De la Grammatologie por Derrida


Contexto

La influencia filosófica inicial de Jacques Derrida (1930-2004) fue la fenomenología de Edmund Husserl. Publicó una introducción y una traducción al francés de El origen de la geometría de Husserl en 1962.

Sin embargo, Derrida se distanció de la fenomenología trascendental de Husserl en tres áreas principales: el lenguaje, el tiempo y los objetos ideales. Su crítica se basó en la presencia unilateral en el análisis husserliano: en el lenguaje, el significado expresivo en la conciencia, en el tiempo, la autopresencia del instante, en los objetos ideales, su presencia intuitiva.

Derrida sostiene que la presencia está vinculada a la ausencia y la alteridad. Rechaza la autopresencia fenomenológica de la conciencia de Husserl como una abstracción desconectada de la presencia humana concreta en una vida particular.

Derrida impartió un curso sobre Heidegger en la École Normale Supérieure entre 1964 y 1965 llamado "Heidegger: La cuestión del ser y la historia". Describía cómo, en el tema de la historicidad, Heidegger rompía con Hegel y Husserl y también con su crítica del pensamiento occidental. Derrida derivó de Heidegger su noción de deconstrucción. Heidegger utiliza Destruktion en el sentido de desmantelar; Derrida emplea la palabra para referirse tanto a destrucción como a desmantelamiento.

En Ser y tiempo, Heidegger afirma que el objetivo de Destruktion es:

“llegar a esas experiencias primordiales en las que logramos nuestras primeras formas de determinar la naturaleza del Ser, las formas que nos han guiado desde entonces.”

Para Derrida la deconstrucción no puede mostrar verdades primordiales, sino sólo verdades temporales adecuadas.

Derrida escribió ensayos sobre filósofos como Husserl, Heidegger, Levinas, Claude Lévi-Strauss, de Saussure, Platón y Rousseau. Estos estudios presentan ejemplos de lecturas deconstructivistas. También abordó la relación entre deconstrucción y religión en Sobre el nombre y El regalo de la muerte.

Comentario

De la Grammatologie (1967) es un texto posestructuralista que trata menos del texto y más del lector y el contexto, es decir, la influencia de la cultura y la sociedad en nuestra comprensión del mundo.

El libro presenta el concepto y la aplicación de la deconstrucción. Derrida afirma que la tradición filosófica había caído en una trampa de oposición binaria en la que las palabras se definían por sus opuestos. La deconstrucción desafía este proceso de pensamiento dualista, particularmente el de hablar y escribir. Su metodología consiste en demostrar cómo se puede utilizar cada término para deconstruir su opuesto.

El libro comienza con un análisis del Curso de Lingüística General de Saussure y los dos componentes de sonido (significant) y significado (signifié). Contrariamente a la jerarquía de Saussure del habla sobre la escritura, Derrida sostiene que los símbolos escritos también son significantes, al mismo nivel que los sonidos.

Derrida continúa criticando el estructuralismo y subraya que se basa en supuestos totalitarios al presumir verdades absolutas. También cuestiona cómo derivamos significado del lenguaje en una crítica de cómo lo utiliza la filosofía occidental. El estructuralismo ha privado al habla de su significado al utilizar el significante de Saussure para señalar otro significante, lo que evacua su significado. Insiste en que lo que decimos no tiene el mismo significado para todos. Esto implica que los textos son inestables, no absolutos.

La segunda mitad del libro trata principalmente de Rousseau y su Ensayo sobre el origen de las lenguas. Derrida muestra cómo Rousseau establece categorías binarias que pretenden demostrar que una idea complementaria viene del exterior para contaminar un significado supuestamente puro: la escritura complementa el habla, la articulación complementa el acento, la necesidad complementa la pasión, el norte complementa al sur...

"Esta relación de mutua e incesante suplementariedad o sustitución es el orden de la lengua. Es el origen de la lengua, como se describe, sin declararlo, en el 'Ensayo sobre el origen de las lenguas'."

A través de esta construcción binaria el significante apunta a otro significante en una relación corruptora que lo desposee de significado.

Temas

Estructuralismo

En la década de los 60, el estructuralismo siguió a la fenomenología como el siguiente modelo filosófico y Derrida enfrentó a ambos.

La fenomenología fue un rechazo del enfoque racionalista platónico en favor de un método que apuntaba a comprender la experiencia a través de una descripción de su génesis a partir de un origen o un evento. Los estructuralistas consideraron que esto era un problema falso, ya que la experiencia sólo podía ser el resultado de estructuras que en sí mismas no son experienciales.

