Los problemas de la filosofía de Russell


Contexto

Bertrand Russell (1872-1971) estudió matemáticas en Cambridge, donde sus intereses giraron hacia la lógica y la filosofía. En su vida publicó más de setenta obras y fue honrado con el Premio Nobel de Literatura en 1950 por su coautoría con Whitehead del libro sobre lógica moderna Principia Mathematica.

En 1916 fue despedido de su cátedra de Cambridge y encarcelado, debido a su abierta oposición a la participación británica en la Primera Guerra Mundial.

Publicó Una historia de la filosofía occidental en 1945. Fue crítico con el régimen estalinista-leninista en la Unión Soviética, pero su oposición a la invasión estadounidense de Vietnam llevó a la condena de sus opiniones como comunistas.

Russell había estudiado en Cambridge con profesores de filosofía idealista, que centraba la realidad en la mente, pero luego optó por confiar en el conocimiento científico objetivo y la filosofía analítica.

Russell evolucionó filosóficamente desde el realismo extremo, donde el pensamiento significaba realidad, a una teoría de descripciones que reconoce que los nombres contienen descripciones ocultas. En Los problemas de la filosofía Russell cambió hacia una visión empírica de la realidad a través de su estudio de los empiristas británicos, Hume y Berkeley. En esta obra analizó el argumento que el conocimiento proviene de la experiencia basada en datos sensoriales.

Más tarde, Russell consideró que la materia se construye a partir de los datos de los sentidos, a través de la lógica. Abandonó un libro sobre la teoría debido a las críticas de su alumno, Wittgenstein. Luego se dedicó a comprender la física moderna.

Resumen

Se dice que la obra de Russell, - Los problemas de la filosofía (1912), es un tratamiento de problemas antiguos con una lógica nueva. Ofrece una visión general de las escuelas de pensamiento anteriores y los problemas filosóficos comunes a ellas: experiencia pública y privada, identidad personal, autoconciencia y conciencia de otras mentes, relaciones de espacio y tiempo, y conocimiento. Russell se interesa en distinguir el conocimiento de los particulares, en contraste con el conocimiento de los universales y discriminar entre la apariencia y la realidad. El libro consta de 15 capítulos.

Capítulo 1 - Apariencia y Realidad

Russell comienza analizando supuestos básicos a través de la práctica de la duda radical. Utiliza un experimento simple: camina alrededor de su mesa y observa que los colores cambian, dependiendo de su posición. El color no es fijo, sino está en una relación compleja con el punto de vista del observador. Esto se hace aún más complejo cuando lo contempla varios observadores y Russell concluye que el color 'real' de un objeto no es único, sino que depende del observador. Lo mismo ocurre con la forma, la textura, el tacto y el sonido de la mesa al tocarla y depende de lo cerca que podamos observarla. Afirma que las sensaciones del tacto, del oído y de la vista, no están fijadas por una realidad, son posibilidades y dependen de las condiciones de observación.

"la mesa real, si la hay, no la conocemos de inmediato, sino que debe ser una inferencia de lo que se conoce de inmediato".

Opina que podemos dudar de la existencia de una mesa real, pero confia en la conciencia de los datos de los sentidos procedentes de la experiencia cotidiana.

El siguiente problema que aborda Russell es la relación entre la mesa real y nuestros datos sensoriales. Esto lleva a las preguntas: ¿existe la materia y cuál podría ser su naturaleza? Considera la primera pregunta en relación con los conceptos idealistas del obispo Berkeley (1685-1753), quien pensaba que los objetos físicos no existen independientemente de nuestra mente:

"si hay cosas que existen independientemente de nosotros, no pueden ser los objetos inmediatos de nuestras sensaciones".

Aquí Russell analiza lingüísticamente la palabra "materia". Berkeley considera, de manera platónica, que los objetos físicos existen, pero sólo en la mente de Dios. Otro idealista de la tradición platónica, Leibniz (1646-1716), afirmó que los objetos físicos existían porque eran observados por una mente colectiva, como el universo.

