Contexto
Mary Astell (1666-1731) fue una pensadora racionalista convencida, que sostenía que todo conocimiento se basa en la razón, no en los sentidos. Es también dualista cartesiana y cree que para progresar las mujeres deben ver sus almas como entes de pensamiento, diferentes a sus cuerpos y capaces de dominar las sensaciones corporales y las pasiones.
Sin embargo, ella no abrazó las doctrinas cartesianas en su totalidad. Rechazó los conceptos cartesianos de las ideas innatas y la esencia del alma. En moralidad está más cerca de Malebranche que de Descartes, ya que era intensamente religiosa. Esto la llevó a criticar la filosofía whig de Locke.
La epistemología de Astell se basaba en ideas claras y distintas. Esto se realiza regulando la voluntad, que afirma o rechaza conceptos. El error se debe a que la voluntad acepta más de lo que percibe y al juzgar temerariamente, más allá de su información. Regular la voluntad depende de moderar las pasiones y emociones, por ejemplo el orgullo y la vanidad. Ante una verdad que contradice nuestros intereses la rechazamos sin razón.
Astell sigue a Descartes en sus seis reglas para alcanzar la felicidad y la verdad a través del pensamiento:
- la necesidad de tener una idea clara del tema y comprender sus términos principales
- seguir los pensamientos en un orden lógico, evitando desviarse en irrelevancias
- comenzar con los temas simples antes de pasar a los complejos
- hacer un examen completo por partes
- centrar la atención en el tema en cuestión
- no juzgar más de lo que puede percibirse y afirmar verdades, a menos que sean incuestionables.
Astell introdujo un elemento religioso en su teoría del conocimiento al proponer que percibir la verdad es participar en la mente de Dios. Esto niega el concepto de ideas innatas de Descartes y abraza el iluminismo agustiniano, por el cual los humanos solo pueden conocer a través de la luz divina.
El dualismo cuerpo/alma de la autora es parte de su crítica al concepto de Locke de 'pensar con la materia'. Ella pregunta si la parte del pensamiento humano es material o inmaterial. Locke afirma que es material en su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690). Astell insiste en que la mente es independiente del cuerpo, lo que significa que puede pensar de forma autónoma, separada de la influencia del cuerpo. Contra Locke, sostiene que el pensamiento excluye la extensión física.
La autora insiste en la dualidad cartesiana al afirmar que el ser humano se compone de dos sustancias: el alma, o mente, que piensa, y el cuerpo, que es sustancia extensa. No está claro, sin embargo, cómo el alma afecta al cuerpo o cómo el cuerpo provoca sentimientos en el alma. Ella infiere que solo Dios puede producir cambios en la mente y que la Divinidad es la causa de todas las sensaciones. Estas ideas eran similares a las de Malebranche.
La idea de Astell de la identidad humana como algo pensante influye en su pensamiento feminista. Ella alienta a las mujeres a valorarse a sí mismas estimando sus almas, no sus cuerpos. Deben abandonar toda vida material dedicada a las cosas y buscar perfeccionar su pensamiento como seres inmateriales.
Resumen
En 1694, Mary Astell publicó Una propuesta seria para las damas, 1a. Parte. La 2a. Parte se publicó en 1697.
Astell no culpa a la sociedad patriarcal, ni a la falta de derechos de los problemas de las mujeres. Ella argumenta que las mujeres mismas carecen de libertad personal y autodominio. En cambio, se dejan gobernar por caprichos emocionales. También prestan más atención a las apariencias externas que al uso de la razón para juzgar las realidades. Piensan que las cosas materiales, como la belleza y las riquezas, son importantes, más que sus almas, que son inmateriales. Esto las hace presa de los vicios de la vanidad y el orgullo, que son los valores equivocados. A menudo dependen de la apreciación de los hombres, en lugar de valorarse a sí mismas.
