La mente humana a partir de los principios del sentido común por Thomas Reid


Contexto

La Ilustración escocesa es el contexto filosófico de la obra "An Inquiry into the Human Mind on the Principles of Common Sense"(1764) por Thomas Reid (1710-1796). Era parte de la Ilustración Europea que buscaba respuestas empíricas a temas como la moral, la economía y la naturaleza humana. Esto fomentó un interés por la ciencia experimental, por la creencia en la razón y por el cuestionamiento de la autoridad tradicional.

El debate europeo fue entre el empirismo y el racionalismo, con Hume y Locke argumentando que el conocimiento se basaba en experiencias sensoriales, y Descartes centrando su atención en la razón como fuente del conocimiento.

Reid opinaba que tanto Descartes como Hume basaban sus conclusiones en supuestos similares que habían llevado a ambos al escepticismo:

"El escepticismo de Descartes me lleva a creer que sólo puedo estar seguro de mi propia existencia".

"El escepticismo de Hume es más profundo: 'sólo puedo estar seguro de que existen ideas e impresiones. No puedo entender una mente independiente de esas ideas e impresiones' ".

Reid pretendía contrarrestar este escepticismo tradicional enfatizando la validez del sentido común:

"El sentido común es la facultad que nos revela los principios básicos. Los utilizamos para adquirir conocimiento sobre nosotros mismos y el mundo".

Insistió en que las creencias sobre el mundo compartidas por la mayoría debían aceptarse como base para comprender la realidad. También afirmó que las verdades morales, la religión, la reconciliación de la fe y la razón y el establecimiento de la existencia de Dios podían estar informados por el sentido común, que se presentaba así como una nueva epistemología.

Resumen

Capítulo I. INTRODUCCIÓN.

Reid critica las tendencias filosóficas de su época, especialmente la excesiva dependencia de la razón. Aboga por un nuevo enfoque de la filosofía basado en el sentido común. Cree que la intuición es una base fiable y práctica para el conocimiento y que debe valorarse por encima del pensamiento abstracto.

"Des Cartes, Malebranche y Locke han empleado todos su genio y habilidad para demostrar la existencia de un mundo material, y con muy poco éxito. Los pobres mortales ignorantes creen, sin lugar a dudas, que hay un sol, una luna y estrellas; una tierra que habitamos; un país, amigos y relaciones de los que disfrutamos; tierras, casas y muebles que poseemos. Desprecio la filosofía y renuncio a su guía: que mi alma habite con el sentido común".

Capítulo II. EL OLFATO

El autor sostiene que nuestra percepción de la realidad a través del olfato no se produce como una experiencia subjetiva, sino que capta olores externos reales. Distingue entre las sustancias que emiten olores y la experiencia humana del olfato.

Menciona el vínculo entre el olfato y la memoria y su evocación de emociones, añadiendo que esto demuestra la importante función que desempeña este sentido en la configuración de nuestra comprensión del mundo.

Reid procede en los siguientes capítulos a analizar los otros cuatro sentidos en un esfuerzo por demostrar que proporcionan conocimiento directo del mundo exterior. 

CAPÍTULO III. EL GUSTO.

Reid sostiene que el gusto es similar a la vista y al oído, ya que también es una forma de percibir directamente las cualidades de los objetos. Añade que el gusto es una fuente fiable de conocimiento porque se basa en una experiencia humana común. En resumen, forma parte de un sentido común que niega el escepticismo.

CAPÍTULO IV. EL OÍDO.

El autor describe el oído como el sentido que nos permite percibir vibraciones en el aire a las que luego damos un significado. Afirma que no es necesaria la intervención de un razonamiento complejo para reconocer inmediatamente los sonidos y sus fuentes. Esta percepción directa nos permite interpretar el lenguaje hablado y otras señales auditivas.

Añade que, a pesar de los malentendidos o las malas interpretaciones, la información ambiental a través del sonido es confiable. Reid critica luego el escepticismo filosófico que cuestiona la percepción sensorial, insistiendo que transmite información precisa sobre el mundo circundante.