Russell cree que existe una mesa real, pero no está de acuerdo con los idealistas acerca de su naturaleza. Cree que los datos de nuestros sentidos son signos de que existe algo independiente de nosotros. Según él esto provoca:

"datos de los sentidos, siempre que estemos en una relación adecuada con la mesa real".

Concluye que inferimos la realidad de las apariencias que recopilamos de nuestros datos sensoriales.

Capítulo 2 - La existencia de la materia

El objetivo de Russell es responder a la pregunta de si la materia (objetos físicos) existe o no. Insiste en que mientras dudamos de la materia misma,

"... no dudamos de los datos de los sentidos, que nos hicieron pensar que había una mesa..."

La referencia del autor aquí es Descartes que partió de la base escéptica extrema de dudar de todo. Resolvió sus dudas concluyendo que su propia existencia era necesariamente real. Russell subraya la contribución de Descartes a la filosofía: la subjetividad es la base más segura para pensar:

"Concediendo que estamos seguros de nuestros propios datos de los sentidos, ¿tenemos alguna razón para considerarlos como signos de la existencia de algo más, que podemos llamar el objeto físico?"

Russell propone que es más razonable y más simple asumir que los objetos físicos existen, en lugar de aceptar las hipótesis de los idealistas de que la materia es un sueño o consiste en ideas en la mente de Dios, como Berkeley.

Concluye que el conocimiento debe

"... edificarse sobre nuestras creencias instintivas, y si éstas son rechazadas, no queda nada".

La tarea del filósofo es, pues, analizar y organizar estas creencias, de modo que no entren en contradicción.

Capítulo 3 : La naturaleza de la materia

Suponiendo, entonces, que la materia existe independientemente de los datos de los sentidos, ¿qué más podemos saber sobre ella?

La modernidad ha recurrido a la ciencia en busca de respuestas a la naturaleza específica de la materia, pero estas a menudo no están vinculadas a nuestra experiencia subjetiva. Por ejemplo, la teoría científica de la luz como onda está muy lejos de nuestras sensaciones visuales de la luz. Para aclarar esto, Russell ofrece la explicación de que los datos de los sentidos dan información sobre las relaciones de distancia (lejos o cerca), pero no sobre las distancias en sí mismas. También nos informan del orden de los acontecimientos en el tiempo, pero no de la duración.

Capítulo 4 : Idealismo

Russell examina en detalle los argumentos de los filósofos idealistas de que toda la existencia está en la mente. Aunque choca con el sentido común, también señala que el sentido común en sí mismo no ofrece respuestas a la naturaleza de los objetos.

Acepta que los argumentos de Berkeley han resistido la prueba del tiempo. Sin embargo rechaza el salto que dan desde la premisa de que todo son ideas a la conclusión de que todo está en la mente. Esta confusión desaparece, dice Russell, si aceptamos que muchas cosas que supuestamente están en la mente, en realidad son capturadas por la mente.

También critica la fusión idealista de dos significados de "saber": saber algo a través de los datos de los sentidos (conocimiento de las cosas) y juzgarlo como verdadero (conocimiento de las verdades). Entonces se dispone a desenredar estos dos tipos de conocimiento.

Capítulo 5 : Conocimiento por familiaridad y conocimiento por descripción

Afirma que todo conocimiento, tanto de las cosas como de las verdades, es por familiaridad. Este tipo de conocimiento se extiende tanto a los particulares (cosas específicas) como a los universales (ideas como la blancura o la hermandad).

Desarrolla aún más el alcance del conocimiento para incluir la descripción, afirmando que es el único tipo de conocimiento a través del cual se pueden conocer los objetos o las mentes de otros. Un objeto se conoce por descripción cuando sólo un objeto responde a la definición. Finalmente afirma que el conocimiento por descripción puede reducirse al conocimiento por familiaridad:

"... toda proposición que podamos entender debe estar compuesta en su totalidad por constituyentes con los que estamos familiarizados".