Derrida cuestionó este razonamiento señalando que una estructura tiene una génesis y no puede entenderse sin este comienzo. Al mismo tiempo, las estructuras sincrónicas tienen una historia y para desarrollarse deben tener un origen diacrónico y complejo.

Derrida se propuso demostrar los tipos y variaciones de este complejo origen y sus consecuencias. Comenzó a determinar los aspectos en los textos literarios y filosóficos que van en contra de su unidad estructural o significado autoral. Esto tuvo como objetivo descubrir sus efectos estructurantes y desestructurantes.

Oposición binaria

El deconstruccionismo reaccionó contra la oposición binaria en el análisis del lenguaje. Buscaba subvertir los supuestos de oposiciones duales en los que se basa el pensamiento occidental dominante.

En primer lugar se trataba de un rechazo del modelo de tesis-antítesis-síntesis de Hegel, basándose en que no existe un proceso natural de síntesis, ya que el resultado final siempre contendrá un rastro de la estructura binaria original. Evitar los opuestos binarios como estructura inherente se construyó para liberar el análisis y la interpretación de la premisa tradicional del pensamiento en la filosofía occidental: dualidad.

Logocentrismo

El logocentrismo favorece el habla sobre la escritura. Derrida rechaza el concepto de que la palabra escrita fuera únicamente la transcripción de la palabra hablada. Luego procede lógicamente a argumentar que interpretar el texto escrito es equivalente a interpretar lo que se dice, de modo que tanto el texto como el discurso están sujetos a respuestas interpretativas. El objetivo final de este rechazo de la jerarquía escrito/hablado es que el significado de un texto pueda leerse de manera diferente a lo que pensaba el autor: la lectura se concibe como interpretación.

Deconstrucción

Derrida enfatiza que el significado no es absoluto ni estático, sino que evoluciona en el tiempo y el espacio. El lenguaje también es derivado en el sentido de que las palabras derivan su significado de otras palabras, más que de una verdad exterior. El significado es una fuerza inestable, algo no reconocido por la filosofía occidental basada en el logocentrismo, la creencia de que la escritura y el lenguaje indican alguna realidad externa. Derrida cree, en cambio, que los signos lingüísticos son diferentes de sus conceptos.

La base de su teoría de la deconstrucción es la différance, una palabra que acuñó para significar tanto aplazar como diferenciar. Diferenciar se refiere al significado contrastante de las palabras entre felicidad y tristeza; aplazar significa que el significado de las palabras difiere del significado de otras palabras. (Si buscamos en el diccionario el sentido de una palabra, es posible que tengamos que consultar el significado de algunas palabras en la definición). Esto indica que el significado no es fijo.

Un objetivo principal de la deconstrucción es rechazar el concepto de significado fijo. Lo hace rompiendo los límites binarios y analizando el origen de las ideas. Es un proceso de cuestionamiento más que de búsqueda de la verdad. La deconstrucción no busca socavar las estructuras, sino arrojar luz sobre la lógica de esos sistemas para comprenderlos mejor. Este proceso abre posibilidades, pero no permite llegar a una conclusión concreta. Trata del proceso, no del contenido:

"La deconstrucción no es un desmantelamiento de la estructura de un texto, sino una demostración de que éste ya se ha desmantelado a sí mismo. Su base aparentemente sólida no es roca, sino aire." J. Hillis Miller

Différance

La doctrina del signo como arbitrario o predecible se basa en una falsa dicotomía, según el científico cognitivo, Lakoff. El lenguaje no es ninguna de estas dos cosas, sino más bien "motivado". Por ejemplo, la palabra re-fridg-er-a-dor es una serie de morfemas que se significa "hacer frío otra vez", cada uno de los cuales motiva al siguiente. En general, las palabras con morfología derivacional tienen significados 'motivados' a través de sus partes y que no son predictivos ni completamente arbitrarios.

La doctrina de la différance afirma que el significado reside en sistemas de oposiciones polares. Cada signo es arbitrario, pero cada par está formado por opuestos. El significado sólo surge de las oposiciones, no directamente. Si se supone que los signos son arbitrarios, se puede decir que cada par es oposicional. Cualquier interpretación, por ejemplo f como feliz e i como infeliz, también podría tener una lectura irónica. Las lecturas irónicas son, pues, naturales, inherentes al proceso mismo de interpretación.


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