo en Anatolio, también parte del imperio, competía con la de Alejandría. Según Plinio el Viejo los dos establecimientos desarrollaron intereses rivales. (Como muestra de rivalidad se dice que el uso de pergamino fue la respuesta de Pérgamo a la falta deliberada de suministro de papiro desde Alejandría.)
Eratóstenes era bibliotecario jefe en el Museion y matemático, geógrafo, poeta, astrónomo y teórico de la música. Usó sus conocimientos matemáticos, sin duda adquiridos en la Biblioteca, para calcular la circunferencia de la tierra.
Hiparco de Nicea (cerca de Pérgamo) también trabajó sobre los textos de Babilonia, pero en la isla de Rodas. Probablemente fue el astrónomo más aventajado del helenismo
Claudio Ptolomeo, matemático, geógrafo y astrólogo griego fue empleado en la Biblioteca de Alejandría ya bajo dominación romana. Utilizaba los fondos babilónicos de la Biblioteca para aprender por observación y estudiar la luna.
El mundo de los primeros cristianos fue helenístico y así la tradición evangélica de Pablo de Tarso y del nuevo testamento que nos habla sobre Jesús de Nazaret está muy influenciada por la filosofía griega. Palestina era parte integral del imperio y no podía escapar a la influencia griega. Todos los textos que tenemos del Nuevo Testamento están escritos en 'koiné', la lengua franca del imperio helenístico. Esto no significa que los redactores de estos textos estaban determinados en su pensamiento por el helenismo, sin embargo sus expectaciones, problemas y respuestas fueron formados bajo la influencia cultural grecorromana. La mezcla del pensamiento griego con religiosidad hebraica es evidente en el prólogo al evangelio de Juan con sus referencias abstractas al Logos pero su espíritu religioso hebreo.
Es curioso reflexionar sobre el hecho que los dos pilares de la cultura occidental, el judeocristianismo y la tradición griega, ya estaban mezclados en el Nuevo Testamento, libro de referencia de Occidente
Galeno (129 - 216 d C.) nació en Pérgamo, Anatolia, ya bajo el imperio romano, en una familia de arquitectos. En lugar de seguir con los estudios familiares decidió estudiar medicina, posiblemente animado por la tradición de la ciudad de venerar Asclepio, el dios de la curación. Siguió sus estudios en Alejandría, el centro de medicina más renombrado en el mundo antiguo occidental. Luego se trasladó al centro del imperio, Roma, y se hizo un lugar como médico por sus conocimientos de anatomía, curaciones y destreza retórica en debates públicos.
La fisiología de Galeno era una mezcla de ideas extraídas de Platón y Aristóteles, además de Hipócrates. Su modelo fisiológico fue utilizado durante varios siglos sin cambios.
Los escritos de Galeno, unos 300, de los cuales conocemos 150 completos o parciales, demuestran un interés universal. Sus investigaciones cubrieron áreas como la lingüística, la lógica científica y la retórica, aparte de la medicina. En los años 500 sus obras servían como textos de enseñanza en Alejandría. En el siglo 9 los árabes coleccionaron y tradujeron muchos manuscritos griegos y sobre el año 850 un médico árabe en la corte de Bagdad, Hunayn ibn Ishaq, preparó una lista anotada de 129 obras de Galeno que él y sus seguidores habían traducido del griego al árabe
La medicina renacentista quiso repetir los experimentos y reconfirmar los resultados de Galeno. Irónicamente este interés destronó Galeno como anatomista. En 1543 el médico flamenco, Vesalio, demostró que la anatomía corporal de Galeno era más animal que humana en algunos aspectos. Un siglo más tarde el inglés Harvey explicó la circulación sanguínea de manera correcta. La renovación del modelo corporal de la tradición de Galeno durante el Renacimiento fue, sin embargo, un elemento importante en el auge de la ciencia moderna.
Diofanto de Alejandría fue un matemático griego nacido entre los años 200 y 214 d.C. en Alejandría, esta ciudad vorágine de ideas. Fue reconocido como el padre del álgebra maestral. Su obra más conocida es “Aritmética”, la cual estaba conformada por trece libros de los que sólo se conservan seis y una parte del séptimo.
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