Capítulo 6 : Sobre la inducción

La siguiente búsqueda del autor es comprender cómo construimos inferencias a partir de nuestro limitado conocimiento por familiaridad (conocimiento de los datos de los sentidos, la memoria y posiblemente del yo). Encuentra la respuesta en la inducción: la justificación de las expectativas futuras a partir de la experiencia pasada: como la suposición de que el sol saldrá mañana porque, hasta ahora, esto ha sucedido todos los días.

Sin embargo, también agrega que la inducción se basa en una convicción:

"una creencia que la experiencia no puede ni confirmar ni refutar."

Capítulo 7 : Sobre nuestro conocimiento de los principios generales

El filósofo establece más principios centrales para el pensamiento filosófico, pero no demostrables a través de la experiencia:

- la ley de la identidad: "todo lo que es, es."

- la ley de la contradicción: "nada puede ser y no ser."

- la ley del tercero excluido: "todo debe ser o no ser."

Estos principios surgieron a través de las la competencia entre filosofías empiristas, quienes sostenían que todo conocimiento provenía de la experiencia, y racionalistas, quienes sostenían que algunas verdades se conocen a priori. (Los principios de la matemática pura y la lógica son conocimientos a priori.)

Se pueden inducir principios a priori a partir de ejemplos concretos, como por ejemplo verdades generales sobre triángulos, entendidos a partir de un triángulo. Sin embargo, el conocimiento a priori no surge de ejemplos empíricos, sino de deducciones aplicando principios.

Capítulo 8 : Cómo es posible un conocimiento a priori.

Para responder a esta pregunta, Russell recurre a Kant, quien observó que el conocimiento a priori no era completamente analítico. La filosofía anterior a Kant sostenía que el conocimiento a priori era analítico. Kant notó que el conocimiento sintético (unir premisas para llegar a una nueva conclusión) también era a priori. También hizo la pregunta: ¿cómo puede tener lugar el conocimiento general cuando todas las experiencias son particulares? Respondió interpretando el conocimiento a priori, no como una descripción de la experiencia, sino como un filtro.

Sin embargo, Russell encuentra esta explicación insatisfactoria, porque los juicios a priori son afirmaciones de verdades universales e inmutables, y la naturaleza humana (como parte del mundo existente) es propensa al cambio. Ahora necesita entender los universales .

Capítulo 9 : El mundo de los universales

Russell sugiere una definición de universales que abarca abstracciones como "justicia" e ideas concretas como "blancura".

Fue Platón quien planteó por primera vez la relación entre Universales y Particulares al introducir las Formas inmutables en las que participan las realidades físicas. Russell afirma:

"todas las verdades involucran universales, y todo conocimiento de verdades involucra familiaridad con universales".

La naturaleza de los universales se comparte entre los particulares: muchos objetos físicos son blancos; muchas acciones individuales son justas. En gramática, los universales se representan como partes del discurso, los particulares se indican mediante sustantivos y pronombres. Esto significa que la mayoría de las oraciones incluyen referencias universales.

Históricamente, según Russell, los filósofos a menudo han descuidado la gran variedad de universales, ignorando con frecuencia el tipo de universal conocido como relación. Por error cayeron en el monismo, que sólo reconoce al universo como una unidad, o afirmaron que ninguna de las entidades separadas del universo podía interactuar: monadismo. Otros, como los empiristas, equipararon los universales con las ideas abstractas y negaron su existencia.

El autor utiliza el concepto de norte para mostrar que los universales no son únicamente físicos ni mentales. Dice que Edimburgo está al norte de Londres, lo sepa el viajero o no. Sin embargo, la expresión "al norte de" no existe en un lugar o tiempo.

Para distinguir entre objetos particulares y mentes sugiere que los objetos físicos tienen existencia y los universales tienen subsistencia. La existencia está en el tiempo; la subsistencia es atemporal.

