Contexto
Jacques Marie Émile Lacan (1901-1981) fue un psicoanalista francés cuya contribución a la filosofía se basa en su reinterpretación de los escritos de Freud bajo la influencia de Heidegger, Hegel, la lingüística estructuralista de Saussure y la antropología. La transcripción de sus seminarios fue publicada en francés en 1966.
Lacan se familiarizó con la dialéctica hegeliana al asistir a las conferencias de Kojève, entre 1933 y 1939, en la École des Hautes Études de París, donde Kojève comentó la Fenomenología del espíritu de Hegel. Se trata de una lectura antropológica de Hegel que enfatiza una concepción dualista y negativista de la dialéctica hegeliana.
Sobre el análisis de la agresividad en el psicoanálisis Lacan declaró en 1948:
“Antes de Darwin, Hegel, sin embargo, formuló la teoría definitiva de la función propia de la agresividad en la ontología humana, y pareció profetizar la ley de hierro de nuestro tiempo. Del conflicto entre amo y esclavo, dedujo todo el progreso subjetivo y objetivo de nuestra historia, revelando en estas crisis las síntesis que se encuentran en las formas más altas del estatus de la persona en Occidente, desde el estoicismo hasta el cristianismo, e incluso hasta el futuro ciudadano del Estado universal".
Vuelve a mencionar el liderazgo filosófico de Hegel en Discours de Rome (1953):
"Estas observaciones definen los límites dentro de los cuales es imposible para nuestra técnica dejar de reconocer los momentos estructurantes de la fenomenología hegeliana: en primer lugar la dialéctica amo-esclavo, o la dialéctica de la bella alma y de la ley del corazón, y en general todo lo que permite comprender cómo la constitución de los objetos está subordinada a la realización del sujeto".
Más tarde, Lacan ya no quiere utilizar el planteamiento hegeliano como clave de lo imaginario, de la ley de la intersubjetividad o del proceso de alienación, sino como discurso. En esta relación amo/esclavo, el amo es el saber. Lacan ya se dirige a la lingüística como fuente.
La visión que Heidegger tenía del lenguaje invirtió la relación tradicional entre los seres humanos y el lenguaje. Sostuvo que éste iba más allá de un conjunto de etiquetas para las cosas. Mediaba la relación entre los individuos y su experiencia subjetiva, tanto de las emociones y sensaciones internas como de las cosas externas del mundo. Por lo tanto, no era reducible a la comunicación, sino que moldeaba nuestros conceptos de la realidad y estructuraba las relaciones sociales. Formaba parte del autorreconocimiento, ya que ayudaba al sujeto a descubrir al Otro.
La perspectiva de Heidegger se opuso a la concepción empírica del lenguaje que lo consideraba un espejo entre la experiencia subjetiva y la realidad externa, convirtiendo el lenguaje en un conjunto de etiquetas de elementos del mundo. Lacan se inspiró en esta visión del lenguaje y describió la relación de los humanos con el lenguaje como un campo, un lugar donde se coloca al individuo antes del nacimiento biológico. Esto condujo a la idea psicoanalítica de que el inconsciente tiene la estructura de un lenguaje.
Fue Heidegger quien señaló por primera vez que era el lenguaje el que hablaba, no el individuo, porque el lenguaje precedió al hablante, incluso antes de su nacimiento. Para Lacan, el inconsciente está formado por leyes estructurales que traducen las experiencias personales en mitos vivientes. Lacan toma su concepto de la proposición de Lévi-Strauss de que los mitos trascienden al individuo. Freud entendió este proceso en su práctica clínica como síntomas.
Saussure
El primer principio semiótico de Saussure es que los signos crean una relación arbitraria entre una imagen sonora y un concepto. El significado (árbol) y el significante (árbol de palabras o sonidos) están conectados de manera aleatoria, no por necesidad. Esto es obvio porque muchas otras lenguas utilizan diferentes significantes para los mismos conceptos.