La autora cree que las causas principales de los defectos de las mujeres son la educación y las actitudes culturales deficientes. Ella sostiene que a las mujeres no se les enseña a pensar en su verdadera naturaleza, sino que se les enseña que los hombres piensan por ellas:
“A las mujeres se les priva desde su misma infancia de aquellas ventajas por cuya falta se les reprocha después, y se les alimenta en esos vicios que en adelante les serán reprochados.”
La ignorancia de las mujeres, según la autora, está ligada a sus vicios porque no se les enseña a pensar y por eso no pueden discernir entre la realidad y la ficción. De esta manera, tienden a valorarse en la belleza o el dinero.
Otro de los problemas de las mujeres es la costumbre. Esto implica formar hábitos personales y aceptar imposiciones sociales, ambos difíciles de revertir. Siguiendo un patrón de vanidad e insensatez, mientras evitan el ejercicio de la racionalidad, las mujeres se vuelven incapaces de mejorar. Además, aquellos que desafían el statu quo social están sujetos a censura, lo que actúa en contra de la superación personal.
Astell propone una solución a los problemas de las mujeres que percibe. Una es establecer centros educativos femeninos. Son retiros, parecidos a los conventos, donde las mujeres pueden dedicar su vida a la educación y la virtud. Esta vida apartada les protegerá de los peligros morales del mundo que les conduce a la vanidad. Allí también estarán protegidos de los efectos de los malos hábitos y desarrollarán caracteres virtuosos.
La Parte II de Una Propuesta Seria a las Damas... detalla el sistema de superación personal para la comunidad conventual. Practicarían la meditación, la lectura, la reflexión filosófica y el autocontrol emocional. La meditación sobre conceptos filosóficos, se basa principalmente en La Logique ou l'art de penser (1662) (La lógica o el arte de pensar) de los jansenistas Antoine Arnauld y Pierre Nicole, de la convención cisterciense de Port-royal Des Champs, un convento de monjas, centro del jansenismo y de la actividad literaria en la Francia del siglo XVII.
Esta meditación tenía como objetivo ayudar a las mujeres a desarrollar sus poderes de razón y a enseñarles cómo conducir sus vidas. Comprenderían que poseen un alma inmaterial e inmortal que hace que el mundo material y sus cuerpos sean secundarios. Al darse cuenta de esto, las mujeres dejarán de preocuparse por la belleza corporal y la moda. También alcanzarán la autonomía y ya no reaccionarán a cambios emocionales o imposiciones sociales.
El método de Astell no apuntaba al cambio social o político, sino a la transformación interna. Ella explica que:
“Pueden, pues, los hombres todavía gozar de sus Prerrogativas para con nosotros, no pretendemos atrincherarnos en ninguno de sus Legítimos Privilegios, […] nuestro único empeño será ser Monarcas absolutos en nuestro propio Seno.”
Temas
Dios
Astell pertenecía a la Alta Iglesia Anglicana. Tenía la creencia de que Dios siempre trabajaba para lo mejor, lo que le aseguraba que la Creación era moral. Ella usó esta creencia para argumentar que para obtener la felicidad, las mujeres deben vivir sus vidas en obediencia a la ley de Dios y a la razón.
Ella ofrece varios argumentos a favor de la existencia de Dios: la prueba ontológica es que la existencia de Dios se basa en nuestra experiencia de existencia y que la autoexistencia divina debe ser perfecta e infinita. La existencia divina no puede ser derivada y debe ser independiente de otras existencias. Su argumento cosmológico se basa en observaciones empíricas del mundo. Se inspira en el razonamiento sobre causas primeras.
Moralidad
Para Astell la virtud reside en que el alma domine el cuerpo y dirija sus pasiones, guiadas por la razón. El amor, el odio, el miedo y el deseo son sentimientos corporales que pueden tener un efecto negativo en el espíritu. La regulación de las pasiones forma parte de alcanzar la virtud.