Capítulo 10 : Sobre nuestro conocimiento de los universales

Russell afirma que el conocimiento tanto de los universales como de los particulares puede conocerse por familiaridad o descripción, o ninguno de estos. También considera que el conocimiento a priori trata sólo de las relaciones de universales y lo sustenta con el ejemplo: "2 + 2 = 4", ya que se trata de un enunciado general, no de una generalización empírica como "todos los hombres son mortales".

Termina el capítulo resumiendo las fuentes y tipos de conocimiento discutidos:

- conocimiento de las cosas vs. conocimiento de las verdades, 

- conocimiento por familiaridad vs. por descripción, 

- conocimiento intuitivo vs. derivado.

Capítulo 11: Sobre el conocimiento intuitivo

Russell argumenta que en el análisis de las creencias llega un punto en el que la creencia es evidente. Acepta esto como un axioma lógico básico. El conocimiento derivado de los datos de los sentidos también puede tomarse como evidente: por ejemplo, este objeto está a la derecha de ese objeto; esa forma es redonda. Sin embargo, dado que la memoria es falible, existen grados de evidencia, siendo la calidad más alta la más vívida y reciente.

Capítulo 12 : Verdad y falsedad

El autor considera, no las pruebas, sino el significado que le damos a los términos verdad y falsedad. Ofrece tres criterios para una teoría de la verdad:

1) inclusión de la idea de falsedad, 

2) reconocimiento de que la verdad y la falsedad son propiedades de las creencias, 

3) reconocimiento de que la verdad o falsedad de una creencia tiene una base en el mundo externo.

Russell rechaza la idea:

"que la verdad consiste en... la correspondencia entre la creencia y el hecho."

O que la verdad consiste en la coherencia, protestando de que los sistemas de creencias pueden ser coherentes, pero falsos, como la narrativa bien elaborada de un novelista. (Hoy, el principal ejemplo de esto es ChatGPT, que tiene un discurso muy coherente, pero puede ofrecer datos falsos, un fenómeno llamado 'alucinación').

El autor propone una teoría donde una creencia es verdadera si existe un hecho correspondiente. 

Capítulo 13 : Conocimiento, error y opinión probable

Basándose en la correspondencia creencia/hecho, Russell cuestiona la noción de saber que algo es verdad. 

Afirma que el conocimiento está constituido por una creencia inferida de premisas conocidas porque descansan en un conocimiento intuitivo. Esto no depende de la lógica, sino que simplemente puede estar basado en otra creencia. 

Luego distingue entre conocimiento infalible por familiaridad (percepción directa de un hecho) y conocimiento falible por juicio (a partir de información fáctica), que es más opinión que conocimiento.

Agrega que cuanto más colectiva es una creencia, más probable es que sea cierta:

“un conjunto de opiniones individualmente probables, si son mutuamente coherentes, se vuelven más probables de lo que cualquiera de ellas sería individualmente."

(La realidad es la alucinación compartida por un grupo cultural).

Capítulo 14 : Los límites del conocimiento filosófico

El autor admite que sus discusiones han dejado de lado varios temas tradicionales de la filosofía: Dios; la existencia del bien y del mal; la realidad o irrealidad de la materia.

Recurre a Hegel como ejemplo de un filósofo que aplicó la lógica para lograr el conocimiento del universo. Dice que la tesis principal de Hegel sostiene que cualquier parte separada del universo está incompleta. Para solucionar este defecto, Hegel propuso una síntesis: una idea incompleta se combina con su antítesis. La repetición de este proceso hace que las ideas sean más completas, más cercanas a la realidad. Al final, una idea absoluta conduce a una realidad absoluta.