Saussure sostuvo que la operación básica del lenguaje es un acoplamiento arbitrario de pensamientos y sonidos. Para el lingüista, el lenguaje no expresa ideas porque las ideas no existen antes del lenguaje. Para él, el lenguaje diferencia los pensamientos al acoplarlos con sonidos: el sonido de árbol o el sonido de flor. El papel del lenguaje es delimitar, no de referenciar. Saussure lo expresó así:
“Todo lo dicho hasta ahora se reduce a esto: en el lenguaje sólo hay diferencias”.
La obra de Saussure es una demostración de que la unión de dos procesos sin sentido (pensamiento y sonido) crea un tercer término con significado: un símbolo.
El segundo principio de la semiótica de Saussure sostiene que el lenguaje funciona en sucesión para formar una cadena: oraciones.
Lacan utiliza ambos principios semióticos de Saussure en su teoría de la subjetividad y la aparición del deseo. En el acto de hablar, Lacan advierte que las palabras de la oración no son claras hasta ciertos puntos en la cadena de palabras. Concluye que el hablante siempre experimenta una brecha entre la enunciación del sujeto y la comprensión del otro. Durante este intervalo, el sujeto toma conciencia de su dependencia del Otro para que le proporcione las palabras de comprensión necesarias para una comunicación significativa. El lenguaje se convierte en el discurso del Otro, ya que el sujeto debe adoptar el lenguaje como una estructura de significantes que no ha creado.
Lacan teoriza que el niño humano se encuentra en la situación aterradora de necesitar utilizar el discurso del Otro para obtener la satisfacción de sus necesidades corporales básicas. El Otro conserva el poder de la comunicación exitosa o no exitosa y la satisfacción final de las necesidades del niño. Lacan sugiere entonces que esta desesperada experiencia infantil de necesitar y tener que utilizar el lenguaje para obtener satisfacción es lo que causa el surgimiento del deseo. Esto se expresa en la pregunta dirigida al Otro que puede gratificar la necesidad: ¿Qué quieres de mí?
Freudianismo
La relectura que hace Lacan de Freud se basa en el uso de la lingüística. A diferencia de Freud, que se proclamaba un científico natural y había rechazado la especulación filosófica, Lacan intentó demostrar que el psicoanálisis era un punto de vista filosófico. Por ejemplo, Lacan sugiere que el inconsciente freudiano debe interpretarse como el efecto del lenguaje, entendido como simbólico, sobre la conducta humana.
El autor transpuso los conceptos de Freud utilizando la lingüística estructural de Saussure, que se centraba en el proceso de significación, no en la mente humana. En resumen, trató el inconsciente como un lenguaje. Freud había asumido que la conciencia era anterior al lenguaje; Lacan sostuvo que la conciencia humana está constituida por el lenguaje.
El autor reformuló el complejo de Edipo y el desarrollo psicosexual de Freud en la diferencia entre la etapa imaginaria, en la que el niño no distingue entre sí mismo y el Otro, y la etapa simbólica/lingüística del desarrollo. La etapa del espejo es cuando el niño se identifica a sí mismo como separado del Otro. A continuación viene la etapa simbólica, en la que el niño distingue entre oposiciones lingüísticas: niño/adulto, hijo/padre, mujer/hombre. El dominio simbólico pertenece al padre, simbolizado por el falo como significante que establece los modos de otros significantes.
Lacan reformuló los conceptos freudianos de desplazamiento y condensación, los mecanismos del trabajo onírico, en las figuras lingüísticas de Jakobson: metáfora y metonimia. El autor sostuvo que todos los procesos del deseo de una totalidad inalcanzable se mueven en una cadena de significantes, sin alcanzar nunca un significado estable. Lo ilustró en su artículo La insistencia de la letra en el inconsciente sobre su interpretación del cuento de Poe La carta robada como una alegoría de los procesos del significante.
Comentario sobre Écrits
Lacan desarrolló su teoría de la evolución del inconsciente en tres etapas de la subjetividad: imaginaria, simbólica y real.
En un artículo de 1936 titulado La etapa del espejo como formativa de la función del yo, explicó la etapa imaginaria. Allí, el inconsciente se presenta como un campo imaginario en los bebés. La incapacidad para controlar sus propias acciones crea la necesidad de un modelo externo. El autor sostiene que el infante puede encontrar eso en su reflejo en el espejo, o copiando la conducta de otros.