CAPÍTULO V. EL TACTO.

El autor señala que el tacto, a diferencia de otros sentidos, permite una interacción física directa con los objetos, lo que ofrece una forma específica de comprensión. Explora las capacidades del sentido del tacto para ayudar a los humanos a percibir la dureza, la suavidad, la temperatura y la textura.

Una vez más, Reid insiste en que las experiencias táctiles son formas fiables de entender el mundo y una base para creer en el sentido común. También contrarrestan el escepticismo que cuestiona la validez de la información sensorial, especialmente cuando se suma a la información de otros sentidos, que contribuyen a formar una imagen coherente de la realidad.

CAPITULO VI. VISIÓN.

Contrariamente a los filósofos contemporáneos, como Berkeley que sostenía que nuestra percepción se limita a nuestras representaciones mentales de la realidad, Reid declaraba que percibimos el mundo directamente a través de nuestros sentidos.

El filósofo manifestaba que a través de nuestras experiencias visuales interpretamos activamente la realidad percibiendo el espacio, la profundidad y el movimiento. Rechazaba la teoría escéptica que nuestra experiencia visual nos engaña y, aunque admitía que existen ilusiones y errores perceptivos, afirmó que no conforman la totalidad de la percepción. Asegura que es gracias a la visión coherente de la realidad que ofrecen nuestros sentidos que podemos afirmar nuestra comprensión cognitiva del mundo exterior.

CAPÍTULO VII. CONCLUSIÓN.

Reid concluye su investigación sobre la mente humana basada en los sentidos insistiendo en la validez del conocimiento por el sentido común. Destaca que la intuición es natural, así como esencial para la comprensión de la realidad. También sostiene que cuestionar la certeza del conocimiento a través del escepticismo hace que la vida sea invivible.

Aboga por una perspectiva filosófica que reconoce la experiencia directa y la confianza en los sentidos, y fundamenta esta perspectiva en la creencia de que ciertas verdades son evidentes en sí mismas y no necesitan pruebas. Este es su marco de conocimiento, basado en la experiencia y el juicio común, donde rechaza la abstracción e insiste en una comprensión del conocimiento humano a través del sentido común.

Temas

Reid y Descartes

La epistemología de Descartes se basaba en la duda como punto de partida para llegar a la certeza. Su conclusión "cogito ergo sum" era la base de su conocimiento y la consideraba una verdad final. Contrariamente a la base cartesiana del conocimiento fundamentada en la razón y la duda, Reid, aunque reconocía la razón como un camino hacia el conocimiento, buscaba sustentar la base empírica del conocimiento en la validez de la percepción humana.

El dualismo cartesiano propuso una visión de la realidad que distinguía entre la mente no material y el cuerpo material. Consideraba que la experiencia sensorial era engañosa y se basaba en la mente racional como única fuente de conocimiento. Reid adoptó una perspectiva más holística de la cognición humana en la que la percepción y la comprensión están relacionadas. Este debate orientó las ideologías tradicionalmente antagónicas del empirismo y el racionalismo.

El escepticismo de Hume

El escepticismo de Hume se basaba en su visión empírica del mundo y lo expresó particularmente en relación con la causalidad y los límites del entendimiento humano. Sostenía que las creencias humanas se basaban, no en justificaciones razonables, sino en el hábito. Su epistemología se basaba en la incertidumbre de nuestro conocimiento sobre el mundo exterior porque nuestras experiencias están mediadas por la percepción, que puede ser engañosa.

Reid cuestionó la perspectiva escéptica de Hume al argumentar que nuestras percepciones de la realidad basadas en el sentido común son precisas. Considera que el escepticismo de Hume socava nuestras intuiciones válidas sobre el mundo.

El debate entre la creencia en la certeza de nuestro conocimiento y la incredulidad sobre esa certeza sigue siendo una importante discusión filosófica.

Reid y Berkeley

Reid y Berkeley coincidieron en rechazar el representacionalismo que sostenía que percibimos los objetos indirectamente a través de ideas en nuestra mente. Uno lo hacía a través del antiescepticismo y el otro sobre la base del sentido común.

Sin embargo, Reid no estaba de acuerdo con el idealismo de Berkeley, el concepto de que sólo existen las ideas y las mentes, porque no era de sentido común. Reid también criticó la aceptación por parte de Berkeley de El camino de las ideas, una tradición que separa la filosofía de la ciencia y el sentido común. Por otra parte, Berkeley consideraba a Reid un materialista porque aceptaba la existencia de cosas que eran independientes de la mente.

Ambos filósofos abordaron los temas de la epistemología y la percepción. La postura idealista de Berkeley sostenía que los objetos materiales no existen independientemente de nuestra percepción de ellos y descartaba el concepto de sustancia material. Reid era un realista de sentido común y sostenía que el mundo fuera de nuestras mentes existe y que nuestros sentidos pueden informarnos sobre él directamente. Insistía en que este conocimiento sensorial era fiable.

Para Berkeley, la realidad era principalmente mental. El mundo físico es una colección de ideas en la mente del que lo percibe. Como obispo irlandés evocaba una existencia de la realidad más allá de la percepción humana. En esta concepción, el mundo se mantiene en la mente de Dios, quien asegura su continuidad, incluso cuando no es percibido por los humanos. Reid, por el contrario, sostenía que la realidad está formada por la materialidad y no depende de la percepción humana para su existencia. Su prueba son nuestras experiencias sensoriales, que ofrecen una apreciación válida de la realidad.

Como método filosófico, Berkeley se enfrentó al materialismo de sus contemporáneos utilizando el escepticismo tradicional de manera extrema y haciendo de la mente su única prioridad. Este enfoque puede tener su origen en su visión eclesiástica conservadora en el mundo cambiante de la Ilustración con su ánimo de promoción de métodos científicos empíricos, una creencia en la razón y el cuestionamiento de la autoridad tradicional. Reid adoptó un enfoque influenciado por el empirismo de su tiempo y se centró en la defensa del sentido común y las experiencias sensoriales, contra el escepticismo de la tradición filosófica impulsada por Descartes y Hume y continuada por Berkeley.

La existencia de Dios

Reid se licenció en teología y se ordenó como ministro en Aberdeenshire en 1737. Defendió la existencia de Dios, pero su pensamiento newtoniano le impidió utilizar la física como parte de sus pruebas. Esto le llevó a trasladar el enfoque de las pruebas desde la apologética al racionalismo. Argumentó desde la razón debido a su crítica a Descartes y Hume, quienes basaban su escepticismo en la racionalidad:

“Sus pruebas no son demostrativas, sino intuitivas. No requieren pruebas, sino que se las coloque en el punto de vista adecuado”.

Su argumento cosmológico sigue la línea de pensadores anteriores que postulaban causas primeras, con lo que pretende refutar la idea de Hume de que la causalidad sólo existe, en la mente del observador.

El argumento del diseño implica dos principios: uno es la inferencia de un diseñador inteligente a partir de la creación; el otro es que la Naturaleza tiene las características del diseño inteligente. Concluye:

 “que las obras de la Naturaleza son efectos de una causa sabia e inteligente".

A Hume se le atribuye la idea de que el diseño no es un argumento convincente, ya que sólo conocemos este universo. Reid da una respuesta de sentido común al decir que siempre hemos encontrado que el diseño está vinculado a sus rasgos más fuertes.

Sentido común

La creencia de Reid en el sentido común le llevó a sostener que algunas percepciones e intuiciones sobre la realidad son seguramente ciertas y no necesitan justificación. Estas verdades evidentes son aceptadas universalmente por todos los seres humanos racionales.

Sin embargo, estas verdades se crean a través de un círculo de creencias sin evidencia empírica, como la existencia de la realidad externa, la de otras mentes y la fiabilidad de los sentidos. Reid sostiene que sus verdades evidentes no se basan en la observación, la evidencia o el razonamiento complejo, sino que son reconocibles en sí mismas. Es notable que esta línea de argumentación se parece más al pensamiento medieval que al razonamiento de la Ilustración.


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