Russell critica la premisa de Hegel de que podemos conocer la fragmentariedad de las cosas lo suficiente como para afirmar eso. Sugiere que el enfoque hegeliano es una tendencia en la filosofía moderna para señalar las aparentes contradicciones y aplicarles la razón. Considera que esta aparente fragmentación es una ilusión. (La visión fragmentaria de la realidad fue adoptada por la cultura modernista y posmodernista a lo largo del siglo XX.)

Sin embargo, Russell reconoce que la lógica matemática es una herramienta útil para explorar la verdad. Sugiere que la filosofía sirve como un medio para criticar el conocimiento. A pesar de no aportar mucho conocimiento, la filosofía “disminuye el riesgo de error” en el pensamiento humano.

Capítulo 15 : El valor de la filosofía

Russell ofrece algunas reflexiones sobre el valor de la filosofía:

Plantea más preguntas que respuestas, lo que libera a los pensadores de prejuicios que podrían quedar incuestionados.

También amplía la visión del mundo del filósofo por encima de la ocupación con sigo mismo y se convierte así en una forma de vida, mejorando las relaciones con los demás. La filosofía, afirma Russell,

"nos hace ciudadanos del universo".

Temas

Sentido común

Los problemas de la filosofía desafían ideas de sentido común como la verdad, el conocimiento, la falsedad y la conexión entre la apariencia y la realidad. Afirma que mucho de lo que pasa por conocimiento es simplemente una opinión sobre probabilidades, respaldada por un grado de confianza. El sentido común es útil en la vida cotidiana, pero no es preciso. Russell señala que es difícil determinar si:

"... incluso las hipótesis más extrañas pueden no ser ciertas."

Un problema importante que el autor percibe con sentido común es que varía con los cambios culturales. En la época de Descartes y Leibnitz, la existencia de Dios era un supuesto cultural general. En consecuencia, algunas creencias fueron aceptadas como perogrulladas filosóficas, como el concepto de Leibnitz de que los objetos consisten en almas o la idea de Berkeley de que los objetos existen en la mente de Dios. Una vez más, Kant asumió que el infinito no existía y concluyó que el espacio y el tiempo eran, por lo tanto, imposibles.

El propio Russell se vio atrapado por sus propios supuestos culturales de sentido común cuando postuló que el espacio y el tiempo son infinitamente divisibles. Esto ocurrió porque la teoría cuántica del tiempo en 1911 no fue completamente aceptada.

Escepticismo

Russell afirma que nada es evidente por sí mismo, excepto los datos de los sentidos, por lo que se debe aplicar algún tipo de lógica axiomática para obtener conocimiento. (Los verdaderos escépticos también podrían cuestionar esto, ya que el razonamiento es una forma de conocimiento).

Al mismo tiempo, Russell admite que el escepticismo absoluto es muy limitante:

"si adoptamos la actitud del completo escéptico... estamos exigiendo lo que es imposible."

El autor propone una duda sistemática cartesiana que cuestiona prejuicios y suposiciones. El objetivo no es demoler el conocimiento, sino fortalecerlo a través de la búsqueda de creencias fundamentales sobre las cuales establecer el conocimiento:

"considere cada pieza de conocimiento aparente... y retenga lo que aún parezca ser conocimiento cuando se complete esta consideración."

Preguntas y respuestas

Russell considera que, contrariamente a las ciencias físicas, la filosofía ha respondido pocas de las preguntas que planteó. Expresa escepticismo sobre las afirmaciones filosóficas de las pruebas de la existencia de Dios, la inexistencia del mal o la irrealidad de la materia. Las afirmaciones de muchos filósofos se basan en ideas preconcebidas, acríticas, de su tiempo.

Russell es crítico, por ejemplo, con la conclusión de Descartes "Pienso, luego existo", porque el yo es difícil de definir con precisión. También reprende a Berkeley por sus explicaciones de la 'mente de Dios' sobre la existencia de la materia, el escepticismo extremo de Hume y las afirmaciones no probadas de Kant sobre el conocimiento a priori.