Sin embargo, esa misma imagen del espejo se convierte en objeto de agresión, según Lacan. Para Lacan el yo es un objeto para el sujeto. Así en el estadio imaginario el yo aparece como el Otro, ocasionando así una violencia primaria contra él.
El autor desarrolló su teoría hacia una nueva dimensión a partir de su Discurso de Roma en los años 50: el estadio simbólico. Su interés por los estudios antropológicos de Lévi-Strauss y la lingüística de Saussure revela una alternativa a lo imaginario. Esto ofrece las opciones de la identidad a través de la representación o la destrucción del objeto de la identidad. El estadio simbólico satisface en parte ambos deseos.
Lacan reinterpreta la estructura del signo de Saussure (el significante y el significado) como la representación dividida de la condición humana. Sostiene que el significado sólo puede hacerse presente a través del significante, de modo que la idea sólo puede estar presente a través de su representación, no a través de sí misma. Está ausente. El lenguaje representa, pues, una alienación a través de la división del significante y el significado.
Lacan reinterpreta el complejo de Edipo de Freud como la aceptación de esta prohibición del lenguaje de representarse a sí mismo, por ejemplo el nombre-del-padre para el padre. Esto le permite separar la teoría freudiana del desarrollo de las interpretaciones culturales de la familia.
La diferencia entre significante y significado es vivida por el sujeto como una brecha que quiere salvar. Esta necesidad es lo que Lacan describe como deseo. El lenguaje muestra este vacío donde el significado está representado por otra cosa, no por sí mismo. El deseo implica un proceso que destruye el yo, la identidad, al pasar de un significante a otro y crear una nueva identidad cada vez.
Lo imaginario permite tanto la identificación pura como la destrucción agresiva, pero Lacan encuentra en lo simbólico la capacidad del psicoanálisis para liberar al deseo de estas limitaciones de lo imaginario. Sin embargo, la mayoría de los freudianos consideran que el análisis fortalece al yo, mientras que Lacan lo entiende como una forma de permitir que el deseo del sujeto supere el dominio imaginario del yo y haga fluida la identidad.
A partir de los años 60, Lacan vuelve a la hipótesis freudiana de la pulsión de muerte y la sitúa en el centro del psicoanálisis. El proceso del deseo simbólico libera las energías que en el imaginario estático sólo podían expresarse agresivamente. Lo simbólico pone a trabajar la pulsión de muerte en el movimiento a través del cual el lenguaje desgarra la identidad. En la tercera etapa, lo Real, la actualidad de la experiencia cotidiana cobra vida a través de la mediación de lo simbólico y lo imaginario. El autor distingue entre la realidad aparente inmediata y los efectos sobre el inconsciente: síntomas histéricos, rituales obsesivos, delirios psicóticos, fijación sexual y otros que denomina wirklichkeit (realidad psíquica).
En resumen, Lacan describe la situación del niño como una confrontación con un Otro extraño en la que basa su subjetividad y su relación con el mundo. Al principio concibió a este Otro en la confrontación imaginaria con una imagen reflejada, más tarde lo explicó en términos de lenguaje simbólico. Ahora lo comprende como algo real como Das Ding (La Cosa) que representa al Otro.
Lo imaginario y lo simbólico conforman la “realidad” a la que Lacan opone lo Real . Se trata de un concepto que oscila entre diferentes significados: materialidad o área no estructurada que subyace a los patrones de lo Simbólico. Existe fuera de la realidad ordinaria.
Lo Real se identifica con la madre como fuente de satisfacción plena en la infancia. Más adelante, la vida se experimenta como un intento de revivir lo Real, que es desplazado por el orden simbólico, sociolingüístico.
En escritos posteriores, Lacan describe lo Real como el opuesto no estructurado de la realidad que lo codifica. Es una presencia que impulsa la ansiedad y la compulsión. Está más allá de la experiencia directa, pero se expresa en conductas y percepciones.
Temas
El ego como construcción
Para Lacan, el ego es una respuesta imaginaria a un problema real. Sostiene que la mente inventa un sentido del yo que es en su mayor parte especulativo. Concluye que nuestra psicología como adultos se basa en creencias que formamos sobre el mundo cuando somos bebés. Este es un proceso de construcción de una autopercepción y forma un dualismo: la realidad material y el yo imaginado.