Astell no rechaza las pasiones, pero cree que no tienen por qué ser un obstáculo para la virtud, si se limpian. Su estrategia es la meditación sobre lo que implica el verdadero bien y el mal y seguir sólo lo que se conoce a través del conocimiento. Esto consiste en centrarse en nuestra naturaleza como seres racionales, la naturaleza de las entidades materiales y la naturaleza de Dios.
Para Astell las características de la excelencia virtuosa son: benevolencia, generosidad y amistad.
Benevolencia significa promover el bienestar de los demás, pero no con fines egoístas. Ella lo compara con un deseo de poseer a otros, ejemplificado en el amor egocéntrico.
Siguiendo Las Pasiones del alma de Descartes, la autora describe la generosidad como la autoestima basada en algún rasgo personal positivo. El valor moral depende de usar el libre albedrío y esforzarse por hacer lo mejor posible. Esto conducirá a no necesitar la aprobación de los demás y la autoprotección contra la censura o el ridículo. El problema de las mujeres es que están culturalmente condicionadas a basar su valor personal en aspectos secundarios como la apariencia y la vestimenta. No se les ha enseñado a valorarse a sí mismas en sus poderes racionales de pensamiento y su libre albedrío. Esto se puede remediar mediante el estudio de la religión y la filosofía. Para Astell, el cristianismo es particularmente útil en este sentido, ya que enseña que lo que es verdaderamente valioso no depende de los elementos transitorios de este mundo.
La amistad, particularmente en su academia, prosperará entre las mujeres. Entonces pueden ayudarse y guiarse mutuamente hacia la perfección.
Educación
La propuesta de Astell trata de aumentar la conciencia de las mujeres, con el fin de reformar su posición moral e intelectual. Ella propone la idea de un instituto académico femenino para promover esto. Esto nunca sucedió en su vida, posiblemente porque sonaba demasiado a convento de monjas.
La autora desafía la idea de que las mujeres son intelectualmente inferiores, no refiriéndose a ejemplos famosos de mujeres, sino apelando a la conciencia de sus capacidades personales. La búsqueda del conocimiento no implica aprender griego u oscuros hechos, sino ser capaz de calibrar la verdad y mantenerse libre para criticar las ideas. En esto, dice Astell, las mujeres están a la par con los hombres.
Mary Astell sostiene que para mejorar el razonamiento las mujeres solo necesitan comprender su propia lógica natural. Si muestran algún defecto en el razonamiento es adquirido, no natural, y puede ser corregido a través del entrenamiento y la meditación.
No está de acuerdo con el concepto cartesiano Cogito ergo sum, es decir, pensarse a sí mismo como algo diferente cuya característica es pensar. También cree en el buen diseño de Dios para la humanidad, lo que significa que, como las mujeres tienen mentes racionales, se les debe permitir desarrollarlas. Es el deber religioso de una mujer elevarse a la perfección que su Creador pretendía.
Política
Astell era una persona políticamente conservadora de la Alta Iglesia Anglicana y un opositor vocal de las ideas políticas de Locke y las concepciones del partido Whig de libertad, resistencia y tolerancia. Sin embargo, su agenda feminista se basó en principios filosóficos, no en ideología política y no abogó por la igualdad política.
Basa su política en su religión y sostiene que los súbditos deben obedecer a la autoridad política y aceptar cualquier sanción por desobediencia, en los casos en que las autoridades ordenen algo pecaminoso. Rechaza la resistencia al poder tiránico por parte del rey. Esto la lleva a criticar la idea de Locke de que todos tienen derecho a liberarse del poder arbitrario y a deponerlo por la fuerza.
Astell estuvo de acuerdo con Locke en que la autoconservación era un derecho, pero lo interpretó como la protección del alma inmaterial. Esto significaba que solo podemos rebelarnos para salvar nuestras almas de la condenación. Esto implica obediencia pasiva, no resistencia activa.
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