A pesar de que la filosofía no ofrece respuestas concluyentes, Russell todavía valora el pensamiento filosófico. Amplía la mente, fomenta la curiosidad por el mundo y nos muestra cuánto no sabemos. Él cree que estas son referencias que ayudarán a la sociedad a florecer.

Epistemología

Los Problemas de la Filosofía se ocupa básicamente del estudio filosófico del conocimiento: ¿cómo sabemos? El texto de Russell está inspirado en el antiguo debate, que puede remontarse a Platón y Aristóteles, entre los racionalistas, que sostienen que algún conocimiento es innato o a priori, e independiente de la experiencia sensorial, y los empiristas, que sostienen que todo conocimiento se deriva de los sentidos.

Tanto Descartes como Leibnitz sostenían que el conocimiento es racional, sin influencia de la experiencia sensorial. Esto les permitió construir argumentos metafísicos sobre la naturaleza de la realidad. Descartes infirió la existencia de Dios, por ejemplo, como una realidad fuera de sus ideas.

En Los problemas de la filosofía, Russell menciona a los empiristas Berkeley (1685-1753), Locke (1632-1704) y Hume (1711-1776). Rechazaron el concepto de conocimiento innato de Descartes, que fue refinado por Leibnitz.

Locke argumentó que la mente es una pizarra en blanco en la que la experiencia escribe el conocimiento.

Berkeley afirma que una idea es una colección de sensaciones que nos informa sobre los objetos, de modo que el conocedor en realidad solo percibe ideas. Un objeto, entonces, es la idea que la mente tiene de él. Concluye que no hay mundo aparte de nuestras ideas (y las de Dios) sobre él.

Hume consideró que el conocimiento se deriva de las impresiones. Sin embargo, si el conocimiento proviene de impresiones y el conocedor tiene una idea que no puede relacionarse con las impresiones iniciales, entonces esa idea es injustificable. Hume da como ejemplo la causalidad. Conectar dos eventos a través de la causa y el efecto no está justificado racionalmente, dice, porque ni el razonamiento por deducción ni por inducción pueden relacionarlos, ya que la causa no se remonta a una impresión sensorial inicial. Se acepta la causalidad porque es un hábito de la experiencia del sentido común, no una conclusión racional. Existe para permitir las conexiones entre el pasado y el presente.

Russell concluye que muchas inferencias de sentido común pueden ser imposibles de probar, pero agrega que las explicaciones de los empiristas son más complicadas y, a menudo, menos plausibles que las del sentido común.

Filosofía analítica

Lakoff, el lingüísta cognitivo, sostiene que la metafísica de los filósofos está definida por sus metáforas centrales. Los pitagóricos adoptaron la metáfora de "El ser es número" y así proyectaron la existencia de objetos matemáticos sobre el Ser en general. Imaginaban los números como trozos de espacio con diferentes formas y que el mundo estaba formado por estas formas diversas. 

En Principios de las Matemáticas, Bertrand Russell afirma: 

"La fuerza es una ficción matemática, no una entidad física... En virtud de la filosofía del cálculo, la aceleración es un mero límite matemático, y no expresa un estado definido de una partícula acelerada."

El argumento de Russell se basa en la teoría de la correspondencia de la verdad y toma las fórmulas matemáticas de las leyes de la física como literalmente verdaderas. Luego argumenta que sobre esta base la fuerza no puede existir. El argumento es lógico, pero las premisas no lo son.

La tradición filosófica analítica tuvo sus inicios en el interés de Frege y Russell por los fundamentos de las matemáticas. Trataron de ofrecer una base formal para las matemáticas y así desarrollaron la lógica matemática. Luego aceptaron que la lógica y la teoría de conjuntos eran la base de todas las matemáticas. Russell agregó que el lenguaje normal era demasiado descuidado para describir términos filosóficos. Propuso la necesidad de un lenguaje formal que fuera lógico, claro y preciso para acercarse a la filosofía y a la ciencia. Su metáfora analítica era "El pensamiento es cálculo".


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