Lacan comparte con Freud la concepción de que la primera infancia es el secreto para comprender la autopercepción y la psicología humana. Coinciden en la interpretación de los sueños y del complejo de Edipo, pero no en la del subconsciente.
Lo que atrajo la atención de Lacan sobre la percepción infantil fue el fenómeno de la comprensión de su propio reflejo en el espejo. El autor creía que ahora que los niños tenían la oportunidad de verse en el espejo esto había creado la respuesta de construcción del yo. Afirma que los niños no nacieron con un yo y por lo tanto deben resolver el problema de su relación con el mundo exterior. Comienzan a hacerlo a través de la imagen especular y evolucionan hacia el pensamiento simbólico a través del lenguaje y luego a través de lo Real.
Lacan y la filosofía
El enfoque de Lacan del psicoanálisis y la filosofía resultante han remodelado la comprensión de la subjetividad, el lenguaje y la naturaleza de la realidad.
El estructuralismo estuvo influido por el concepto de orden simbólico de Lacan. Para él, el lenguaje es un sistema de significantes que enmarca la experiencia humana. La lingüística, la literatura y las creaciones culturales han incorporado esta nueva perspectiva de la conexión entre el lenguaje y la realidad:
“El inconsciente está estructurado como un lenguaje”.
En el postestructuralismo, sus conceptos cambiaron las ideas tradicionales sobre la identidad y el conocimiento. Propuso una subjetividad que no era estática, sino dividida y creada por el lenguaje y las relaciones sociales. El resultado ha sido una reevaluación de la dinámica del poder, el género y la conexión entre el lenguaje y el significado.
Lacan también influyó en la teoría feminista. Arrojó luz sobre los deseos inconscientes que forman la subjetividad, lo que condujo a una nueva comprensión de las relaciones de género y la construcción de la feminidad. Su trabajo ha permitido un análisis crítico del patriarcado y los roles de género aceptados.
Antropología filosófica
El autor estudió el complejo proceso de construcción de la identidad humana en la imagen especular, el deseo y el complejo de Edipo. Su idea fundamental es que el yo se forma a través del autorreconocimiento y la identificación con los demás. Esto comienza con la etapa del espejo, donde el bebé experimenta un doble encuentro con su propia imagen. Esto da forma al yo, que Lacan definió como autopercepción, una entidad unida y significativa. A través de este proceso, el niño llega a tener un sentido de identidad, aunque esté fragmentado y dependa del reconocimiento de los demás.
El análisis que hace Lacan del complejo de Edipo desempeña un papel en su antropología filosófica. Sostiene que el deseo del niño por el/la progenitor/a del sexo opuesto y la identificación con él/la del mismo sexo, tienen una influencia en su identidad de género y sus relaciones sociales. Esto se entrelaza con el simbolismo del lenguaje y la cultura, formando así la identidad personal y social.
El deseo es un punto central de la antropología filosófica de Lacan. Su argumento es que el deseo no emana de los deseos personales, sino que es un producto de las relaciones del individuo con los demás. Este concepto desafía las ideas tradicionales sobre el deseo y subraya las conexiones entre el yo, la cultura y la sociedad.
Influencia en la estética y la teoría cultural
Las ideas de Lacan han puesto en tela de juicio las nociones de expresión artística. Afirma que el arte no surge de deseos interiores, sino que manifiesta estructuras inconscientes y sociales. El artista encuentra inspiración en el inconsciente social y lo expresa a través de la representación simbólica:
“El arte no es un espejo que muestra la realidad, sino un martillo con el que darle forma”.
Las nociones de Lacan también han tenido impacto en la crítica literaria a través de la aplicación del inconsciente y del "signo" para descubrir significados múltiples en los textos literarios. También son un marco para comprender la estructura narrativa, el simbolismo y la evolución de los personajes.
En teoría cinematográfica, el autor ha revolucionado la experiencia del espectador analizando cómo su mirada es una fuerza creativa y aportando también información sobre el efecto psicológico del cine en el espectador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario