El ser y la nada por Sartre


Contexto

Jean Paul Sartre (1905–1980) tenía opiniones ateas y creía que la humanidad no tenía un propósito en la vida. La existencia no está guiada por un plan divino, sino por el azar. La vida es absurda.

Su postura sobre la moralidad era que no existía una referencia objetiva en la ética. Esto significaba que cada persona debía elegir sus propios valores y, de esta manera, crear su propia esencia:

“Es muy preocupante que Dios no exista… porque con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores… ya no puede haber ningún bien a priori”.

Las influencias filosóficas de Sartre fueron Descartes, Kant, Hegel, Nietsche, Husserl y Heidegger: idealismo francés y alemán.

En contraste con la subjetividad desencarnada de Descartes, el "yo" consciente de Sartre está encarnado. Nuestra conciencia entra en el mundo al nacimiento y termina en nuestra muerte. 

La conciencia es conciencia de algo, pero en sí misma no es nada. Si restas las cosas de las que eres consciente, te quedas sin nada. Puedes ser consciente de algo pero no exclusivamente consciente de la consciencia. La conciencia cartesiana es un engaño, según Sartre, ya que aprendemos a comprender nuestra subjetividad con el tiempo. No es una conciencia innata, sino empírica.

El fundamento moral de Kant era su 'imperativo categórico', basado en la razón, que estipulaba que debes comportarte como si el principio ético de tus acciones pudiera ser una ley universal. Esto determinaría el bien del mal a priori.

Sartre no está de acuerdo con Kant al sostener que no existe una ley moral a priori y que el 'imperativo categórico' no es adecuado como guía para el comportamiento cotidiano. Propone que es la forma de actuar de las personas lo que determina su moralidad. La autenticidad, que significa vivir responsablemente al decidir intencionalmente sobre tu vida y tu futuro, es la característica ética relevante para el existencialista.

Tanto Hegel como Sartre utilizaron las categorías de ser-para-sí y ser-en-sí. Sin embargo, sus usos difieren. Hegel los aplica al proceso dialéctico, lo que significa que son dinámicos, no estables. Sartre explica que el para-sí y el en-sí son fijos e inmutables. 

Para Hegel el ser-en-sí es una abstracción. Prefiere pensar en ello en términos más concretos, de relaciones. Extrae su existencia, no de la separación, sino de la conexión. Por el contrario, Sartre ve a los demás como el infierno. La mirada ajena nos priva de nuestra libertad. Tiene el poder de congelarnos en un cliché: vulgar, orgulloso, tímido... lo que no somos. Estamos así encerrados en una persona y nuestra libertad está negada.

Sartre también considera el para-sí y el en-sí categorías fundamentales en su filosofía, lo que no es la visión de Hegel. Por otro lado, los conceptos de conciencia de Sartre adoptan, en parte, la discusión de Hegel sobre la autoconciencia. 

Nietzsche y Sartre están de acuerdo en que se debe dejar de fundamentar la moral tradicional en un código de conducta racional y universal. Critican la aceptación ciega de los valores sociales y fomentan las opciones personales, éticas, la responsabilidad y la subjetividad. Sus filosofías también tienen como base la autenticidad y están de acuerdo en que los humanos intentan esquivar la responsabilidad. Sartre argumenta que esto es evitar la libertad absoluta, un estado necesario para ser, en lugar de existir en la mala fe; Nietzsche afirma que ocultamos nuestra voluntad de vivir y de poder siguiendo la moral tradicional de "esclavos".

Para Nietzsche, los humanos deberían involucrarse en la autocreación artística, rechazando valores como la igualdad, el pecado, la culpa y el mal, como el Ubermensch. Sartre propone vivir una vida auténtica aceptando nuestra responsabilidad y actuando con plena libertad, descartando la mala fe de la inautenticidad y reconociendo que somos libres para cambiar. El Ubermensch de Nietsche es alguien que elige activamente sus valores y coincide con el concepto de autenticidad de Sartre.

Sin embargo, el Overman de Nietzsche, como el imperativo categórico de Kant, son conceptos universales; las reglas éticas de Sartre son individualistas y, paradoxalmente, es sólo rechazando la autenticidad como norma universal que podemos ser auténticos.

Husserl argumentó que la característica importante de una cosa no es su existencia, sino lo que es. Procedió a poner "entre paréntesis" los datos empíricos relacionados con la existencia del objeto y descartarlos, ya que no tenían importancia. Luego se centró en sus esencias universales (reducción eidítica) para lograr una descripción fenomenológica de la misma.

Sartre acepta las abstracciones eidíticas de Husserl pero, por otro lado, afirma que el individuo es lo primero y que los principios generales no arrojarán luz sobre nada significativo. El autor va más allá al afirmar que, como el conocimiento se expresa en términos generales, debemos rechazar la primacía del conocimiento. El individuo real no puede entenderse pensando en él de manera cartesiana, y sugiere otros métodos como las 'emociones privilegiadas', ejemplificadas en su novela La Nausée

La influencia de Nietzsche llevó a Sartre a enfatizar la individualidad frente a la universalidad, y también la ausencia de principios morales generales que afectaran la libertad humana. El pensamiento posterior de Husserl concibió la doctrina del idealismo subjetivo del Ego Trascendental: la realidad está constituida por los actos intencionales de éste ego trascendental. Nada puede existir independientemente del yo trascendental que da existencia al mundo.

Sin embargo, Sartre cree que este Ego sería determinista e impediría la libertad humana espontánea. Escribió un ensayo en 1937 criticando el concepto de Husserl sobre la base de que, en la lógica del idealismo subjetivo, el Ego Transcendental conduce al solipsismo. En este punto Sartre rompió con la fenomenología y se volvió hacia el existencialismo.

En Ser y tiempo Heidegger dice que “la esencia del Dasein reside en su existencia ”. Esto parece ser una creencia existencialista, pero Heidegger y Sartre no quieren decir lo mismo cuando escriben sobre la existencia y el existir. En El existencialismo es un humanismo Sartre incluye a Heidegger en su tradición existencialista. Sin embargo, Heidegger respondió unos meses después en su Carta sobre el Humanismo que el cogito cartesiano de Sartre, la existencia precede a la esencia, remite a la metafísica, precisamente lo contrario de lo que Heidegger pretendía. La crítica de Heidegger a la metafísica es que es ideológica, basada en presupuestos, una "interpretación técnica del pensamiento". Más específicamente, Heidegger rechaza la centralización cartesiana del sujeto "yo" en "yo pienso", ya que antepone el pensar a la existencia. Para el autor alemán el cogito debe invertirse, ya que la existencia precede al pensamiento, mientras que Sartre basa su pensamiento en el sujeto, no en el ser.

Los autores también discrepan sobre la afirmación y nihilización del Ser. Para el alemán son aspectos del Ser que está enraizado en la existencia, y la nihilización acompaña a la existencia; para el francés son rasgos de la subjetividad, igual que la nihilización es el surgimiento de la conciencia.

Sartre enfatiza la acción y es a través del compromiso que te conviertes en quien eres. Heidegger afirma que el pensamiento precede a la experiencia en la acción, que necesita un sujeto, mientras que la primacía del sujeto resulta en confusión, ya que los individuos solo encontrarán sentido a través del desapego. Para Sartre descubres tu ser en una trascendencia del yo; para Heidegger descubres tu proyecto volviendo al Ser.

Heidegger también quiere distanciarse de la terminología de Sartre extrayendo el término 'existencia' de la oposición racionalista de existencia y esencia. En el dicho de Sartre, la existencia precede a la esencia, el alemán afirma que la 'precedencia' es racionalista, formulaica y metafísica. Sugiere reemplazar la existencia por ek-sistencia para subrayar que la existencia es un salir del pensar del Ser. La esencia del ser humano es la ek-sistencia, ser o no ser. 

Ambos autores vivieron en un contexto histórico similar: la Europa de posguerra. Dentro de este contexto de La Liberation Sartre pide una liberación de los aprioris como el marxismo o el cristianismo y una invitación a vivir en el nuevo mundo. El nuevo contexto de Heidegger es él de los procedimientos aliados de desnazificación. Militó en el partido hasta 1945. Aboga por volver a la esencia, dejando atrás la "interpretación técnica de los seres".

Resumen

El ser y la nada, ensayo fenomenológico sobre ontología (1943) es un estudio de la conciencia del ser.

En su introducción, Sartre entra en detalles sobre por qué rechaza el concepto de noúmeno de Kant. Epistemológicamente, Kant era un idealista y argumentaba que los humanos no tienen forma de percibir el mundo (noumena) directamente. También afirma que nuestra percepción de la realidad externa se limita a nuestras ideas (fenomena), incluida la información sensorial. El argumento de Sartre es que el noúmeno simplemente no está ahí y que el fenómeno es puro y absoluto. La única realidad es la apariencia. 

El autor distingue entonces entre el ser-en-sí inconsciente, que es concreto, inmutable, inconsciente de sí mismo, y el ser-para-sí, consciente de sí, pero incompleto. El ser para sí no tiene una esencia predeterminada, sino que debe crearse a sí mismo de la nada. Los seres humanos se hacen a sí mismos a través de sus acciones (engagement).

El ser para sí crea sentido a través de la proyección hacia un futuro incierto. Los humanos nunca son una esencia, sino que se autodefinen a través de elecciones. El ser-para-sí consciente reconoce lo que no es, un ser-en-sí. A medida que el ser consciente se da cuenta de lo que es, una nada, se libera para crear su propio ser.

El libro luego analiza las relaciones entre individuos ser-para-sí. Para Sartre nos hacemos conscientes de nosotros mismos cuando alguien más nos mira. La mirada del otro objetiva a las personas contempladas y así ellas llegan a objetivarse a sí mismas. Esta mirada roba nuestra libertad interior, nos despoja de nuestra existencia como ser-para-sí y hace que aprendamos a falsificar nuestra identidad como ser-en-sí. En este sentido:

"L'enfer, c'est les autres" Huis Clos

El autor desarrolla entonces el ser-para-sí como agencia, acción y creación, sin fundamento concreto. Como transciende su propia nada, intenta absorber el ser-en-sí. Sin embargo, esto crea una tension sin resolver porque el ser-en-sí no puede ser poseído y el ser-para-sí no puede unirse al ser-en-sí. 

En su conclusión, el filósofo francés subraya la característica esencial del ser: su existencia como una masa de materia sin sentido, conciencia o conocimiento. La conciencia pasa por el ser-para-sí y permite que el mundo exista, ya que, sin él, sólo habría Ser. Pero el ser-para-sí depende del ser-en-sí para su existencia y sólo sabe lo que es por el conocimiento de lo que no es. La conciencia sabe que no es un ser-en-sí y por eso sabe que es una nada, una nihilización del ser. 

Temas

La existencia precede a la esencia.

"La existencia precede a la esencia. Esto quiere decir que el hombre primero existe, ocurre, surge en el mundo, y luego se define a sí mismo”.

El eslogan de Sartre contrarresta el movimiento principal del pensamiento occidental, desde Platón hasta Descartes. La afirmación es, que no existe una concepción 'a priori' en los humanos. Esto invierte el reino ideal de Platón, el creador Divino judeocristiano y el concepto de Hegel de la Idea Absoluta. Coincidiendo con Nietzsche, Sartre concibió el universo sin dios, de modo que ningún Espíritu existe fuera de las vidas humanas. El dicho existencialista también contradice el Cogito, ergo sum de Descartes y su dualidad mente/cuerpo. De hecho, Sartre invierte este concepto en 'Sum, ergo cogito', anteponiendo la existencia a la concepción de las ideas.

Contrariamente a los objetos útiles que están diseñados para una función y cuya esencia precede a la existencia, los humanos se definen negativamente, por lo que no son. Su existencia precede a la esencia que los hace libres y responsables de sus actos.

La metafísica argumenta que la esencia precede a la existencia, ya que el creador de un objeto debe imaginarlo en su mente antes de que pueda existir. Sartre usa la tesis opuesta para argumentar que Dios no existe. Si Dios fuera el creador del universo, los humanos no serían sujetos sino objetos. Significaría que el hombre tiene una esencia y por tanto no es libre ni responsable de sus actos. Esto es similar al pensamiento de Nietzsche cuando argumentó que Dios estaba muerto, ya que la libertad humana real implicaba liberarse de la religión y de la creencia en Dios.

"La vida no tiene sentido en el momento en que pierdes la ilusión de ser eterna".

Dado que vivimos en un universo indiferente, Sartre piensa que es absurdo tratar de vivir una vida con propósito. Como Dios no existe, no hay un criterio absoluto para la elección ética racional, pero debemos tomar decisiones. La consigna de Sartre afecta a la ética. Para él la moralidad se basa en la libertad personal. Dado que somos libres de tomar nuestras propias decisiones, eso también implica responsabilidad personal. Los comportamientos no pueden justificarse mediante referencias a la naturaleza o a la esencia.

El concepto de Sartre de anteponer la existencia humana a la autodefinición y el desarrollo personal, coincide con la jerarquía de necesidades de Maslow: fisiológicas, de seguridad, de pertenencia, de estima y de autorrealización. Maslow también afirma que la existencia humana implica una vida de evolución a través del crecimiento, la comida, la vivienda, los amigos y el autodesarrollo.

En-Soi (ser-en-sí) y Pour-Soi (ser-para-sí)

El autor describe dos modos de ser: el ser-en-sí alude a las cosas que no son conscientes de su plenitud esencial; ser-para-sí se refiere a ser consciente de su propia existencia pero carecer de la totalidad esencial del ser-en-sí.

Fue Hegel quien introdujo por primera vez la oposición entre el en-soi y el pour-soi, el ser que se relaciona consigo mismo y al mismo tiempo se opone a la influencia del en-soi. Para Sartre el ser para sí es lo que diferencia a los humanos de las cosas:

"Le pour-soi seul est transcendant au monde". 

El en-soi es fijo, incapaz de cambiar y no es consciente de sí mismo. El pour-soi es consciente de sí mismo pero está incompleto y en constante construcción. Es esta incompletud y creación de la nada lo que define al ser humano.

El resultado de esta división es una paradoja: el pour-soi es consciente de que no es el en-soi y quiere convertirse en un en-soi objetualizando su subjetividad. Su conciencia lo convierte en una nada, completamente libre en el mundo. Se debate entre su unidad y su dualidad.

El pour-soi está siempre rehaciéndose y esto se manifiesta en su temporalidad. No es idéntico a su pasado ni a su futuro. No es lo que fue ni lo que será. El presente tampoco existe realmente porque es un vuelo hacia el futuro, en lo que se convertirá.

 Autenticidad y Mala fe

Sartre cuenta una historia para ejemplificar su distinción entre ser auténtico y no serlo. Se imagina a una mujer en una cita. Ella es atractiva y lo sabe. Ella sabe que su cita puede tener intenciones menos que nobles, pero elige vivir en la narrativa galante del príncipe azul. Ella reinterpreta los comentarios sugerentes como 'admiración y respeto'. Está viviendo una historia, no la realidad que sospecha que existe realmente. Sartre afirma que vive en su cabeza observando su cuerpo como un objeto pasivo al que le pueden pasar cosas. Ella está viendo su propio actuación física como si estuviera en el escenario.

Es cuando no vivimos por nuestras propias elecciones, sino por narraciones prefabricadas que Sartre afirma que vivimos de mala fe. La mujer se ocultó a sí misma el hecho de que tenía el control de la situación, prefiriendo entregarse a una ficción.

La autenticidad, lo contrario de la mala fe, significa elegir deliberadamente tu comportamiento para ser un sujeto moral. Es establecer una correspondencia honesta entre quién eres, tu proyecto personal de vida y tu proyección pública de ti mismo.

Libertad y Responsabilidad

“Estamos condenados a ser libres”.

Para Sartre la libertad es absoluta e infinita y por tanto es una condena. El ser-para-sí está ligado a la libertad, ya que eso es lo que le define. Sin embargo, la libertad absoluta implica responsabilidad absoluta. El ser-para-sí es responsable de su propia situación y de sus propias elecciones. Nada se impone desde el exterior:

“El hombre no es otra cosa que lo que hace de sí mismo”.

El ser-para-sí no puede ser determinado por Dios, la sociedad o un cuento. No existen verdades eternas y ningún origen verdadero o camino predeterminado. El único sentido posible es él que se da el ser-para-sí.

Dado que los humanos no tienen un propósito preestablecido, son libres de tomar la dirección que deseen, sin limitaciones. Sin embargo, el carácter absoluto de esta libertad provoca ansiedad: ¿cuál es el sentido de la existencia? La mortalidad es cierta, pero no su significado. Aquí es donde la religión ofrece, en opinión de Sartre, una narrativa escapista.

Autoconocimiento

Cuando las personas aceptan la identidad que la sociedad les otorga, o incluso justifican sus propias identidades, Sartre afirma que se engañan a sí mismas. La conciencia cambia constantemente y cree que la identidad es dinámica y depende de una actualización continua. Sin embargo, este es un proceso complejo que requiere el reconocimiento de las realidades externas que afectan al yo y, a la vez, que la conciencia sea independiente de esos factores.

Para Sartre, el estado consciente es uno de flujo y elección. Somos responsables de nuestros comportamientos, pero nuestra conciencia de sí no es idéntica a la conciencia, cuya base es la nada. Esta es una paradoja sartriana: responsabilidad sin control total.

Polémica binaria

La nota final de la polémica filosofía binaria de Sartre es la desesperanza frente a la libertad. Mi conciencia descansa en la nada, los demás me alienan de mí mismo y practico el autoengaño. Al mismo tiempo soy libre, trascendente, consciente, y creo el mundo. Esta es una paradoja que él no intenta resolver. ¿Es el reflejo de una verdad o el resultado de cómo Sartre plantea el problema?


No hay comentarios:

Publicar un comentario